Poliyo Baralis y el Colo Nina. Así eran conocidos en la calle los dos hombres que fueron asesinados y cuyos cuerpos aparecieron diseccionados en una radio de casi una veintena de cuadras en tres contenedores del barrio y el arroyo Saladillo. Eran amigos bajo una bandera común, la rojinegra, y así se mostraban en las redes sociales donde más de uno les dedicó un mensaje de despedida. La identificación de los cuerpos acaso sea el puntapié para empezar a develar el móvil de las ejecuciones. Y el mensaje escrito con sangre de los homicidas.
Con el correr de las horas se conocieron más datos del episodio escabroso, que ya se ganó un lugar en la historia criminal rosarina. Víctor Martín “Poliyo” Baralis, de 44 años y vecino de Villa Moreno, fue asesinado de un tiro en la cabeza. Jorge David “Colo Nina” Giménez, de 29, se estima que también. Mientras, el fiscal Patricio Saldutti pidió un nuevo rastrillaje en la zona de los hallazgos para recabar nueva evidencia y recuperar los restos que faltan. También ordenó el secuestro de toda secuencia captada por las cámaras cercanas a los tres contenedores de basura de Lituania al 5600, Pireli y Anchorena y Castro Barros y Anchorena como también en el arroyo Saladillo frente al frigorífico en Villa Gobernador Gálvez.
El antecedente inmediato en Rosario de una persona que fue asesinada y desmembrada es el caso de María Isabel Ruglio, una docente jubilada cuyos restos aparecieron en el arroyo Saladillo en febrero de 2020. La investigación determinó que una pareja que convivía con ella en una casa de Uriburu al 400 la mató e hizo desaparecer sus restos para quedarse con esa vivienda, previo armado de una coartada que quedó desbaratada. Ambos esperan un juicio oral detenidos.
Aunque disparador de la conmoción social, el desmembramiento post mortem de un cadáver no representa un agravante a la pena de homicidio. Pero si en el caso Ruglio la tarea de despedazar un cuerpo tenía un fin funcional, la de ocultarlo o impedir una posible identificación, en el doble crimen reciente la operatoria develó un mensaje a decodificar para alguien. A todas luces, la intención fue que los restos fueran hallados. “Evidentemente, un hecho improvisado no es”, admitió el fiscal Saldutti.
¿Por qué y para quién? A Baralis y a Giménez no se les conocían antecedentes o actividades que pudieran avizorar un desenlace atroz como el que tuvieron. Uno de ellos tenía anotaciones penales por delitos menores. Y si bien algunas versiones los ubicaron en la barra brava leprosa, una interna en ese ámbito no asoma entre las principales hipótesis. “Si bien eran de la barra, no significa que esto sea un problema de la barra en sí”, aseguró un conocedor del ambiente.
Una línea de investigación ventilada por voceros judiciales indicó que está bajo la lupa si las víctimas pertenecían a un grupo delictivo enemistado con Brandon Bay, líder de la banda Los Gorditos, quien se encuentra preso condenado y acusado de varios delitos graves ordenados desde el penal.
El martes a las 18, cuando el escozor provocado por el hallazgo de los cadáveres estaba latente, en el Centro de Justicia Penal fueron imputados Brandon Bay, sus hermanas Flavia y Aldana Bay, y otras tres personas por asociación ilícita, extorsión y tentativa de homicidio.
A lo mexicano
En esa audiencia se ventilaron audios de escuchas que integran un legajo de 90 páginas de evidencia fiscal: hechos violentos, amenazas, tiroteos e intentos de usurpaciones para dominar el territorio a fuerza de miedo. En las comunicaciones se captó una conversación del 8 de octubre pasado que la Fiscalía atribuyó entre Brandon y su ex cuñado. Brandon dijo: “Escúchame de paso van a buscar el Tornado y de paso matamos a un par de zombies. Me voy a llevar a uno”.
Sebastián Eduardo respondió: “Y, uno hay que llevarse, cuñado”.
“No, uno, uno me voy a llevar –replica el detenido–. Te mando un video con una motosierra fíjate como lo voy a cortar en pedazo bien bien a lo mexicano le voy a dar”.
Y Sebastián le contestó: “Y sí, a lo mexicano. Ahí está bien”.
Según la transcripción, Brandon contestó: “Por eso ahí, ahí poné los pibes. En auto me entran a buscar la moto y se llevan a uno y lo mando a cortar en pedazos y que se vayan de la casa. Le mando un video así con la motosierra ahí pam, pam, cortándolo en pedacito, que se vayan de la casa porque si no. Que se vayan todos de mi barrio. A un tal Elías, a un tal Elías lo queremos, lo quiero cagar”.
El ex cuñado dijo: “Ah sí, ese boludo”.
Brandon replicó: “Bueno, bueno a ese lo quiero cargar. Vos fíjate si me podés averiguar. Ahora a ver si los pibes están ahí para mandarle un buen, un buen guachazo ahora pero bien temprano pero bien piola. ¿Entendés? Dale en la boca, por todo lados”.
Según fuentes cercanas a la investigación, los detectives de la División Homicidios y el fiscal no tienen aún elementos concretos para vincular a la gavilla de Brandon con el doble crimen reciente, sobre el cual un peritaje apuntará a determinar con qué herramienta fueron cortados los cadáveres, aunque “el médico policial señaló que los cortes son prolijos”, según dijo Saldutti.
La pesquisa está en ciernes: “No se descarta ninguna línea investigativa en cuanto a la motivación”, explicaron los voceros judiciales y policiales.
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