Ha sido tan alto el nivel de exposición de Jair Bolsonaro con la pandemia, que la noticia de que había dado positivo en las últimas horas fue noticia mundial. En su país, se cree que el contagio del presidente podría ser utilizado para promover el uso de la cloroquina para los contagiados, en forma genérica, aún contra lo indicado por los protocolos clínicos de la OMS. En este marco, El Ciudadano dialogó con Jorge Henrique, Secretario General del Sindicato de Enfermeros de Brasilia. “A diferencia del presidente, que no cree en la pandemia, nosotros como representantes de la sociedad civil tenemos que creer que la información que él transmitió es verdadera. Lo real es que adoptó un comportamiento que facilitó la contaminación: no llevaba máscara y estaba entre mucha gente, lo que resultó ahora en su contagio”, señala.
Henrique también recuerda la famosa frase sobre la gripezinha a la que aludió Bolsonaro cuando la pandemia se iniciaba. “Hablaba de no tenerle miedo al coronavirus, que había que continuar la vida normal e insistió con que la hidroxicloroquina era el remedio para el COVID19. Así mucha gente fue a buscarlo a las farmacias y siguió su recomendación, mientras las empresas y el presidente decían que la población siguiera trabajando sin ninguna prevención. Ahora, apenas comunicó su contagio, dijo que ‘Ya se sentía mejor, porque estaba tomando cloroquina’. Sabemos los que trabajamos con pacientes que no es verdad, que no existe tal efecto inmediato en la acción terapéutica. Y además, los países que hicieron pruebas advirtieron que no se puede aplicar a cualquier paciente del mismo modo, sin estudios previos”, explica.
El medicamento que está tomando el presidente de Brasil y que recomienda para uso masivo tiene severas contraindicaciones para pacientes con arritmia. Por ello, Henrique dice: “Es una irresponsabilidad decir que la salvación está en la hidroxicloroquina y al mismo tiempo no comunicar que se eviten aglomeraciones, o no respetar medidas que probadamente disminuyen los contagios”.
Brasil superó las 65 mil muertes y lleva tiempo con más de mil fallecimientos diarios. En ese contexto, en la conferencia de prensa que dio al informar su positivo, Bolsonaro se retiró el barbijo al hablar con los periodistas. El dirigente de los enfermeros de Brasilia revela a El Ciudadano: “Desde el comienzo de la pandemia, hemos trabajado junto con otras entidades gremiales, consejos y organizaciones de la sociedad civil, para exigir acciones gubernamentales que garanticen el cumplimiento de las medidas sanitarias y la distancia social. Por ello, hemos hecho una presentación colectiva con Ordem de Advogados do Brasil (OAB), el Consejo Regional de Enfermería, el Consejo de Salud del Distrito Federal, entre otros, para garantizar el cumplimiento de la distancia social y la lucha contra Covid 19”.
La curva por regiones
Respecto a la actualidad de datos de la pandemia en su país, Henrique afirma: “En las ciudades de más de un millón de habitantes pareciera darse una estabilización en los contagios. San Pablo, Fortaleza o Río, por ejemplo, tienen una meseta en sus números. Y adonde está subiendo la curva es en el interior o en regiones antes menos afectadas, como aquí en la capital. Muchos gobiernos municipales y estaduales, en línea con el gobierno federal, empezaron a reabrir los shoppings, los bares y la actividad económica. Y esto se está dando en pleno pico. La población más vulnerable ante esta situación en todos los sentidos es la de las periferias, porque es la más afectada por sus condiciones de vida, en materia sanitaria, pero también por la dificultad de sostener su economía diaria durante la cuarentena”.
Brasilia decidió una reapertura parcial en junio y al final de este mes abrirá las escuelas públicas y privadas. Esto se da en un contexto de las terapias ocupadas casi en su totalidad. “Digamos que es el peor momento para abrir todo, además por el clima es cuando aparece necesidad de atender otras dolencias, como la gripe. Aunque la tasa de letalidad aquí en DF es más baja que en otras regiones -cercana al 3 por ciento, cuando el resto del país está por arriba del 4 por ciento-, ese índice puede subir si se profundiza el desborde del sistema sanitario. Hoy tenemos 60 mil contagiados y más de 600 muertes, con tres millones de habitantes”, agrega el referente gremial de la salud en la capital brasilera, en diálogo con El Ciudadano.
La política sanitaria
Desde el inicio de la pandemia, Brasil cambió dos veces su ministro de Salud, por diferencias con Bolsonaro. Los dos responsables de la cartera sanitaria que se fueron, buscaron diseñar un programa sanitario que el presidente no aceptó. En su lugar, optó por un manejo personal de la gestión y finalmente poner un militar, el general Ricardo Pazuello, a cargo del área. El Secretario General del Sindicato de Enfermeros explica a El Ciudadano el impacto en los hospitales de estas decisiones: “En marzo, Brasil adquirió 8 millones de test PCR, de los cuales envió 3 millones hacia los Estados, el resto quedó para el gobierno central. El nuestro es el segundo país que más afectados está en el mundo y seguramente si se hicieran más testeos, el número sería todavía más alto. Lo que sucede es que muchas personas se ven obligadas de pagar en un laboratorio particular. Mi esposa, también enfermera como yo, debió pagar el suyo. Esto da la pauta de que es posible que muchos brasileros pueden estar contagiándose y no pueden acceder al diagnóstico, hasta que tienen síntomas fuertes”.
La subnotificación de casos tiene su correlato en las cifras que se informan diariamente: “Muchas veces, un paciente llega con síndrome respiratorio grave y muere sin que se le haga un test de COVID19. Eso no quiere decir que el gobierno haya dado una orden de esconder los datos, pero quienes estamos en el sistema sanitario, sabemos que está pasando de ese modo. Pacientes con problemas coronarios o diabetes, comorbilidades que agravan los cuadros ante el coronavirus, están falleciendo y son registradas esas enfermedades como causa de su deceso”.