Miguel Ángel Russo observa con preocupación el prolongado parate del fútbol ante los poco más de 50 días que faltan para que se reanude la Copa Libertadores, ya que el 17 de septiembre Boca visita a Libertad en Paraguay por el Grupo H. El rival, dirigido por Ramón Díaz, ya tiene rodaje y el martes volvió a competir -perdió 2-1 contra Cerro Porteño por la liga local-.
Mientras atraviesa el aislamiento en Rosario, su lugar en el mundo, el entrenador del Xeneize piensa en cómo mover las piezas para armar un equipo que se parezca mucho en nombres al que salió campeón este año, pero que a la vez tenga los refuerzos necesarios para poder lograr el gran objetivo, que es ganar la Libertadores.
Los primeros tres nombres que pidió como prioridad para que se queden fueron Carlos Tevez, Mauro Zárate y Franco Soldano: los dos primeros ya llegaron a un acuerdo y la intervención de Russo fue fundamental para que se destraben las negociaciones. Y por el ex Unión están tratando de acordar con Olympiacos de Grecia, dueño de su pase, para lograr un nuevo préstamo.
El resto del armado del equipo, en la cabeza de Russo, es muy parecido al que terminó jugando: Esteban Andrada titular indiscutido en el arco; atrás seguirán Lisandro López, Carlos Zambrano y Frank Fabra, mientras que Carlos Izquierdoz por ahora está un escalón más abajo de ellos. En el mediocampo, Jormán Campuzano, Guillermo Pol Fernández (a quien en diciembre se le comprará el pase) y Eduardo Salvio, mientras que el otro extremo queda por definir.
En este circuito de juego ya no estaría Emanuel Reynoso, quien podría ser transferido al Minnesota United, ni Gonzalo Maroni, que volvió de Europa y podría ser cedido a préstamo a Independiente.
Adelante, los nombres son Tevez, Zárate, Wanchope Ábila; la posible continuidad de Soldano y quizás también el regresado Walter Bou. Quien espera por un lugar en el equipo es Sebastián Villa, denunciado penalmente por violencia de género, el club aún no confirmó que va a suceder con el jugador.
El objetivo de Russo para lo que se viene es muy alto: el mismo que consiguió el 21 de junio del 2007, cuando con Riquelme en la cancha logró ante Gremio la Copa Libertadores, la primera de su cosecha y la sexta en las vitrinas del equipo de La Ribera.
