El actor español Javier Cámara, que interpreta a un ministro ambicioso e incompetente en Vota Juan, comedia de Diego San José sobre las pujas despiadadas de poder en España y cuyas dos temporadas están ya disponibles desde en Flow, consideró que «es interesante que veamos políticos imbéciles en todas partes del mundo».
«Se trata de una comedia con un personaje patético que está intentando sobrevivir en un mundo dificilísimo, pero que ha conseguido ser ministro de Agricultura y nadie sabe cómo», explicó Cámara a Télam sobre el puntapié de la serie que fue un éxito en España.
El actor, que en su vasta trayectoria trabajó con Pedro Almodóvar en las películas Hable con ella, La mala educación y Los amantes pasajeros, con Paolo Sorrentino en la serie The Young Pope y que acaba de estrenar en su país Sentimental, de Cesc Gay junto a Griselda Siciliani, advirtió: «Esa historia resulta terrible en un drama, pero en una comedia te estás riendo y de pronto dices «Dios mío, estamos rodeados de gente así»».
«Qué miedo la política -agregó- que cualquiera puede llegar a ese lugar sin ninguna formación, con dinero, malas artes o por estar en el lugar indicado en el momento indicado».
Estrenada en España en 2019, la serie dirigida por Diego San José (Fe de Etarras, Ocho apellidos vascos) y producida por 100 Balas (The Mediapro Studio) y TNT España, compone una crítica despiadada al universo abyecto de la política desde el personaje desopilante de Juan Carrasco, un hombre mediocre, sin formación, credenciales ni buenas intenciones empujado por la ambición.
Los ocho episodios de media hora de la primera temporada de la serie, cuyo reparto completan María Pujalte, Adam Jezerski, Joaquín Climent, Anna Castillo, Jesús Vidal, José Manuel Cervino y Alberto San Juan, entre otros, cuenta el anhelo de Carrasco de presentarse a las primarias de su partido y optar a la candidatura de la presidencia del gobierno.
La segunda, presentada en España como la secuela Vamos Juan y con siete capítulos, aborda la vida del personaje dos años después de su ascenso político, trabajando como profesor de biología en un instituto de su ciudad natal.
Sobre la repercusión que tuvo la serie en España, Javier Cámara aseguró que fue mayor a la esperada: “No apostábamos a que fuera popular porque habla de dos temas un poco tabú en la televisión española como el sexo y la política. Sobre todo la política, vista desde la comedia, era un sitio al que no quería ir nadie. Yo confiaba mucho en Diego San José y queríamos reírnos de la política con un personaje bien desastroso, inútil absoluto y que nos cayera bien. Y que eso fuera lo terrorífico y lo cómico. Abordamos temas como el Opus Dei o la parte machista del personaje, había una cosa muy peligrosa pero nos dieron libertad e incluso dijeron «denle más, pásense». Y cuando se estrenó empezó a ir muy bien con los críticos y también con los analistas políticos, porque les encantó. Un exministro dijo que no habíamos hecho una serie, habíamos hecho un documental”.
Y sobre el traspaso de fronteras que realizó la producción, el actor mencionó: “No pensamos nunca en el extranjero. Pero abría periódicos en Colombia, en Perú y leía entre líneas el desastre político. El hecho de que el hijo del presidente y la cuñada y fulana de tal son los nuevos miembros del ministerio de no sé qué. El hermanismo, el amiguismo; la política está llena de todo eso. Aquí ves que en el Congreso se dicen cosas terroríficas y luego los ves sentados en un restaurante comiendo y riendo. Y nos interesaba eso, no hablar del político interesante, sino del desastroso que es muy común en el mundo, porque no llega quien saca una nota alta en una universidad para ser político, llega el más ambicioso y ése es el peligro”.
Por otro lado. el actor aseguró que la historia no se basó en ningún partido político en particular, aunque tiene un poco de cada uno: “No quisimos darle un partido político. Mucha gente nos dice «es de derecha» porque va con traje y corbata. Un periodista muy de derecha nos dijo «ustedes se rieron de los socialistas». Siempre venían analistas políticos o gente que ha trabajado en equipos políticos y nos decían «habéis clavado a éste» o «a tal». Cada uno ha sacado sus conclusiones y eso nos salvó. Además no es un político de un solo sitio, están en todos lados y eso te da más miedo. Pero no podíamos fijarnos en nadie porque la realidad supera a la ficción todo el tiempo. Sólo en Madrid la política cambia cada día. Ahora mismo el gobierno de Madrid está haciendo un desastre de gestión, tenemos 300 muertos todos los días y nadie está diciendo que la culpa es suya”.
En tanto, el actor destacó cómo el humor le quita dramatismo a la dura realidad política en todo el mundo: “Es una serie de humor, una comedia y nos apetecía humanizar al personaje. La comedia a veces tiende a deshumanizarlo, hacerlo más frívolo o más caricaturesco y nos apetecía que fuera más poliédrico y diferenciar la política de la familia y de su propia ambición. Al humanizar al personaje corríamos el peligro de que a la gente le cayera bien. Te cae bien, este hijo de puta, yo lo amo. Y ahora nos queda mucho por desarrollar. Me encantaría que fuera a Bruselas a la Comunidad Europea, donde debe haber un 10 por ciento al menos de gente bastante nefasta que no está formada y la política es un trampolín muy importante para eso”.