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La hija del Trinche Carlovich es enfermera del Centenario y está en la primera línea contra el covid

María Laura trabaja en el hospital público y reclama mejores salarios para el personal sanitario, junto a sus compañeros. Con un perfil tan bajo como el de su padre, pide hacer hincapié en el trabajo de equipo y no en su apellido. Y cuenta cómo es el vínculo con los infectados

María Laura Carlovich es enfermera en la Sala 2 del Centenario, destinada a pacientes Covid. Trabajó antes en un sanatorio privado y también durante mucho tiempo en geriátricos.

Es la hija mayor del querido Trinche. Y con la misma humildad que su padre, el que hacía magia en Tablada, pero que es adorado en todo el mundo, pide en alguno de los audios que manda: “No me gustaría que en la nota se haga foco en mi viejo, ¿puede ser?”.

Es muy querida en el hospital y es otra de las voces que este martes estará en la protesta frente al Hospital. Y dice: “En nuestro laburo, el paciente necesita de nosotros una caricia, un saludo, contención. Nos acostumbramos a esto, no es sólo darles remedios o administrar un suero. Y en este contexto de pandemia, lo que menos podemos hacer es dar afecto. Con los trajes de protección para no contagiarnos, todo lo que ven de nosotros son los ojos detrás de unas gafas y una escafandra. El vínculo que tenemos siempre, que es tan lindo, tomar de la mano a quien está internado, se pierde. Es una incomodidad total. Lo hacemos, pero es muy feo. Ese es un costado de esta enfermedad del que se habla poco. La distancia que estamos obligados a mantener”.

“Nunca dudé de estudiar enfermería. Me gusta este trabajo. Siempre voy con ganas a laburar. Aprendí a hacer esto en equipo»

Carlovich explica también los motivos salariales para este reclamo del personal del Centenario: “Insumos tenemos, no podemos quejarnos por ese lado. Pero la verdad es que después de tantos meses de trabajo con la pandemia, estamos agotados. Y los sueldos no alcanzan. Este año no hubo paritaria y el aguinaldo por ejemplo en diciembre, va a ser el mismo que el del año pasado, inflación mediante. Y el personal que se fue sumando porque hubo más demanda, todos como monotributistas, todavía peor. Porque al final del mes, cuando cobran reciben diez mil pesos menos que el que está en planta”, finaliza.

El coronavirus tiene además una variante desconocida para quienes trabajan en la salud. Acostumbrados a salvar vidas, hoy se encuentran con la novedad de estar lidiando a nivel mundial con una enfermedad de altísima contagiosidad, para la que no existen aún vacunas ni remedios.

No sólo está en riesgo al paciente, sino quienes buscan curarlo. En este contexto, Carlovich cuenta algo más de su historia y recuerda el primer día que ingresó a atender en una sala Covid: “Nunca dudé de estudiar enfermería. Me gusta este trabajo. Siempre voy con ganas a laburar. Aprendí a hacer esto en equipo. Con los camilleros, médicos, las otras enfermeras. Vamos resolviendo siempre las dudas. Y ahora con la pandemia, más que nunca. Lo que sentí la primera vez que ingresé a la sala de coronavirus, fue fuerte. Porque te preguntás todo el tiempo si no estás llevando el virus a tu casa, porque puede estar en cualquier superficie”.

“Insumos tenemos, no podemos quejarnos por ese lado. Pero después de tantos meses de trabajo con la pandemia, estamos agotados. Y los sueldos no alcanzan»

Para el final, más detalles de cómo se vive cada jornada de trabajo. Mientras se escucha el audio de WhatsaApp de María Laura, la primera sensación es que lo mismo está pasando con el personal sanitario en todos los rincones del planeta, en todo este año.

Y que sus reclamos salariales deberían ser escuchados por las autoridades: “Te sentís muy rara, extremadamente responsable, porque además tenemos a cargo generalmente ocho pacientes. Y a veces en la misma sala hay pacientes que no lo tienen y vos pensando si no estás contagiándote vos, o llevando la enfermedad a otro paciente que no la tiene. Y es navegar en lo desconocido, o de tener la sensación que todo lo que hacés, es poco. Porque estamos hablando de un virus que se está investigando, para el que no hay vacunas, pero con el cual vos estás lidiando todos los días, con pacientes que ves que se agravan y mueren. Eso genera mucha impotencia, también. Y te da tanta paranoia, que sanitizás todo, los picaportes, el calzado. Es fundamental en todo esto el compañerismo, nosotros lo que siento que tenemos es un equipazo, ese cuidarnos entre todos, encontrás como una fuerza extra y la energía de sentir que ese paciente se puede salvar”.

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