Hernani Natale, Télam
Con clásicos como «Woman», «(Just Like) Starting Over», «Watching the Wheels» y «Wonderful Boy», entre otros, la placa, que llegó a las bateas el 17 de noviembre de 1980, tomó dimensiones impensadas a raíz del asesinato del músico, ocurrido el 8 de diciembre de ese mismo año.
La celebración del amor a su mujer («Woman», «(Just Like) Starting Over», «Dear Yoko») y a su pequeño hijo Sean («Beautiful Boy») dominan una escena que encuentra su explicación en boca del propio John en «Watching the Wheels».
Apenas «I´m Loosing You» mantienen un pulso rockero que lo devuelve a su mejor versión, condimentado con los filosos fraseos de guitarra de Earl Slick y Hugh McCracken.
Justamente estos dos intérpretes, sumados al bajista Tony Levin y el baterista Andy Newmark, conformaron la base de una banda de acompañamiento que también tuvo a George Small, en teclados y a Arthur Jenkins Jr., en percusión.
Curiosamente, fue «Kiss, Kiss, Kiss», una canción de la criticada Yoko Ono, el otro corte del disco que, por su hipnótico ritmo bailable y una brillante interpretación vocal que crea climas cargados de sexualidad, destaca sobre el resto.
El origen de este trabajo que regresó a la escena al ex beatle, luego de un retiro voluntario para criar al pequeño Sean, surgió luego de un viaje por Bermudas, en donde el artista tuvo que timonear sin saber hacerlo, una embarcación que estaba por ser arrastrada por una gran tormenta, para salvar su vida.
Sin saber cuál era la conexión, el heroico acto pareció devolverle la confianza propia al artista que, en un rapto de inspiración, compuso de un tirón las canciones del disco, las cuales registró de manera casera en una cinta que circula de manera pirata bajo el nombre «The Bermudas Tapes».
Cuenta la leyenda que el reciente éxito de su antiguo camarada Paul McCartney con su canción «Coming Up», del disco McCartney II, también resultó un incentivo para el regreso a la actividad.
Paradójicamente, el tono familiar de las creaciones de Paul en su primer trabajo solista de 1970, cuando las heridas por la disolución de The Beatles estaban abiertas, habían sido el centro de las burlas de Lennon, en pleno enfrentamiento mediático.
El contrato se firmó con el sello de David Geffen y Jack Douglas fue elegido como productor del disco que tuvo una moderada repercusión en su salida, más allá de la curiosidad lógica por el regreso del ex beatle, pero que tomó una popularidad insospechada luego del fatídico 8 de diciembre.
Más allá de eso, las composiciones de Double Fantasy, con sus bellas melodías y sus líricas cargadas de optimismo, se alzan desde entonces como himnos para toda generación de mediana edad.