Un tiroteo contra una vivienda de barrio Villa Urquiza sumió en el terror a una familia, que al volver a la casa se encontró con una decena de perforaciones que llegaron hasta dentro de las habitaciones. Uno de los proyectiles incluso llegó hasta el colchón de una cama cucheta donde suele dormir uno de los niños. “Jamás pensé estar en esta situación, cuando lo ves en la tele pensás que no te va a tocar. Y un día te diste cuenta que sí, que te puede tocar como a cualquier. Porque Rosario es invivible ya”, dijo la dueña de la casa, que aseguró que el ataque no estaba dirigido a ellos.
Aprietes por deudas, amenazas e intentos de usurpaciones; broncas interpersonales, disputas territoriales por narcomenudeo. Mala puntería o blancos equivocados. A veces las víctimas no encuentran explicación. Los móviles que se esconden detrás de las balaceras cotidianas contra fachadas de viviendas pueden ser múltiples.
La modalidad delictiva no deja de sembrar terror en la ciudad. Lo admiten funcionarios de las más altas esferas ejecutivas o judiciales. La propia jefa de los fiscales de Rosario, María Eugenia Iribarren, reveló que en una jornada los ataques pueden ascender a una veintena.
Esta vez le tocó a una familia que vive en Fraga al 2154, que se propuso dejar en claro a cada cronista que se acercó que el ataque, registrado este domingo a la hora de la cena, no era para ellos. En ese momento, los cuatro habitantes de la casa habían salido a comer de un familiar. Al llegar se encontraron con la vivienda rociada de balas y una nota amenazante aferrada a la puerta.
“AGRADESCALEN A BRIAN… VALLANCEN DE ZONA OESTE NO LOS QUIERO MÁS POR ESTA ZONA PORQUE LA PRÓXIMA NO SERÁN TIROS EN LA CASA. LOS VOY A EMPEZAR HACER MATAR UNO POR UNO…”, dice textual el papel con letra manuscrita.
“No conozco a Brian”, dijo Silvina. Un detalle le agregó más terror a un cuadro de por sí dramático. Una de las nueve balas impactó en el colchón superior de la cama cucheta donde su hijo mayor, que tiene autismo, pasa la mayor parte del tiempo.
“¿Qué tengo que esperar que me maten un hijo y salir en la larga estadística? Tengo que agradecer que no estaba. Dios puso la mano sobre nosotros”, sollozó la mujer en diálogo con Canal 3, entre críticas a las autoridades.
Andrés, el esposo de Silvina, dijo: “Esto fue un ataque sicario contra alguien que vende drogas o se quedó con un vuelto. Y nosotros somos gente de trabajo. Yo ahora cómo me quedo tranquilo”.