Los hechos reales de ribetes policiales han sido a lo largo de la historia el sustento de la literatura y el cine, quizás por ese axioma que asegura que la realidad siempre supera a la ficción. Seducidos por los nuevos lenguajes que conviven con el documental tradicional, los realizadores santafesinos Baltasar Albrecht y Gastón del Porto escribieron y dirigieron la serie de cuatro capítulos Episodios criminales, que debuta este viernes con su primer capítulo en la plataforma Contar. El proyecto, con producción a cargo de Paula Rodríguez de Alto Cine producciones, que contó con el apoyo de Cooperativa Mucha Siesta, Santa Fe Set de Filmación y del Gobierno de la Provincia de Santa Fe, sumará a la plataforma online estatal un nuevo episodio cada viernes e irán quedando todos disponibles de manera gratuita.
Episodios criminales narra, a medio camino entre el documental y la ficción, una serie de hechos policiales que conmocionaron a la provincia entre las dos décadas que van de 1920 a 1940. Se trata de “El caníbal de Cayastá” acontecido en 1936, “El triple crimen de Estación Clucellas” de 1940, “El crimen del Juzgado de Paz” de 1927 y “Secreto y muerte de Abel Ayerza” de 1932, todos crímenes truculentos cuyo relato se sustenta en la recreación de imágenes ficcionales, el apoyo de pruebas documentales de la época y el testimonio de profesionales en la materia, como criminólogos, antropólogos, forenses, escritores y periodistas, a lo que se suma la voz en off, a modo de relato, del actor Alberto Ajaka.
Unidos por lo escalofriante de cada uno de los relatos que son parte de la historia más oscura de la criminología provincial de todos los tiempos, la serie, de muy buena factura técnica, contó con un seleccionado de grandes actores, en su mayoría de la provincia, integrado por Germán de Silva, Raúl Kreig, Gustavo Guirado, Javier Bonatti, Adrián Cáceres, Sergio Gullino, Camilo Céspedes, Sebastián Roulet, Ruy Alexis Gatti, Claudio Casco, Federico Kessler, Rubén Ayrala, Sergio Stillo, Walter Alemandi, Lucas Ranzani, Guillermo Frick, Mariana Mathier, Hernán Rosa, Maximiliano Jenkins, Lola Vitale, Facundo Suárez, Joaquín Hormaeche y Gina Hormaeche.
El disparador
“El proyecto surgió cuando conocimos la historia de Aparicio Garay, que se remonta al año 1936 en la zona de Cayastá donde había ocurrido un crimen estremecedor. Se trataba de un isleño que decía tener 16 nombres distintos y que había cometido un acto de canibalismo”, dijo a modo de adelanto del primer capítulo el realizador Baltasar Albrecht. Y respecto del sangriento caso de delirio místico que inspiró la historia y que motivó la realización de la serie, agregó: “Cuando empezamos a investigar e indagar en el caso, surgían cada vez más elementos que parecían salidos de un relato fantástico. De hecho, este personaje estaba guiado por una voz mística a la que llamaba El Horario, que conducía todos sus actos. A partir de allí quisimos expandir todo el proyecto: no sólo retratar una historia sino abordar otros casos que habían ocurrido en esa misma época, para que se puedan emparentar con esta historia inicial y que generen en sí una unidad temática y narrativa que hoy tiene la serie, al tiempo que el desafío estaba en encontrar casos de esa misma potencia dramática, que por estar tan alejados en el tiempo también nos permitían tener una aproximación histórica. Es decir: que no fueran versiones periodístico-televisivas de los hechos, sino que a partir de allí pudiésemos construir un relato al que aportaríamos diversos géneros y narrativas cinematográficas, y por la falta de archivos, eso nos llevó no sólo a las recreaciones de ficción clásicas sino también a la recreación de materiales documentales que teníamos a disposición”.
Por su parte, el también director Gastón del Porto habló acerca de la profundidad y elocuencia que adquieren las historias a partir de la reconstrucción ficcional. “Teníamos decidido agregar ficción al proyecto, pero el presupuesto era para documental y por lo tanto no nos iba a alcanzar. Por suerte lo pudimos resolver junto al equipo de producción con otros aportes y subsidios y así encontramos la manera de fusionar ambos géneros. De este modo nace esta docuficción donde buscamos que fuera lo más perfecta posible esta convivencia entre lo ficcional y lo real; donde lo real entrega a la ficción nuevas posibilidades al tiempo que la ficción hace que lo real pueda aparecer con una intensidad mucho más fuerte. También, cómo un lugar reconocible, un barrio tranquilo, un pueblo de gente trabajadora o la calma habitual de la orilla de un río pueden convertir su universo real para transformarse en una atmósfera oscura, hostil y asfixiante”, dijo el realizador. Y detalló: “Lo que nos atrajo particularmente es la simbiosis que se genera entre la ficción y el documental y no tratar de separarlos sino que formen una sola unidad y se retroalimenten. Y al no haber material de archivo de imágenes y de todos modos buscando lograr esta comunión, nos apropiamos de entrevistas, documentos y fotografías de esa realidad, y los modificamos y utilizamos para contar mejor las historias, obviamente respetando el acontecer de los hechos, pero que se puedan disfrutar sin advertir estos cruces”.
Del Porto habló además del gran trabajo que realizaron en la selección de actores y actrices que pudieran cargarse personajes de una gran complejidad dramática. “Fue un gran desafío, no sólo por las apariencias físicas de cada uno sino, y sobre todo, por las necesidades narrativas y dramáticas. Algunos y algunas surgieron de un casting y otros por conocerlos de trabajados anteriores”.
Pero algo particular pasó con el actor Germán de Silva, a quien habían visto El limonero real, película de Gustavo Fontán basada en la novela homónima del escritor santafesino Juan José Saer. “No podía ser otro, lo teníamos decidido aún antes de consultarlo. Y al mismo tiempo lo vimos en la película y veíamos a Aparicio Garay recorriendo las islas. Por suerte aceptó, y fue quien se puso en la piel y la sangre del caníbal”, completó Del Porto.
Producir en las provincias
Para Paula Rodríguez de Alto Cine producciones, generar proyectos audiovisuales en el mal llamado «interior», tiene como condimento una serie de cuestiones a favor y otras en contra. “En principio, hay mucha gente formada y poca capacidad de trabajo real dado que no existe una industria audiovisual. Es decir: no hay locaciones o un mercado de locaciones donde la producción alquila un lugar y las personas saben y entienden de qué se trata un rodaje y suelen faltar equipos que hay que alquilarlos en Buenos Aires. Pero al mismo tiempo, y como en mi caso que decidí quedarme a producir en la ciudad (Santa Fe), seguimos trabajando para que esa industria llegue finalmente. En ese sentido, se conformó la Mesa Audiovisual de Santa Fe y estamos trabajando de manera vinculada con todas las asociaciones de la provincia para que pronto tengamos una ley y ese apoyo industrial que tanto necesita el sector; tenemos talentos desde el lado técnico y el actoral del mismo modo que los paisajes y la arquitectura”.
Y respecto de la concreción de Episodios criminales, Rodríguez completó: “Nos presentamos a un concurso de lo que era Espacio Santafesino y ahora es el Plan de Fomento de la provincia de Santa Fe, resultamos ganadores, pero como el dinero no nos alcanzaba para llegar al producto que habíamos imaginado, seguimos probando suerte y mandando material a otras convocatorias. Así fuimos ganadores del Fondo Nacional de las Artes, y allí tomamos definitivamente la idea de extender el proyecto de unitario a una serie de cuatro capítulos con el que nos presentamos en el Instituto del Cine (Incaa) y volvimos a ganar. Finalmente tuvimos, además del apoyo privado, un cuarto apoyo institucional de la ciudad de Santa Fe como set de filmación”.