La abogada rosarina Susana Chiarotti expuso este miércoles en el plenario de comisiones del Senado de la Nación, donde desde este lunes se discute el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo con media sanción de Diputados. Chiarotti es representante del Comité de Expertas de la OEA y habló sobre el embarazo y la maternidad infantil forzados, haciendo foco en el caso de Juana, una niña wichi de 12 años que fue víctima de violación por parte de 8 hombres y de vulneración de derechos con el Estado como responsable. Desde El Ciudadano compartimos su ponencia completa.
«En Argentina 3 niñas por día se convierten en madres cuando su cuerpo no terminó de crecer»
Quiero recordar una experiencia que la mayoría conoce, la de Juana, niña wichi de 12 años, con retraso madurativo, de la comunidad Lhaka Honhat, en Salta, que junto a otras dos niñas fue atacada y violada por 8 hombres. No pudo denunciar por falta de traductor. Cinco días después de la violación, el forense que debía intervenir, para no trasladarse a donde vivía la niña, pidió a un médico de la zona que le enviara fotos de la vagina de Juana por Whatsapp. El médico se negó.
Juana quedó embarazada por la violación. 6 meses después, los 8 autores seguían libres. El fiscal a cargo del caso, Cazón, declaró en la cámara de diputados: “si nos vamos a poner a hacer pruebas de embarazo ante cada violación no terminamos mas” dando una imagen de lo frecuentes que son las violaciones en esa zona.
Las ecografías mostraron que era un feto anencefálico. El personal de salud se opuso a realizar la ILE alegando objeción de conciencia. A pesar de la violación en banda, de la discapacidad de la niña y la inviabilidad del feto, se le pidió que “aguante porque el niño podía nacer vivo”. El 7 de junio de 2016 fue sometida a una cesárea en el Hospital Materno Infantil de Salta. Juana fue forzada a ser madre de un feto anencefálico, que falleció a los pocos minutos.
No hay estadísticas de niñas embarazadas menores de 15 años ya que se las incluye dentro del embarazo adolescente, que va de 10 a 19. Pero son realidades distintas. No es lo mismo parir a los 10 que a los 18 años. Si bien el número de embarazos infantiles es menor que el de las adolescentes, quienes trabajamos en el marco de los derechos humanos, no usamos enfoques epidemiológicos y cada niña cuenta. Cada historia de vida es un espejo de la sociedad en que vivimos.Y en este problema de las niñas madres podemos ver la sumatoria de injusticias, desigualdades y discriminaciones que atraviesan el tejido social en cada país.
En Argentina, las cifras de Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud de la Nación muestran que en el 2018 hubo 2.350 niñas entre 10 y 14 años (3 niñas por día) que se convirtieron en madres cuando sus cuerpos aún no habían terminado de crecer.
El caso de Juana, como el de las niñas que agonizaban en el hospital Vidal de Corrientes, o las hermanitas de 9 y 11 años embarazadas por el padre en Tucumán que llegaron al hospital Avellaneda, muestra la realidad de miles de niñas que quedan embarazadas por abusos sexuales, así como la presión ejercida por el Estado para que el embarazo llegue a término y la niña sea madre, a pesar de los riesgos para su salud y su vida. Asimismo, mostró la falta de programas gubernamentales específicos para atender esa realidad.
Estos hechos obligaron al CLADEM a recurrir a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a investigar esta situación en los demás países, desde México hasta Argentina. Los datos son alarmantes. En su mayoría son casos de EMBARAZOS INFANTILES FORZADOS.
Hay embarazo infantil forzado cuando una niña queda embarazada sin haberlo buscado o deseado y se le niega, dificulta, demora u obstaculiza la interrupción del embarazo.
Hay maternidad infantil forzada, cuando no fue buscada ni deseada y sucede a una niña menor de 15 años. El deseo de la niña de interrumpir el embarazo es el indicador más claro de que no desea ser madre.
En los países que tienen legalizado el aborto, como Uruguay, las cifras son mucho más bajas (105) que en aquellos donde, con la misma población, tienen prohibido el aborto, como Nicaragua, con cifras 10 veces mayor (1600).
En todos estos casos de MIF, hay tres tipos de violaciones a sus DDHH:
1 El cuerpo es invadido sexualmente, violando su posibilidad de un desarrollo acorde a la edad.
2 Es obligada a llevar a término un embarazo que no deseó.
3 Es obligada a ser madre contra su voluntad.
Si el embarazo dura nueve meses, la maternidad dura toda la vida. Y la salida hipócrita que les ofrecen: “Que lo tenga y luego lo dé en adopción” esa salida que considera a la mujer- incubadora, es brutal también. No tiene en cuenta los riesgos ni los sentimientos de las niñas y consolida el estereotipo de mujer instrumental.
Por otro lado habría que preguntarse: dónde están los que antes del parto prometieron subsidios, vivienda, leche, pañales y ayudas de todo tipo para que la niña no abortara? Desaparecen al día siguiente del parto. Hemos seguido varios casos y la realidad posterior al nacimiento es tristísima.
Causas
A diferencia de Asia y Africa, donde la principal causa de los embarazos infantiles son los matrimonios tempranos, en América Latina el factor mayoritario está relacionado con la violencia por parte de extraños o incestuosa. Ambas tienen consecuencias diferentes.
¿Cuáles son los riesgos de los EIF?
Físicos: Hay complicaciones durante el embarazo y el parto, que son de alto riesgo. En muchos casos aún no está formado el piso pélvico. Hay mayores riesgos de sufrir preclampsia, eclampsia, ruptura de membranas, parto prematuro y diabetes gestacional. Hay 4 veces más probabilidades de morir a causa del embarazo que las mujeres de entre 20 y 30 años y 5 veces más posibilidades de fístula obstétrica.
Psíquicos: Síntomas de depresión, ansiedad, riesgos de suicidio. Si hubo abuso sexual: estrés postraumático, que aumenta en el caso del abuso incestuoso.
Económicos y de desarrollo personal: Cerca del 50% de las niñas embarazadas o niñas madres abandona la escuela. Un porcentaje reingresa en ciclos de menor calidad. Esto redunda en menos oportunidades de empleo y replica el círculo de pobreza. Una gran proporción de estas niñas tendrá trabajos informales, sin seguridad social y con bajos ingresos.
Tortura
Por ello el embarazo infantil forzado es considerado tortura, al igual que la maternidad infantil forzada.
En 1998 el embarazo forzado fue incorporado como crimen de lesa humanidad y crimen de guerra en los artículos 7 y 8 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
En el año 2016 el Relator Especial Contra la Tortura, de ONU incorporó en su Informe anual el tema de la tortura y malos tratos a mujeres, niñas y adolescentes en casos de embarazos forzados.
El CEVI, que vigila el cumplimiento de la Convención de Belém do Pará, consideró que el embarazo forzado perpetúa en la niña la violencia sexual y la expone a nuevas y reiteradas formas de violencia y vulneración de sus derechos. Por ello, en el Informe Hemisférico sobre Violencia sexual y Embarazo infantil” (2016), recomienda:
(…) “Eliminar el aborto inseguro asegurando normativamente que todos los embarazos de niñas sean considerados de alto riesgo y permitan la interrupción legal del embarazo”
El Comité CEDAW y el Comité de los Derechos del Niño, han catalogado el embarazo forzado como práctica nociva que afecta gravemente los derechos de las niñas, en su Recomendación General Conjunta N.31.
Deseo que se apruebe el proyecto de IVE para que disminuyan los EIF y MIF y finalmente se erradiquen.