Nada más reconfortante que una historia de amor con final feliz en tiempos de pandemia por coronavirus con sus cargas de desconcierto, incertidumbres y miedos. Esta es la historia de una pareja residente en Argentina que gastó formularios, papeles, llamados, largas esperas y muchas ansias para volver a verse. Diez horas de micro hasta un aeropuerto, 12 de vuelo y 350 kilómetros recorridos en auto le ponen cifras al derrotero de Violeta Serrano y Fernando Pittaro para reencontrarse tras cinco meses de separación. Habían emprendido sendos viajes para cuidar a sus respectivos padres días antes de que el virus sars-cov-2 obligara a cerrar fronteras en todo el planeta. El tiempo programado se les fue de las manos, y lo manejó la pandemia.
Violeta y Fernando se despidieron el 29 de febrero en su departamento de la ciudad de Buenos Aires. Ella partió a España a cuidar a sus padres, que viven en Val de San Román, un pueblito de León cerca de Astorga. Él se fue el 11 de marzo a Córdoba para acompañar a su madre. Fue días antes de que comience la primera y más severa cuarentena obligatoria en el país. El tortuoso camino del reencuentro terminó en España, este 6 de julio.
Violeta es española y Fernando argentino. Se conocieron en 2012 en Barcelona. Un año más tarde, Violeta tomó un vuelo transoceánico por primera vez en su vida y aterrizó en Buenos Aires. En 2017 se volvieron a España, pero se dieron cuenta de que sus vidas, tanto personales como laborales, pasaban por los dos países. En 2018, decidieron vivir con identidades transnacionales uniendo Argentina y España entre Buenos Aires y Madrid.
“Cuando se decretó el Estado de Alarma en España rápidamente me di cuenta de que era un dominó, es decir, que en poco tiempo en la Argentina iba a suceder lo mismo. Así que tuvimos que tomar decisiones rápidas y sin datos fiables, manejándonos a base de intuición. Decidimos quedarnos a cuidar a nuestros respectivos padres, que son personas de riesgo por patologías previas y edad. Así que Fer, antes de que se declarase la cuarentena obligatoria, se fue inmediatamente a Córdoba, donde vive su mamá. El departamento de Buenos Aires quedó tal cual desde el 11 de marzo. Yo decidí quedarme en el pueblo del interior del que provengo, acá en España. Por suerte ambos trabajamos online, lo cual nos ha permitido mantener nuestros laburos aún en esta difícil situación», le contó Violeta a El Ciudadano.
El tiempo pasa, y el virus se pone denso
Cualquier plazo imaginado por la pareja se volvió irreal. «Nunca pensamos, claro, que este desastre fuese tan extenso. Pero los meses iban pasando y las cuarentenas solapándose. Decidimos tomar una nueva decisión: reencontrarnos como fuera, ahora que ya sabíamos a qué nos ateníamos y todo estaba, dentro de la locura general, más controlado y, por tanto, nuestros familiares más cuidados”, sigue la española el relato.
Con la meta del reencuentro comenzó la odisea: se pusieron en contacto con el Consulado de Argentina en España y su espejo ibérico en Buenos Aires. El estar unidos por la ley no era suficiente. Les pedían un documento de residencia en el país donde pretendían viajar para poder incorporarlos al cupo de pasajes para repatriados.
La pareja, por la evolución de la pandemia y por la estación del año (verano en el Hemisferio Norte), decidieron que el lugar donde se unirían sería España.
“Rellenamos formularios, papeles, estuvimos colgados del twitter de la embajada –ahí se anunciaban los vuelos ni bien el país autorizaba la venta– y de los call center de las aerolíneas. Hasta que, por fin, pudimos comprar un pasaje. Una vez sorteado ese paso, Fernando tuvo que hacer 10 horas de micro de Córdoba a Ezeiza, esperar más de 10 horas en un aeropuerto para ese entonces desierto y luego volar durante 12 horas y, mientras tanto, yo tenía que cruzarme con el auto de mi viejo buena parte de España, porque estoy a 350 kilómetros de Madrid, y de madrugada, para ir a buscarlo».
Horas y kilómetros. «Después de mucho estrés y miedo al contagio por tantas horas de viaje, acá estamos. Destruidos y felices, en partes iguales”, describió Violeta, escritora, periodista y docente universitaria.
“Me parece que esta pandemia puso de manifiesto lo global del mundo que habitamos. Las identidades transnacionales son la norma y no la excepción, con todas las problemáticas que esto conlleva”, atinó a sacar de todo una conclusión.
Amor sin fronteras
Fue en 2012 cuando la pareja se conoció en un máster de creación literaria en Barcelona. “El 15 de junio de 2013, me tomé un vuelo transoceánico por primera vez en mi vida y caí en una Buenos Aires, que me fascinó por completo. Argentina me dio todas las oportunidades que España en aquel momento no me podía ofrecer. La crisis después de 2008 –la financiera originada en Estados Unidos y globalizada– fue especialmente dura con mi generación. Nunca estaré lo suficientemente agradecida a vuestro país que, además, valora la cultura en una medida increíble y eso me parece fascinante y muy necesario, más en estos tiempos de absoluta incertidumbre donde uno debe refugiarse en lo que es, y no en lo que tiene. Pero es cierto que es muy intenso para alguien que ha vivido siempre en un país tan tranquilo como España».
Cómo siguió: «En 2017, hicimos el intento de probar cómo sería vivir en España. Estuvimos un año en Madrid, pero nos dimos cuenta de que no encajábamos del todo, ni siquiera yo. ¡Me había convertido en argentina! Y bueno, era obvio que extrañábamos mucho la Argentina. Así que en 2018 decidimos vivir a dos aguas, es decir, entre allá y acá. Un quilombo bárbaro, pero que asumimos como lo que es, nuestra vida transoceánica”, sintetiza Violeta. Entre 2017 y 2018 vivieron en Madrid, y en 2019 los viajes se dieron de Buenos Aires a León.
Trabajos entre Argentina y España
Fernando Pittaro es consultor en comunicación política y trabaja en los dos países. Estuvo en el diario Tiempo Argentino, en Perfil y otros medios de comunicación. Hoy se dedica más a la comunicación política. Violeta Serrano es escritora, periodista y docente universitaria. Está por publicar un poemario en Índigo, que presentará Mariana Enriquez. Y en octubre, un ensayo por la editorial Ariel. Además, colabora con varios medios y es co-directora del posgrado internacional Escrituras: creatividad humana y comunicación de FLACSO Argentina. Por si le faltaran ocupaciones, es docente en la Universidad Internacional de Valencia en España, donde también coordina el Máster de Edición con el Grupo Planeta.
Rosario, siempre cerca
Su vida va de Buenos Aires a Madrid, pero la pareja reconoce una escala rosarina. Hace cuatro año se casaron y uno de sus mejores amigos, «el que hizo de maestro de ceremonias en la celebración de nuestra boda, es rosarino, justamente», contó Violeta, cómplice.