La voz gastada no da lugar a la confusión. Enrique Lancellotti pone el mismo entusiasmo y pasión en una charla informal que en un partido de básquet, es efusivo, expone sus ideas, las comparte y, lógico, las defiende. Ese honesto e inmanejable desborde a veces contagia, ayuda, y en algún que otro caso trae aparejado un reto. Pero es innato, como su amor por el deporte y por enseñar. No tiene sentido explicarlo, sino entenderlo. Y en Ceres lo entendieron desde hace rato.
El entrenador rosarino está esperando una nueva temporada de Central Argentino Olímpico en la Liga Argentina, quizás la primera en que las cuentas dan bastante bien para jugar pero es en este caso la pandemia la que genera incertidumbre. Será otra campaña de reconstrucción, de ardua búsqueda, de tiempo gastado en impregnar su estilo a jugadores nuevos. Pero para un técnico apasionado, el desafío es necesario, es alimentar el deseo de no perder el hambre después de diez años en el mismo lugar.
“Para Ceres se hace difícil jugar a esta nivel, fue un tsunami deportivo haber logrado todo esto tan rápido, llegar de los torneos locales a la Liga Argentina y sacó orgulloso la bandera de que lo ganamos dentro de la cancha, sin invitaciones ni nada. Y damos todo para competir, porque vamos a ser parte de la historia de un lugar en el que cuando pase el tiempo van a decir ‘te acordás cuando Central jugó en la Liga’”, analiza Lancellotti, quien lo tiene claro: «Si se participa mi idea es continuar porque me siento cómodo, pero el arreglo que tenemos es que si no hay Liga quedo liberado para tomar la decisión que quiera».
Fiel a sus convicciones y consciente de que no es algo habitual lo que se consiguió, cuenta: “Como en todo club chico al subir de categoría, apenas un jugador tiene buen rendimiento te lo sacan. En la primera temporada nos fue bien y se fue el equipo completo, así que hubo que remar de nuevo. Y ahora, a pesar de que batallamos contra las lesiones, parece que va a suceder algo parecido, así que seguiremos apostando a jugadores jóvenes o de otras categorías. Pero es un orgullo que quieran venir, proyectarlos o ayudarlos a subir de nivel. Ni hablar de los que son de nuestras inferiores, que en poco tiempo se hicieron protagonistas en todo nivel y llegaron desde un lugar chico a la selección argentina”.
Todo arrancó con el ascenso en la Liga Provincial de Santa Fe, en aquella temporada impresionante que arrojó los ascensos de Sanjustino (le ganó la final a Central 2 a 0) y del elenco ceresino en apasionantes semifinales de un certamen que hace rato apasiona a la provincia y proyecta equipos al básquet nacional.
“Se había formado un equipo para no desmantelar la local, la idea era participar y cumplirme la promesa que me habían hecho los dirigentes, porque por otras inversiones que se habían hecho en el club no habíamos jugado en años anteriores. Y fue tremendo, punteamos todo el año con el equipo de San Genaro y Sanjustino. Parecía que nos íbamos a caer pero logramos el ascenso con Sportivo Rivadavia en partidos impresionantes. Pudimos ganar el cuarto juego de visitante a cancha llena y nos llevamos el quinto que fue muy cerrado y con Alejo Crotti como figura junto a Nico Correnti. Fue un grupo espectacular y ya era algo impensado, enloquecedor para cualquier hincha”, explica el rosarino, quien fue elegido como mejor DT de ese Federativo por sus colegas y hace apenas una campaña lo logró en la Liga Argentina. Pavada de reconocimiento.
“Lo de Ceres nadie lo cree y la verdad me siento un privilegiado porque como entrenador soy profesional desde los 17 años y pasé sólo por tres clubes con la suerte de ganar muchos títulos. Soy un agradecido, porque hay técnicos que dirigen años y años y les cuesta mucho poder encontrar un club en el que las condiciones te permitan ganar. Me tocó tener grandes equipos y a veces poder estar y colaborar en el momento justo de las instituciones”, recalca Lancellotti.
“Conseguimos después el ascenso al Federal, el ascenso al TNA en una cancha histórica de la Liga como es Lanús y pudimos competir. La camiseta de Central de Ceres juega en canchas de todo el país, algunas impensadas”.
Pero no todo es alegría, porque a veces la pasión desborda y un hecho fantástico se transforma en un mal recuerdo en apenas unos minutos. Algo así sucedió en 2019 en la final del Argentino de Clubes U17, en el que Bahiense del Norte le ganó a Central de Ceres tras no poder continuar la final por incidentes. Lancellotti no esquiva el tema y reconoce el error al tiempo que intenta poner la situación en contexto: “A la distancia estamos convencidos de que los árbitros terminaron por armar más de lo que fue. Algunas malas contestaciones de ellos calentaron el ambiente y la adrenalina del partido hizo que no tomáramos buenas decisiones. No nos pudimos ajustar a lo que pasaba, nos sentimos dañados y se nos fue de las manos. Somos los primeros responsables como cuerpo técnico y está claro que no es algo habitual en nosotros. Cuando me toca perder me la banco y lo reconozco. Era una final, y se nos fue de las manos; charlamos, reconocimos el error y aprendimos de la situación, que no fue linda para nadie y no pudimos disfrutar de todo lo bueno que se hizo en el año”.
La etapa rosarina
Lancellotti puede decir en Central de Ceres que está en casa. Como lo fue Provincial.
“Tengo los mejores recuerdos el club en el que nací, en donde conocí a mi señora, el lugar de toda una vida en los deportes. Mis amigos son de ahí. Y mi huella como entrenador fue seguir lo que hizo Guillermo Burelli en inferiores, porque le cambio la cara al básquet del club en su momento. Y creo que con el tiempo y el trabajo se dejó un sentido de pertenencia muy grande en la institución. Hoy tenemos la suerte de que estén como entrenadores Vanzini, Badosa, Bertolone, que fueron jugadores y tienen toda su historia de vida allí”, cuenta y rememora: “En su momento fue una máquina de ganar y de formar jugadores para los seleccionados locales y santafesinos, incluso jugadores que después fueron a la Liga. Y también de muchos jugadores que hoy siguen representando al club. Me fui en 2005 y todavía veo a los jugadores que mantienen su amor por la institución”.
Lancellotti puede decir en Argentino Olímpico de Ceres que está en casa. Como lo fue Central. “Fue mi segundo club como entrenador y logramos muchas cosas lindas en esos cinco años y medio que pasé allí. Es el club en el que soy hincha fanático y por eso fue un orgullo dirigirlo, llenábamos la cancha para acompañar al equipo de básquet. Fueron muy lindas épocas y guardo un recuerdo imborrable de ese torneo que ganamos contra Sportsmen porque fue mi primer título en primera y ante un grande de la ciudad. Pero también recuerdo el ascenso del Federativo ante Colón y algo muy importante para mí en lo que nadie repara, que fue que logramos en poco tiempo posicionar a Central como uno de los mejores equipos de inferiores, algo que nunca había sucedido. Hubo un gran trabajo con Lucas Vanzini, Federico Sauro y Agustín Pujol para conseguirlo y era uno de los objetivos”, explica Quique, quien con el paso del tiempo parece haber priorizado los momentos positivos a la salida dolorosa que tuvo en 2010. “Es el mejor recuerdo, de tantos logros, de llevarlo a la Liga Nacional, de grandes equipos y dirigentes”.
Justamente esa salida fue la que desembocó en su llegada al elenco ceresino, tal cual recordó hace tiempo atrás: “A mitad del 2010 me hizo muy mal cuando los dirigentes de Rosario Central, con mucho desagradecimiento, me echaron. El 28 de junio había salido campeón y el 30 me enteré por el diario que no seguía porque había cambiado la comisión directiva. Ahí surgió el contacto con Central de Ceres porque me daban la llave del básquet para ser coordinador general. Vino todo ligado a que en ese tiempo entraron a robar armados en mi casa y con mi familia vivimos una situación muy fea. Todo eso me empujó a tomar la decisión, vendí los emprendimientos que tenía en Rosario y el 7 de enero de 2011 me sumé. Ese año perdimos la final de la Rafaelina y desde allí ganamos torneos de la Rafaelina, del Noroeste, el ascenso del Provincial de Santa Fe al Federal y este sueño que es la Liga Argentina. También le agradezco mucho a mi familia acompañarme en esta apuesta”.
Lancellotti es uno de los grandes embajadores del básquet de la ciudad, quizás con bajo perfil mediático y la escasa exposición de obtener sus logros nacionales en una localidad más pequeña que su Rosario natal, pero que lo adoptó con especial afecto, disfrutó sus virtudes y aceptó como suya esa pasión e intensidad que lo atraviesa.