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Loco de amores y odios

Bielsa tiene una autenticidad y honestidad que provoca una grieta entre los hinchas criollos

A Marcelo Bielsa se le podrán achacar muchas cosas, aunque nadie puede negar que sea ciento por ciento original. No hay otro que se le parezca ni un poquito. Quizá por eso es que nunca logra pasar desapercibido dentro del mundo del fútbol, especialmente en el argentino. A nadie le genera indiferencia. Como sucede con Diego o Messi; Menotti o Bilardo; Bianchi o Gallardo; y tantísimos otros. Al Loco se lo banca a muerte o no se lo quiere ver ni en figurita. Se lo elogia desmedidamente o se lo cuestiona sin piedad. Su sola mención genera eso. Es muy difícil encontrar posturas intermedias, ya que representa a la perfección la más pura idiosincrasia criolla: devoción absoluta u odio acérrimo. Peronistas o antiperonistas. Mate amargo o dulce. La argentinidad al palo.

Solo unos pocos elegidos tienen semejante efecto entre la gente. Algunos nacen con ese don, como el astro de Villa Fiorito o el crack de barrio Grandoli, quienes son venerados por muchos y criticados por otros tantos. Ellos dos, que ganaron casi todo lo que se puede ganar, que desparraman talento hasta hipnotizar. Claro, Maradona fue siempre un desastre fuera de la cancha y a la Pulga le falta ganar un Mundial. Siempre hay un “pero”, y desde ahí surge la lealtad total o la bronca eterna.

Marcelo Bielsa despierta exactamente esa misma pasión en los argentinos. Y ahí es justamente donde radica su grandeza. Es increíble todo lo que genera el Loco: gente que se levanta temprano el fin de semana para intentar ver por internet los partidos de su equipo. No importa si es Leeds, Athletic Bilbao o el Olympique de Marsella. Son hinchas de Bielsa, de su filosofía de juego y de vida. Y de nuevo: a nadie le pasa inadvertido, ni aún aquellos que todavía siguen indignados al recordar el fiasco con la selección en 2002, probablemente el mayor fracaso del fútbol argentino en un Mundial.

El Loco lo sabe muy bien. Y también aquellos que lo amamos deberíamos reconocerlo de una buena vez y para siempre. Total, como hace tiempo dijo el propio entrenador rosarino: “Los momentos de mi vida en los que yo he crecido tienen que ver con los fracasos; los momentos de mi vida en los que yo he empeorado, tienen que ver con el éxito”. Para muchos, una gran y hermosa verdad. Para otros, chamuyo barato.

Y todo ese torbellino de emociones hace años que trascendió las fronteras de nuestro país. Nació en Rosario pero también está en Chile, el País Vasco y México, así como en Francia y ahora en Inglaterra. Y eso que la mayoría de sus títulos son ignorados por sus detractores: con Newell’s primero, en Vélez después y con la selección en los Juegos Olímpicos de Atenas.

El Loco es mucho más que números y estadísticas, aunque algunos dirán que es lo único que importa en un entrenador, que en realidad también debe formar, mejorar y muy especialmente emocionar. Y por más que la derrota haya sido su estigma, Marcelo Bielsa cumple todos esos requisiticos. De ahí su fiel grupo de seguidores y también de detractores. Quizás se debe a que el rosarino es la evolución natural que nos quedó del menotismo/bilardismo, ya que es capaz de dejarse hacer un gol por lealtad al fair play y al mismo tiempo que manda a espiar una práctica del rival. Otra vez el blanco o negro que tantos nos caracteriza. Loco hermoso o maniático farsante. Cristina o Macri. Simplemente Argentina.

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