Hace 4 años en la Facultad de Bioquímicas de la UNR empezaron a testear aceites de cannabis para ayudar a las personas que querían saber qué tenían y tener un tratamiento médico seguro y efectivo. Analizaron unas 200 muestras gracias a la ayuda de las agrupaciones de usuarixs de drogas. Descubrieron que muchos preparados, algunos comprados en el mercado paralelo, tenían más aceite de oliva que otra cosa. Dos años más tarde, ya con una ley de uso medicinal reglamentada que dejó muchos cabos sin atar, la demanda por los análisis se triplicó y encontraron que la calidad, en promedio, mejoró.
En los primeros años de los testeos en Rosario, el 70 % de los aceites tenía un contenido menor a 0.1 miligramos por mililitro de THC y CBD (dos de los componentes terapéuticos más conocidos de la planta). “Hoy menos del 10% tiene concentraciones de ambos por debajo del 0.1 miligramos por mililitro”, dijo el decano de Bioquímica, Andrés Sciara, en diálogo con El Ciudadano sobre los 638 análisis hechos entre marzo de 2019 y febrero de 2020.
Según Sciara, las plantas de donde se sacan las flores para hacer los aceites en Rosario tienen un perfil recreativo (mayor concentración de THC que de CBD). “Son las plantas que hay, no las diseñadas (especialmente para uso medicinal) que son más ricas en CBD. La idea es trabajar en esas genéticas especiales si nos habilitan”, aclaró el decano. Poder plantar y estudiar distintos perfiles genéticos es parte de las ideas de la mesa de trabajo donde están UNR y Conicet, pero que dependen de la revisión de la ley prometida por el ministro de Salud, Ginés González, a principios de 2020.
Pega
La información de los testeos de aceites sirve para que profesionales de la salud ayuden a tratar enfermedades y patologías que no están incluidas por ahora en la ley. Hasta el momento, Nación solo permite el uso de un aceite importado (muy rico en CBD) si la persona tiene epilepsia. Eso lleva a muchas familias a cultivar cannabis, hacer sus preparados y quedan expuestas a la persecución del Poder Judicial.
Quienes cultivan y producen dicen que no encuentran soluciones en el aceite importado y necesitan testear distintos preparados hechos a base de diferentes plantas de cannabis. Así pueden seguir con los tratamientos junto al puñado de profesionales de la salud que se anima a acompañarles.
En Rosario y Santa Fe dos grupos de familias presentaron ante el Poder Judicial distintos amparos entre 2018 y 2019 para que les habiliten el autocultivo. Ambos fueron rechazados. El de Rosario sigue su camino a la Corte Suprema de Justicia, y el de la capital parece tener mismo destino.
La compleja situación llevó a dos proyectos de ley en la Cámara de Diputados para permitir el autocultivo con fines medicinales en Santa Fe. Sólo uno avanzó.
El camino
Desde Aupac, la asociación de profesionales y usuarixs de cannabis de Rosario, celebraron el aumento de los test en la UNR porque según dijeron refleja una necesidad de la comunidad de legitimar el uso, aun cuando hoy sea un servicio pago. También insistieron en que si bien todavía hay aceites muy diluidos o con poca concentración, los preparados caseros son seguros y eficaces.
Para más datos compartieron una experiencia de Estados Unidos. En un estudio de 2017 hecho en casi 300 pacientes de Washington y California que usaban aceite no comercial (o casero) y sufrían epilepsia dio que en el 87% de los casos bajaron la cantidad de convulsiones. Esos aceites habían sido testados y tenían entre 0.05 y 3.6 miligramos por mililitro de CBD. En comparación con el producto importado y más conocido en Argentina, Charlotte´s Web, tenía muy poca concentración. El Charlotte tiene 50 miligramos por mililitro. Del estudio estadounidense puede rescatarse que los cannabinoides tienen una amplia ventana de seguridad para la dosis clínica.
Desde Aupac pidieron que el servicio de testeos siga y que los gobiernos garanticen el acceso a uno o más aceites de producción estatal, algo que la anterior gestión provincial pidió hacer tres veces durante el gobierno de Mauricio Macri. En ninguno tuvo respuesta.
“Es constante la llegada de pacientes con situaciones de salud devastantes que requieren respuestas rápidas. El autocultivo no es una vía inmediata”, dijeron desde Aupac. “Son las organizaciones cannábicas quienes atienden esta demanda de manera solidaria. Es triste cuando observamos que el mercado ilegal lucra vendiendo a costos irrisorios aceites con nada o casi nada de contenido cannabinoide a personas desesperadas”, completaron desde la agrupación.
Para que sea seguro y efectivo, desde Aupac recomiendan que quienes tomen los aceites estén en contacto con profesionales de la salud, aun si les significa un desafío para los consultorios médicos. “Nos obliga a crear nuevas formas de entender la práctica médica y a recuperar viejos saberes y para muchxs es construir salud con las propias manos”, señalaron desde Aupac. Por último, dejaron claro que falta una formación y capacitación de profesionales para dar respuestas a las personas.
Lucha de años
Los testeos en la UNR empezaron como un programa de extensión que impulsó el ex decano de Bioquímica, Esteban Serra. Cuando terminó la experiencia de 18 meses descubrieron que menos de un 10% de las casi 500 muestras tenían THC y CBD. En 2019, y a instancias del equipo de Serra, la UNR incorporó el testeo en la Facultad, pero tuvieron que empezar a cobrar.
Por el costo y la necesidad en ascenso, el gobierno de Santa Fe firmó en diciembre un convenio para pagar 100 testeos a madres de chicos y chicas de la capital provincial que sufren distintas enfermedades (algunas no incluidas en la ley). En la capital no hay sistema de testeo, pero hay institutos vinculados a Conicet que podrían hacerlo. Con la pandemia todavía no pudieron comenzar con los test de chicos y chicas de la capital provincial. Sus familias también luchan por conseguir insumos para hacer los aceites y esperan respuestas del Estado y el Poder Judicial.