En la serie Impriman la leyenda, que forma parte de la nueva programación de Canal Encuentro, editores, agentes literarios y escritores analizan y reavivan los temas centrales del boom literario de los años 60 indagando en sus principales figuras, sus campos narrativos, conflictos y desafíos pero también en los autores que quedaron afuera de ese canon y en quienes jugaron roles centrales como agentes y promotores de la literatura latinoamericana de ese momento histórico.
Dirigidos por Cecilia Priego y con producción de Blas Eloy Martínez, tres de los cuatro capítulos que componen la serie ya fueron estrenados en la pantalla de la señal educativa y pueden verse en su canal de YouTube, mientras que el cuarto y último capítulo se estrena este martes a las 21.30.
Con testimonios de los agentes literarios Guillermo Schavelzon o Carmen Pons y escritores como Guillermo Martínez, Martín Kohan, Leila Guerriero, Gabriela Cabezón Cámara, Claudia Piñeiro, Josefina Licitra y Margarita García Robayo, la narrativa latinoamericana de los 60 se resignifica desde el presente con nuevas lecturas, perspectivas y preguntas.
Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, Elena Garro, Clarice Lispector y Elena Poniatowska son abordados desde material de archivo pero también con actores que recrean el universo de una redacción, en la que conviven los hacedores de una etapa de la historia cultural de la región, en la que Argentina tuvo un lugar clave a través de autores y de un semanario como Primera Plana, que impulsaba la lectura de los libros apenas salidos de la imprenta.
Eloy Martínez cuenta que el ciclo fue filmado en 2019 y surgió porque con Priego venían «desarrollando una serie relacionada con el tema pero desde otro ángulo», y como hacia tiempo querían «hacer algo que abordara la relación entre la realidad y la ficción» comenzaron a trabajar sobre el boom literario, «pero también temas como el rol de la mujer, la industria editorial, el marketing, los egos y la ficcionalización de la realidad y el contrato autor-lector».
Luego se pusieron en contacto con Vanessa Ragone, de Haddock Films, y comenzaron a desarrollar este cruce entre material de archivo, entrevistas y la puesta en escena de una redacción y las representaciones de los conflictos a partir de un único escenario.
«Desde el comienzo decidimos con Blas y con Malena Zanazzi, que trabajó conmigo en esa primera etapa de desarrollo de la serie, hacer una docu ficción para presentar al Concurso del Incaa de fomento a la TV. Ya habíamos trabajado proyectando archivo sobre objetos y decorados y retomé esa experiencia. Así surgió la idea de armar un gran espacio que fuera soporte de las proyecciones y de las reconstrucciones con actores; ese espacio de trabajo común y a la vez introspectivo debía ser una redacción. Ahí todo sucede, conviven distintos tiempos y espacios, realidad y ficción», contó Priego.
Respecto de cómo fue ese proceso creativo con el material de archivo, para Eloy Martínez, esa tarea siempre es «larga e intensa, porque requiere de una búsqueda amplia por varios tipos de archivos. Siempre el reto es encontrar material inédito, pero sobre todo, que aporte a la estructura narrativa, que agregue información y amplíe el mundo que estamos contando».
Una de las figuras centrales para pensar lo que fue el boom es la agente y editora Carmen Balcells quién aseguró: «Es importantísima una reconstrucción del fenómeno pensada desde este presente, donde comprendemos los hechos artísticos como una confluencia de diversos factores, fuerzas, tensiones, talentos, contextos y no como simples manifestaciones individuales de genios creativos o «figurones» como dice Martín Kohan».
«Siempre me interesa ver que hay detrás y detrás también había muchas mujeres escritoras también talentosas que por razones obvias no consiguieron la misma notoriedad», resaltó.
Para Blas Eloy Martínez, es «inevitable hablar de ella» (Balcells) cuando se habla del boom porque «le dio una nueva dimensión al mercado editorial y generó un imperio literario. Tuvo visión y también se animó a hacer cosas que nunca antes se habían hecho. Fue una representante moderna».
En esa línea también hace hincapié en el rol de Primera Plana, «una de las publicaciones más importantes de la Argentina» de la que su padre Tomás Eloy Martínez era el jefe de redacción en los 60, y que «jugó un papel importante en el surgimiento de Cien años de Soledad y dice que, en lo personal, desde su infancia, escuchó «constantemente historias que tenían a Balcells y a la revista como protagonistas».
Impriman la leyenda invita a repensar ese momento de consagración de grandes nombres de la literatura latinoamericana a partir de nuevas preguntas y entonces los contemporáneos piensan en la perspectiva de género en esos universos o en qué aspectos de la región se consagraban en esas páginas tan vendidas en esos años.
«Lo interesante de hacer series que trabajan con la historia es buscar ese un anclaje con el presente. Pasado y presente deben dialogar, para que ese viaje tenga sentido. Lo hicimos en La Argentina según Perón, cuando traíamos sus palabras a una coyuntura muy especial, en Cartas del pueblo, cuando recuperamos 20 mil cartas con propuestas del pueblo a Perón en el 51 y buscamos a los protagonistas de esa gesta, o en Entre Perón y mi padre«, afirmó y rememoró el realizador.
Asimismo consideró que «no siempre se hace ese trabajo en televisión y definitivamente el boom necesita iniciar esos debates, el de los excluidos, el del machismo y la misoginia, el del rol de la industria en creador de fenómenos que excluyen e incluyen de acuerdo a conveniencias y no a criterios artísticos. El de la herencia en la literatura y el de la imagen que proyectaron en el resto del mundo».
En tanto para Priego la sorpresa fue advertir «lo vivo que aún está el debate sobre varios temas que se tocan en la serie: el trabajo creativo de las mujeres, el dominio de los «figurones», la ética de la reconstrucción de hechos reales, el pacto de lectura, el periodismo y los intelectuales en la política» y aseveró que si bien, la vigencia de esos aspectos era su hipótesis y la razón de hacer la serie, la sorprendió corroborarla «de manera tan contundente».
Por último, el productor subrayó que «la serie fue financiada con el concurso del Incaa y fondos propios», y contó que luego acudieron a Encuentro como «pantalla posible».
«En lo particular, creo que en el Estado como articulador fundamental para la educación y la promoción de culturas y conocimiento. El Canal Encuentro es el vértice de esa política y su canalización en la pantalla. Es lógico y hasta necesario que estemos ahí», expresó sobre la señal en la que Impriman la leyenda forma parte de una nueva programación donde la literatura cobra protagonismo en microdocumentales sobre Liliana Bodoc llamados Memorias de una maga o en una serie que recrea el clásico de 1880: Una excursión a los indios ranqueles, de Lucio V. Mansilla.