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Alimentos, agua, medicamentos: los nuevos ejes del conflicto global

La crisis civilizatoria está en su nivel más alto, aupada en el calentamiento global, que pone en riesgo la humanidad. Todo responde a políticas instrumentadas desde los centros de poder hegemónicos que ahora monetizan hasta el agua y algunos están lucrando con las vacunas contra el covid-19

Jorge Rachid**

El mundo se ha canibalizado. Sin dudas la crisis civilizatoria está en su nivel más alto, aupada en el calentamiento global, que pone en riesgo la humanidad. Nada es producto de las circunstancias, todo responde a políticas instrumentadas desde los centros de poder hegemónicos, que han despreciado a los seres humanos y arrasado la naturaleza.

La pandemia sólo puso en evidencia lo ya existente, una molécula hizo de mensajera de la humanidad, para alertar al mundo de su finitud. Millones de años tiene la Madre Tierra, pocas decenas de miles la presencia del hombre en ella. Los suficientes para ponerla en peligro.

Cuando el agua se transforma en un elemento de los nuevos adoradores de dioses, como el Mercado, con cotizaciones a futuro en Chicago, o cuando los alimentos se transforman en procesos financieros de especulación mundial, en las diferentes bolsas de valores, van dejando de ser un elemento vital para los seres humanos, que nos vamos quedando sin destino.

La destrucción de los bosques nativos, verdaderos pulmones del planeta, van siendo arrasados por la lógica del lucro a cualquier costo. Comienza la desertización por la tala de bosques y la utilización de los agrotóxicos, que también destruyen flora y fauna autóctonas, además de sembradíos, afectando a las personas, produciendo enfermedades y hambre, al reducir la tierra fértil destinada al consumo.

Es entonces cuando los virus mutan, buscando nuevos escenarios de supervivencia, es cuando la inteligencia natural supera a la de los seres humanos, abandona su huésped en posibilidad de desaparición, pasando a parasitar a casi ocho mil millones de personas.

Un menú perfecto del coronavirus, para seguir existiendo como molécula. Vendrán más a futuro, si no somos capaces de revertir “la última ventana”, como llaman los ambientalistas al drama actual.

Fondos supranacionales: enclaves coloniales de nuevo signo

Desde hace tiempo atrás, en los últimos 50 años, apropiados por los llamados Fondos de Inversión, que sin cara ni rostros visibles, excepto unos pocos, han logrado en el mundo manejar la lógica egoísta del interés, logrado sobre el capital, como modo de producción de riqueza, sin cuestionar métodos ni extorsiones.

Estas formas de vida han sido criminalizadas por todas las religiones del mundo, como una desviación de los valores humanos, una verdadera perversión.

Estos fondos supranacionales, han condicionado a los países, avanzado sobre sus soberanías, apropiándose de sus recursos naturales y constituyendo verdaderos enclaves coloniales de nuevo signo.

No sólo desde el punto de vista económico, sino modificando también la conducta social de los pueblos, por ejemplo aquellos conceptos referidos a los medicamentos, que los transformaron en un bien de mercado, abandonando el concepto de bien social.

Esto es porque en su mayoría, los medicamentos de alto precio y baja incidencia, los biológicos de última generación y ahora las vacunas, han sido apropiados, en sus patentes, por estos verdaderos criminales, que ponen en riesgo a la población mundial, por falta de acceso económico a los mismos o por la sobremedicación, por imposición del mercado, que ha logrado instalar que para vivir bien, hace falta medicarse, en una nueva cultura sanitaria.

La suma de estos elementos parece ser tan evidente, que no se necesitaría escribirlos, sino fuese por el amparo comunicacional, mediático, el ocultamiento de la información, la sujeción de las noticias a las pautas publicitarias de estos mismos grupos, que terminan apropiándose por prepotencia financiera, de las empresas que antes les servían, como medios o Laboratorios  de producción farmacéutica.

Los medios y la naturalización de la muerte y del lucro

En ese sentido, los medios han constituido las cadenas internacionales del discurso único hegemónico, de una sola mirada macro económica, en un mensaje que crea sentido, degradando a los seres humanos y privilegiando los mercados globalizados.

Es entonces cuando la democracia como tal es puesta en discusión, cuando los pueblos comienzan a preguntarse de qué sirve ganar una elección cuando estos actores del poder actúan sobre la vida cotidiana y poseen el poder de cooptarla a sus intereses.

Esa preocupación invade al mundo, aunque no sea expresada por los dueños del poder, que manejan los medios. Es entonces cuando se marginaliza toda oposición y comienza esa naturalización de la muerte y del lucro, por encima de la vida.

En ese combo estamos, con una democracia cada vez más débil y un poder financiero más consolidado, que sin embargo fue puesto en jaque por una molécula, que destruyó mercados, lesionó economías y colocó nuevamente a los estados nacionales, como ejes dinamizadores, planificadores y financiadores de las políticas públicas.

El escenario pospandémico: un campo de disputas

Ese escenario es el pos pandémico, en donde se definirán los conceptos básicos de los futuros modelos sociales y productivos, pero también la vigencia o no de los valores y virtudes de la humanidad y la naturaleza.

Será un campo de disputa, una batalla de la vida contra la muerte, de la supervivencia o no de la humanidad; sin dudas será entre el materialismo degradante del hombre, convertido en mercancía o el de una sociedad solidaria que construya comunidad organizada, en equilibrio pleno con la naturaleza.

En ese campo la filosofía tendrá su palabra, junto a la antropología, las ciencias sociales, pero en especial el protagonismo de los pueblos, que en su praxis definirán si quieren vivir un mundo invivible, como la crisis civilizatoria que estamos atravesando o nos erguimos como mayordomos del planeta, con inteligencia, a convivir en formas menos hostiles y crueles, a las que vivimos en la actualidad.

Algo que tiene lugar en el mensaje de (el Papa) Francisco, la experiencia histórica del pensamiento vigente americano, mestizo, moreno, criollo, profundo, que hunde sus raíces en los movimientos populares de América Latina, la Pachamama como expresión de una naturaleza vital, ya no sólo de los pueblos originarios, sino de las próximas generaciones, para evitar el colapso final.

La “Patria Grande” tiene un rol para jugar en ese sentido, de paz y cuidado del planeta, como región de recursos, alimentos y agua.

“Los pueblos pobres, son pobres, porque son ricos”, acotaba con sabiduría Eduardo Galeano.

**Médico sanitarista www.lapatriaestaprimero.org

 

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