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Adiós a Quino, el padre de la emblemática Mafalda

El dibujante y humorista gráfico mendocino falleció este miércoles a los 88 años dejando un legado que trasciende las fronteras del país y que, seguramente, continuará siendo a través de su personaje más querido y reconocido una bandera contra las desigualdades e injusticias sociales en el mundo

El dibujante y humorista gráfico Joaquín Salvador Lavado, conocido popularmente  como Quino, creador de la emblemática tira Mafalda, murió este miércoles a los 88 años, según anunció en Twitter su editor Daniel Divinsky.

“Se murió Quino. Toda la gente buena en el país y en el mundo lo llorará”, escribió Divinsky, quien estuvo al frente de Ediciones La Flor.

Mafalda, personaje creado en 1964, iluminó las primeras reflexiones sobre la sociedad y la política, y de esa manera llegó al corazón de millones de personas al ser traducida a cuarenta idiomas, trascendiendo generaciones, países y culturas.

El humor de Quino era típicamente ácido e incluso cínico y ahondaba en la miseria y el absurdo de la condición humana, lo que lo llevaba a abordar temas como la burocracia, los errores de la autoridad y las instituciones inútiles a través del absurdo.

De un carácter trágico y un humor negro propio de Andalucía, de donde procedían sus padres, Quino había nacido en Mendoza el 17 de julio de 1932, cuando sus padres llegaron al país.

En 1945, al morir su madre, inició estudios de dibujo en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza, pero cuatro años después abandonó al decantarse por el mundo gráfico y la historieta con el nombre de Quino, como le llamaban de pequeño para distinguirlo de su tío, el ilustrador Joaquín Tejón, quien despertó su vocación de dibujante.

Ese mismo año se trasladó a Buenos Aires, y pudo publicar su primera página de humor gráfico en el semanario Esto es. A partir de 1957, publicó regularmente en medios como Rico Tipo, Dr. Merengue o Tía Vicenta y también en ilustraciones de campañas publicitarias.

Mafalda apareció por primera vez en “Gregorio”, el suplemento de humor de la revista Leoplán, el 29 de septiembre de 1964, y comenzó a publicarse todas las semanas en Primera Plana, de Buenos Aires.

La historieta pasó a ser uno de los mayores íconos de la cultura popular, nació de un encargo para una compañía de electrodomésticos, y posteriormente fue creciendo como la niña rebelde y cuestionadora que reflejaba el mundo de los años 60: las inquietudes sociales y políticas de la clase media argentina, y los temas de impacto social como la injusticia, la guerra, el racismo.

Junto a Mafalda aparecieron sus amigos, el materialista Manolito, el soñador Felipe, la chismosa Susanita, el inocente Miguelito, el tierno Guille y la izquierdista Libertad. Ellos fueron los que ayudaron a componer un mosaico social que trascendió fronteras, dado que las tiras fueron traducidas a treinta idiomas y llevadas al cine y la televisión.

Con el éxito que fue alcanzando, en marzo de 1965, Mafalda comenzó a aparecer en el diario El Mundo hasta diciembre de 1967, después continuó en el semanario Siete Días.

En 1969 se publicó el primer libro de Mafalda fuera de Argentina. Se trató de  Mafalda la contestataria, que se editó en Italia. En 1970 llegó a España. En 1972, Quino publicó su segundo libro de humor gráfico titulado A mí no me grite y en 1973, el tercero, Yo que usted.

Ese mismo año dejó de dibujar a  Mafalda, si bien recuperó el personaje en varias ocasiones por causas benéficas.

Galardonado en 2014 con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, a lo largo de su trayectoria recibió infinidad de distinciones como la Encomienda de Isabel la Católica de España, la Medalla de la Orden de la Artes y las Letras de Francia y la insignia de oficial de la Legión de Honor francesa.

En 2012, la tira Mafalda llegó en formato eBook a la Tienda Kindle de Estados Unidos en español, y en diciembre de 2012 hace su llegada oficial a las redes sociales, con sus cuentas en Twitter, Facebook y Pinterest.

Las últimas lenguas en las que se publicó la historieta fueron el braille y el guaraní.

En la memoria colectiva

Sobre todos los temas que hacen a las grandes injusticias del mundo, con una vigencia sin precedentes para una tira argentina creada hace más de 50 años, Mafalda llegó a miles de hogares con un reconocimiento mundial enorme, dejando cientos de frases que quedan grabadas en la memoria de sus lectores, como aquella famosa que dice: “Paren el mundo que me quiero bajar”.

Contundentes, irónicas, inconformistas, las ocurrencias de Mafalda a lo largo de sus 56 años de historia, es decir las frases que Quino escribió para su personaje más emblemático, tuvieron un impacto de generación en generación por su vigencia con los años y porque lograron salir de la tira para convertirse en máximas con gran humor y sentido social, plasmadas en imanes, tazas o remeras.

“Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante”, “¿y si en vez de planear tanto voláramos más alto?”, “no es que no haya bondad, lo que pasa es que está de incógnito”, son algunos de los juegos de palabras con los que Quino desplegaba el humor para hacer de su tira una crítica social y una denuncia contra la desigualdad, la crueldad y la injusticia.

Es que Mafalda era irreverente, una militante liberal que quedaba absorta ante la injusticia, la hipocresía y la discriminación. Cuando en 2014 se celebraron los 50 años de la famosa tira y los medios le preguntaban a su creador cuál sería la principal preocupación de Mafalda en ese año, Quino (simple pero tenaz) respondió: “La estupidez humana, seguro”.

Mafalda también podía ver a su mamá fregando y preguntarle: “Mamá, ¿qué te gustaría ser si vivieras?”. Y de tanto mirar a su alrededor también era capaz de asegurar: “Lo malo de la gran familia humana es que todos quieren ser el padre”.

De hecho, frases como esas convirtieron al personaje en un icono para representar la lucha de las mujeres desde las infancias.

Incluso cuando en Argentina se debatía la interrupción voluntaria del embarazo circulaba en las redes una imagen de Mafalda con el pañuelo celeste, que representa a los sectores que están en contra del aborto legal, seguro y gratuito. A propósito de aquella versión, Quino dio un mensaje: “Se han difundido imágenes de Mafalda con el pañuelo azul que simboliza la oposición a la ley de interrupción voluntaria del embarazo. No la he autorizado, no refleja mi posición y solicito sea removida. Siempre he acompañado las causas de derechos humanos en general, y la de los derechos humanos de las mujeres en particular, a quienes les deseo suerte en sus reivindicaciones”.

Más allá de sus frases, el contexto y los objetos de la familia de Malfalda también tenían como objetivo reflejar las injusticias del entramado social y la cultura de consumo reinante en Latinoamérica donde los objetos codiciados pertenecen a algunos, mientras a otros se les deja la posibilidad de acceder a “copias”. Desde la Universidad de Mar del Plata, en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño, Franco Marchionni y Romina Giselle Sales publicaron un artículo que aborda la temática, postulando al entorno de Mafalda como “una familia que no aspira a pertenecer a otro escalafón social. Se habituaron a ser lo que son y hacer lo que les permite el sueldo de un empleado de oficina: vivir en un departamento, comprar con esfuerzo un citrôen 2CV, veranear cerquita, acceder a cierta tecnología hogareña”.

En el recorrido realizado por el mundo de las imágenes de Quino, pueden verse los significados culturales, históricos y sociales de los objetos utilitarios principalmente, pero también los de diseño y artísticos que aparecen formando parte de la cotidianidad de los personajes que habitan las viñetas. “Los objetos encantan, sujetan, subyugan, anclan a las personas a la vida diaria haciéndolos cómplices forzados de un juego cuyas reglas se escapan a la mayoría de los participantes. Convidados de piedra de un festín ajeno”.

Colegas y amigos lo despidieron en las redes sociales:

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