El personal de salud afronta con mucho cansancio, alerta excesiva y angustia el crecimiento de los casos de coronavirus, pero la vacunación en curso funciona como un bálsamo de tranquilidad y esperanza para lidiar también con la indignación que les provoca a algunos trabajadores de ese sector las imágenes de personas aglomeradas y sin barbijo, según testimonios recogidos por Télam.
“En todo el personal de salud hay una sensación de miedo, de angustia y mucha preocupación por el aumento de los casos”, aseguró Héctor Ortiz, quien se desempeña como enfermero hace 37 años en el Hospital Durand, donde además es delegado de ATE.
Ortiz explicó que “si bien nunca dejamos de tener presente el Covid-19”, él y sus compañeros habían recuperado cierta tranquilidad y confianza con “la merma importante de casos”, pero “de repente” el hospital pasó en el último tiempo de tener ocupadas sólo 5 de sus 20 camas de terapia intensiva con pacientes Covid-19, a tener 15.
Y en una proporción similar aumentó la atención en la Unidad Febril de Urgencia (UFU), donde el nivel de positividad trepó en poco tiempo de “casi cero” por ciento al 60, actual de entre 70 y 80 casos atendidos por día.
En el hospital porteño donde se desempeña “tuvimos casi 500 trabajadores infectados” y tres de las 12 muertes registradas en el personal de salud que se desempeña en la Ciudad de Buenos Aires, correspondieron a personal del Durand, “todos enfermeras y enfermeros”.
Y al malestar asociado con el crecimiento acelerado de los casos, la muerte de compañeros y el cansancio acumulado, se suman los propios de las condiciones laborales del personal de salud: suspensión de vacaciones, falta de efectivización del nuevo personal contratado para la emergencia, sueldos bajos y -en el caso de los enfermeros y enfermeras de la Ciudad- su no reconocimiento como profesionales de la salud.
“Siempre el personal de enfermería es escaso, nosotros ya teníamos déficit antes de la pandemia y de los 550 que trabajan en el Durand, un 30% pasó a estar licenciado por edad u otros factores de riesgo; y a los 120 que ingresaron por la pandemia los tienen con el corazón en la mano, con contratos que les remuevan cada 30 días”, dijo.
Ortiz aseguró que “es muy importante que los pasen a planta permanente” y les paguen “salarios dignos”, porque ante esta falta de estabilidad y un salario inicial de “entre 35 y 39 mil pesos”, optan por “irse al sistema privado”. “Es una vergüenza”, dijo.
Por otro lado, el personal de salud recibe con mucha alarma e indignación las imágenes que muestran cómo los turistas se aglomeran en las playas o manifestaciones varias porque “no toman conciencia” de los riesgos, lo que “creemos que ayudó al rebrote”.
“Lo único que trae esperanza es la vacuna, pero acá vinieron 500 dosis y somos 1.800 trabajadores, así que estamos esperando más porque es fundamental que estemos vacunados para enfrentar esta situación”, dijo.
Esperanza
Por su parte, la directora del dispositivo de Arte y Salud del Departamento de Salud Mental del Hospital Posadas, Ana Laisa, explicó a Télam que en el personal de salud hay mucho “cansancio” pero también “mucha esperanza depositada en la vacuna”, que funciona como principal fuente de “tranquilidad” para combatir el “estado de hiperalerta” que generan tanto las noticias del aumento en el número de casos como la relajación de los cuidados en la comunidad.
Su dispositivo tiene a cargo la atención de las necesidades de salud mental del personal del hospital denominadas “botón verde” en la escala de emergencias en el “cuidado de los que cuidan”: aquellas que se desencadenaban a nivel grupal “por una situación angustiosa que podría afectar la dinámica de trabajo y los lazos entre compañeros” y que son atendidas “de manera presencial” en el lugar donde se desempeñan.
Las prestaciones de “botón amarillo” -que gestiona el área de psicología del departamento- y “botón rojo” -que están a cargo de forma conjunta entre psicología y psiquiatría-, atienden sólo de manera individual situaciones que puede esperar un turno programado -en el primer caso- y crisis que requieren una intervención inmediata -en el segundo-.
“En los grupos todavía no apareció nada de la segunda ola, pero lo que sí está apareciendo es una necesidad de descansar que no se termina de llevar a cabo por un estado de alerta exacerbado, un excesivo deber ser en el control de las medidas de cuidado personal que por momentos sienten que no alcanzan y que quizás tenga que ver con las imágenes de personas aglomeradas sin barbijo, que les causa absoluta y total indignación”, dijo.
En estos casos, el trabajo del equipo de Arte y Salud está enfocado en que “no pierdan conexión con sus gustos personales”, ya sean “actividades artísticas, deportivas o de esparcimiento”.
El malestar emocional también se combate “historizando la vocación y el trabajo en el hospital” para revisitar las razones por las que “eligieron trabajar” en este rubro y lugar, de manera de “volver a encontrarse con ese lugar genuino”.
La directora ejecutiva del Hospital Ballestrini de La Matanza, Liliana Álvarez, aseguró a Télam que la nueva ola de coronavirus que se perfila con el aumento significativo de los casos “nos encuentra mejor armados” porque no sólo “conocemos más de la enfermedad”, sino que el personal del establecimiento está “vacunado en un 80%” y todo el sistema de salud está “fortalecido en tecnología, recurso humano y tratamientos”.
Como contracara, reconoció que el personal de salud “se encuentra física y psíquicamente agotado”.
“Por eso pedimos a la población encarecidamente que nos acompañe extremando los cuidados y el aislamiento. Entendemos que tengan necesidad de reunirse o ver a sus familiares y amigos, pero queremos pedirles parte del mismo esfuerzo que hacemos nosotros, que no sólo nos alejamos de los nuestros sino que estamos constantemente en contacto con el dolor, el sufrimiento y la muerte”, dijo.