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Bajada Génova, el peligroso ingreso a Rosario que la comunidad de isla El Espinillo pide regularizar

Privatización de la costa mediante, los accesos públicos al Paraná son cada vez menos. El que está a metros del Gigante, en Arroyito, es utilizado desde hace cuatro décadas por familias isleñas. Para la compra de alimentos o herramientas, a diario, pero también para urgencias médicas y nacimientos

Casi no quedan accesos públicos al río Paraná en Rosario. Los habitantes de la isla El Espinillo que se trasladan a diario hasta la ciudad utilizan desde hace décadas una bajada en barrio Arroyito, a la altura del cruce de avenida Génova con bulevar Avellaneda, que carece de las mínimas medidas de seguridad para sus canoas o lanchas y para ellos mismos. Reclaman que se regularice el sitio, se lo incluya en el reordenamiento territorial urbano y se lo ponga en condiciones.

Son unas 40 familias de El Espinillo las que utilizan principalmente ese acceso por agua a Rosario. Está escondido de la mirada pasajera entre un imponente edificio en construcción y la guardería náutica Botar. Es a metros de las instalaciones del club Rosario Central y de la arenera que muestra sus dos silos en diagonal con el Gigante, en Avellaneda y Pedro Tuella. Los isleños llegan y parten a diario desde la llamada «bajada Génova» para trabajar en la ciudad, los que lo hacen, aprovisionarse de alimentos, combustible y herramientas, hacer trámites. Es el trayecto más corto y el modo más rápido de cruzar hasta la otra orilla en caso de una urgencia médica. O cuando se avecina un nacimiento. No es sólo comodidad: a veces, una cuestión de vida o muerte.

La ribera del Paraná, a lo largo de Rosario, fue perdiendo accesibilidad. Clubes deportivos, guarderías náuticas, además de instalaciones como la de Aguas Santafesinas o las propias condiciones del terreno, redujeron los espacios para embarcar y desembarcar con seguridad.

Los habitantes de El Espinillo utilizan la bajada Génova desde hace unas cuatro décadas. En un principio, llegaban y partían por la llamada bajada Neptuno, también en Arroyito, un acceso que terminó siendo parte del club Náutico Avellaneda. Se trasladaron al predio donde operaba la arenera Righetti, a la altura de calle José Ingenieros. De allí tuvieron que correrse, otra vez, cuando sus propietarios se lo vendieron a la misma institución deportiva. Se mudaron, junto con la arenera, al espacio en el que construyó sus nuevos silos, donde la calle Pedro Tuella desemboca en Avellaneda. Y hace poco más de 40 años recalaron unos metros más al norte, en la bajada Génova, al lado de la guardería náutica Botar, con la que comparten el ingreso al inicio de la avenida Carrasco.

La zona atravesó numerosas transformaciones. La principal, durante la última dictadura cívico militar, como parte de las obras para el Mundial de Fútbol de 1978 que comunicaron Avellaneda y La Florida con el trazado que bordea el río. Donde hoy está la bajada Génova, funcionaba el restorán de pescados El Dorado, montado en buena parte sobre pilotes que avanzaban sobre el agua del Paraná.

Hay, es verdad, otros sitios para cruzar hasta el norte de Rosario desde las islas. Pero son precarios e inseguros. Las embarcaciones no se pueden dejar sin la casi certeza de sufrir robos o daños. Por ejemplo, el embarcadero de pescadores al sur del Acuario, frente al parque Alem. Las familias de El Espinillo quieren mantener la bajada Génova, pero reclaman que la Municipalidad la regularice, la saque de esa incómoda invisibilidad que comparte con otros lugares de la urbe y la ponga en condiciones. Les piden a los concejales que por medio de una resolución le den legalidad a un espacio que ya tiene la legitimidad dada por su uso durante decenas de años. Que ingrese a los planos y así, con derecho, pueda hacerlo en el presupuesto de la ciudad para mejorarlo.

Una entrada peligrosa

El sitio está en pésimas condiciones. Sin luz, lo que dificulta la llegada o partida durante la noche, y con un acceso peligroso: una escalera desvencijada, un pontón ladeado que ahora, con la bajante del Paraná, parece flotar sobre el barro y la arena, y un camino de losa en parte desmoronada. Salir y entrar de la canoa o la lancha implica hacerlo en el agua, y después sortear los obstáculos del terreno. Gabriel Callegri, uno de los referentes de la comunidad de El Espinillo, explica que no es por comodidad que reclaman acondicionar el lugar. Un tío suyo, hace unos días, sufrió un infarto subiendo por los traicioneros escalones que llevan hasta un camino igualmente deteriorado y, por último, a la salida frente a la avenida Génova. Lo llevaron con una camioneta hasta el Hospital Alberdi, pero los médicos no pudieron salvarlo.

La importancia de contar con un acceso seguro a Rosario para los isleños se puso en evidencia con la reciente emergencia ambiental en el Delta, causada por el descontrol de las quemas en medio de una bajante histórica del río y la prolongada sequía. Muchos habitantes de las islas quedaron cercados por las llamas. No pocos perdieron sus viviendas. Los que viven en El Espinillo, en su mayoría dedicados a la pesca, son los que se movilizan ahora. Pero destacan que una bajada en condiciones beneficiará también a sus pares de la isla El Charigüé, con familias que viven de la ganadería sustentable, y de El Embudo, que en parte trabajan en el cuidado y mantenimiento de otras viviendas y en la reparación de taxis y fletes náuticos. Poder cruzar a Rosario en 15 minutos y desembarcar con seguridad implica, en algunos casos, la posibilidad de salvar una vida en riesgo. Y mantener un sinnúmero de oficios en la otra orilla.

Lo que piden no es exagerado. El mismo tratamiento que otros embarcaderos como los utilizados por las lanchas taxis, por ejemplo, para cruzar rosarinos hasta los paradores en las islas. Hay varias, están reguladas, figuran en los papeles y en las previsiones presupuestarias. Por ejemplo, la de la Estación Fluvial en la costa céntrica, o las del norte al lado del balneario La Florida, en Costa Alta o el Paseo del Caminante.

«Este lugar de desembarco es para provecho de todas las comunidades isleñas de la zona. Solicitamos una pronta aprobación en el Concejo Municipal de un proyecto que adecue esta bajada a las necesidades de las comunidades.
Solicitamos al señor intendente de Rosario y a todxs lxs concejales,responsabilidad y premura . Esta bajada es de vital importancia y dependemos de ella en casos de emergencias como la ocurrida hace muy poco. Solicitamos su pronta legalidad y adecuación. Gracias», es parte del texto que los habitantes de El Espinillo comenzaron a hacer circular entre otras asociaciones o grupos relacionados con el río.

 

 

 

 

 

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