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Agustín Rossi: “Es el despliegue militar más grande después de la guerra de Malvinas”

El ministro de Defensa explica el rol protagónico de las Fuerzas Armadas durante la pandemia, tanto en la asistencia alimentaria como en las vacunas. Una fuerza solidaria que sin portar armas realizó un gran despliegue para repartir comida, insumos, vacunas y hasta combatir el fuego en las islas

En su oficina en Rosario, el ministro de Defensa de la Nación, Agustín Rossi, tiene algunos objetos singulares. Uno es una pequeña estatua de El Eternauta, el personaje icónico del autor Héctor Germán Oesterheld, víctima del terrorismo de Estado junto a sus cuatro hijas. El otro es una foto enmarcada de él con Néstor Kirchner, que pese a ser estática no oculta una carcajada al unísono de ambos, en la Cámara de Diputados. La foto tiene una historia y la recuerda con una sonrisa más tímida que la que quedó para siempre en la imagen. Transcurría 2010, momentos previos a la votación de la ley de Matrimonio Igualitario, y ambos, el futuro ministro y el ex presidente, eran diputados y estaban en una reunión de bancada. Allí alguien pregunta si había libertad de conciencia para votar sobre la ley. Y fue Néstor el que contestó: “Sí, libertad de conciencia hay, pero Rossi como jefe de la bancada y yo como presidente del partido vamos a votar a favor”. La consecuencia fue la carcajada que 10 años después recorre las redes y es una de las fotos elegidas a la hora de recordar a Kirchner, quien apenas poco más de tres meses después, inesperadamente fallecería. Transcurrida más de una década, Rossi volvió a la cartera de Defensa como ministro del presidente Alberto Fernández y, cuando ya retomaba la línea que cambió con su salida, en 2015, la pandemia de coronavirus lo cambió todo. En ese marco, en diálogo con El Ciudadano, Rossi explica el rol protagónico de las Fuerzas Armadas durante la pandemia, tanto en la asistencia alimentaria como en la distribución de las vacunas que comenzaron a llegar. Una fuerza solidaria que sin portar armas realizó un gran despliegue para repartir comida, insumos, vacunas, y hasta para combatir los incendios en las islas del Alto Delta, fue trazando una relación con la sociedad civil muy distinta de la que estaba establecida. “Fue el despliegue militar más grande después de la guerra de Malvinas”, asegura Rossi. Y analiza el camino trazado por el gobierno en un año donde la economía empieza a recuperarse.

 

¿Cómo se gestó el operativo para que las vacunas lleguen a los argentinos y las argentinas?

Argentina tiene reservadas 51 millones de dosis de vacunas para este año. De esas vacunas hay 20 millones de Sputnik V, más otros 5 millones de las que puede hacer uso la Argentina por contrato. Otros 22.400.000 provienen de AstraZeneca y hay 9 millones de dosis más que tenemos reservadas en el Banco de Vacunas de Naciones Unidas. Eso da 51 millones de dosis qué vamos a recibir durante todo el año. Además seguimos negociando con Pfizer para ver si podemos tener más vacunas, pero sabemos que ha tenido problemas para la entrega en la Unión Europea. Se ha retrasado un mes en las entregas, incluso Italia le está haciendo juicio. Y estamos negociando incluso con uno de los laboratorios que está haciendo la vacuna en la República Popular China, y el presidente tuvo una conversación la semana pasada con la gente de Moderna para ver la posibilidad de tener vacunas en nuestro país. El gobierno tuvo una estrategia diversificada que yo comparto, que me parece absolutamente correcta, que es trabajar con todos los laboratorios para tener la mayor cantidad de vacunas en la menor cantidad de tiempo posible. La primera vacuna que estamos recibiendo es la Sputnik V. Pretendemos que con esa vacuna podamos inocular al personal de Salud, a los docentes –porque pensamos que eso también nos puede dar mayor garantía para el inicio del ciclo lectivo–, a las Fuerzas Armadas, a las fuerzas de seguridad y a los grupos de riesgo, que son los mayores de 60 años y aquellos que tienen algún tipo de enfermedad previa, que también son un número importante. El objetivo es que todo este gran grupo esté barrido entre enero, febrero y marzo con la vacuna de Sputnik V. Y a fines de marzo, principios de abril, tendría que entrar la de AstraZeneca, y con eso se podrá vacunar a la totalidad de los argentinos. Como las vacunas no están probadas en menores de 18 años, se calcula que son unos 30 millones de argentinos los que necesitan ser vacunados.

—¿Las vacunas podrán ser aplicadas antes de que se produzca un nuevo pico?

El pico de covid va a ser más duro en el otoño, para esa fecha pensamos tener a los grupos de riesgo y a los esenciales vacunados. Después iremos vacunando al resto. El ritmo de vacunación dependerá de la capacidad que tengamos: estamos hablando de 60 millones de dosis, 5 millones de dosis por mes que hay que colocar en 12 meses, y también dependerá del ritmo de entrega.

¿Cómo se diagrama la logística para llegar con la vacuna a todo el país?

—Nosotros participamos de muchas reuniones en la diagramación, y en la logística de distribución participa una empresa privada. Cuando las vacunas llegan a la Argentina van a un depósito, y en ese en ese depósito se fracciona de acuerdo a cuántas dosis van a cada una de las provincias. Para saber cuánto le corresponde a cada provincia se aplica el coeficiente de población y se las traslada, en general vía terrestre desde la ciudad de Buenos Aires, a las capitales de provincia. En algunas provincias se lleva a otra localidad, pero una vez que llegan, es la provincia la que encarga de la distribución. Provincia de Buenos Aires y ciudad de Buenos Aires retiran del depósito y tienen su propio sistema de distribución. Y el Ministerio de Salud de la Nación define los lineamientos generales. Celebro que tengamos un país federal, porque así se puede descentralizar, lo que genera que el proceso sea mucho más efectivo.

—¿Cómo se suman las Fuerzas Armadas a ese dispositivo?

—Las Fuerzas Armadas participan de diferente manera en diferentes provincias. En algunas hemos ayudado en los operativos de distribución interna. En Santa Cruz con aviones de la Fuerza Aérea, y en Salta el Ejército con camiones y camionetas. En otras provincias se utilizan las instalaciones propias: por ejemplo, en Entre Ríos las vacunas están en la Base Aérea de Paraná; en Resistencia se está adecuando el Regimiento. En otras provincias se utilizan unidades militares para que sean centros vacunatorios, como en San Juan, La Rioja y Tierra del Fuego. Y en Santa Fe se está utilizando el Liceo General Manuel Belgrano como centro vacunatorio.

 

—¿Las Fuerzas Armadas van a estar presentes también en la vacunación?

Participamos de diferentes maneras en la célula vacunatoria, que está integrada por el vacunador, que es quien aplica la vacuna. Y después dos o tres personas de apoyo, que lo que se busca es que hagan todas las tareas para que el vacunador sólo vacune, ni ordene la fila, ni se ocupe de la carga de datos. En algunas provincias tenemos vacunadores que ya están capacitados: son médicos médicas, enfermeros y enfermeras militares. Y también tenemos personal de apoyo que va a trabajar en todo este operativo. Yo creo que vamos a tener un rol importantísimo, sobre todo en los centros vacunatorios. Hasta ahora lo que estamos haciendo es vacunando en los hospitales, pero cuando llegue la masividad va a ser otra historia. También hemos aportado criterio la planificación. Las Fuerzas Armadas planifican el operativo electoral cada dos años, y hemos dicho a todos que el padrón electoral puede ser un gran ordenador porque indica en qué lugar los ciudadanos y las ciudadanas van a votar cada dos años. Con el padrón electoral se va logrando un ordenamiento necesario para la vacunación, así que estamos muy comprometidos con todo el proceso.

¿De qué manera la intervención de militares a la vacunación genera un cambio de imagen social o incluso para adentro de la mismas fuerzas?

—Cuando empezó la pandemia el Presidente me llamó a Olivos y fui a desayunar con él. Me dijo: “Yo creo que hay que poner todas las capacidades de las Fuerzas Armadas a disposición de la respuesta que tiene que dar el Estado ante la pandemia”. Y así lo hicimos. Llevamos más de 300 días de tareas continuas, y llevamos concretadas más de 35 mil tareas, entre ellas la elaboración y entrega de comida que se distribuye en el conurbano bonaerense. En Rosario, por ejemplo, hemos armado y distribuido bolsones en los barrios más vulnerables, junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la provincia. Trabajamos en la primera etapa en el proceso de repatriación de argentinos, también en todo lo que fue la distribución de insumos en el momento en que estaban suprimidos los vuelos en el interior del país, como el caso de los respiradores. Los distribuimos con aviones de la Fuerza Aérea, y además hicimos muchas tareas de apoyo al sistema sanitario. Hicimos una reingeniería en nuestro sistema de Salud en todas las provincias: tenemos 17 hospitales militares en todo el país y los reformulamos e hicimos una reingeniería de camas, aumentamos nuestras camas de terapia intensiva rápidamente. Los hospitales militares empezaron a tener la aparatología para hacer los análisis de covid-19, ya que al principio había que mandarlos al Instituto Malbrán y después hicimos una cantidad de tareas que se potenciaron. Por ejemplo, un día del mes de agosto nosotros estábamos en la zona de Esquel llevando alimentos vía aérea con helicópteros del Ejército Argentino para tratar a esas comunidades que quedaron aisladas, porque la Patagonia tuvo una de las nevadas más importantes de los últimos años. Estábamos en Buenos Aires repartiendo comida. Y acá en Rosario haciendo apoyo a todo el Plan Nacional de lucha contra el fuego, con brigadistas, helicópteros y barcos. Y en el norte de la provincia con el control de fronteras, porque tuvimos en diferentes momentos situaciones difíciles. En Salta se generaba una migración que determinaba mucha tensión en el sistema de Salud del lugar, ya que las zonas de frontera tenía mucho menos casos que en las ciudades fronterizas de los países vecinos, entonces había que hacer las tareas propias de seguridad. Y ahora estamos con la vacunación sin dejar de hacer estas tareas, y además tenemos una gran cantidad de personal afectado a la Campaña Antártica.

—¿Las tareas que cumplen las Fuerzas Armadas de alguna manera quedaron más evidenciadas por la pandemia?

Cuando yo analizo todo lo que se ha hecho desde marzo hasta ahora, es el despliegue militar más importante después de la Guerra de Malvinas, por permanencia en el tiempo y por cobertura geográfica. Esto ha fortalecido la relación con la sociedad civil, porque somos unas Fuerzas Armadas totalmente solidarias. Es por lo que hicimos durante todo este tiempo, y hay momentos en que a mí me ha gratificado observar la salida del personal militar después de una determinada actividad en medio de aplausos de la gente. Y salvo cuando actuamos en apoyo a las fuerza de seguridad en circunstancias específicas, a todas esas actividades el personal militar concurre sin armas, y eso es un dato significativo para que la sociedad empiece a tener una mirada distinta sobre lo que es el rol de las Fuerzas Armadas. Hay Fuerzas Armadas que se que se están repensando, sin dudas. En el acto por la Vuelta de Obligado, el presidente agradeció, y ahí había cuatro jefes y fueron aplaudidos por la sociedad civil. Eso también los ayuda a ellos a ponerse en otro lugar, porque hay un lugar de reconocimiento y está bien que sea así. Además, si uno mira las encuestas, son una de las áreas más ponderadas. Y eso tiene que ver con que son Fuerzas Armadas de determinadas características, están paradas en otro lugar y la sociedad argentina vio sus capacidades. Que quizá si no hubiese existido la pandemia, no hubieran tenido la posibilidad de mostrarlas.

“Tenemos claro que los salarios le tienen que ganar a la inflación”

Agustín Rossi atravesó por batallas políticas en todos los terrenos. Desde los tiempos de la Juventud Peronista –la JP Liberación– allá por 1984, en el primer año tras la recuperación de la democracia hasta ahora, desde sus aliados hasta sus adversarios lo han reconocido como una palabra: “militante”. Y así, más allá de su función actual, la pregunta es inevitable:

—¿Cómo imagina que va a ser 2021 a nivel político?

La verdad es que ninguno de nosotros nos imaginamos lo que íbamos a pasar. El 31 de diciembre del 2019 se informa el primer caso de covid en el mundo. En marzo el presidente Alberto Fernández hace su discurso, y es un discurso casi fundacional; el 3 de marzo tenemos el primer caso en la Argentina, y el 10 se declara el covid como pandemia. Hasta el de marzo cumplimos con algunos compromisos electorales que había tenido el presidente. Había dicho medicamentos gratis para todos los jubilados, dijo que la principal política pública iba a ser Argentina Contra el Hambre y salió el plan alimentario con la Tarjeta Alimentaria, que se fue repartiendo en todas las provincias. Cuando empezó la pandemia y decidimos las restricciones más duras, yo creo que fue totalmente acertado, porque eso nos dio tiempo para atrasar el pico y ese tiempo fue utilizado en mejorar una respuesta del sistema de Salud. Se crearon 12 hospitales nuevos en poco tiempo, se hizo una reingeniería de camas, se aumentó la cantidad de camas críticas, se fabricaron respiradores que fueron repartidos en todo el país. Esa decisión fue acertada porque no he visto la foto dramática que vimos en otros lugares del mundo. Nuestro sistema de Salud estuvo tensionado pero no saturado. Y eso es un acierto de la política, porque sabíamos que se iba a ocurrir y que iba a generar recesión económica y que tenía un costado social. Por eso largamos el IFE, el ATP; nosotros además teníamos que hacernos cargo de la herencia económica perversa que nos había dejado el macrismo. Tuvimos que renegociar la deuda con acreedores extranjeros bajo legislación extranjera, bajo legislación nacional. Yo creo que no hay otro economista en la Argentina que hubiese podido renegociar la deuda cómo lo hizo Martín Guzmán. Ahora estamos negociando la deuda con el Fondo Monetario, despejamos el horizonte externo y la economía empezó a recuperarse en el último trimestre del año pasado. Imaginamos que este año vamos a tener un crecimiento económico interesante, de un 6 o 7 por ciento, que le va a permitir a la Argentina recuperarse. Y con respecto a la pandemia, pasamos de esquivar el covid para hacerle frente con la vacuna. Así que yo entiendo que con recuperación económica y una buena estrategia de vacunación vamos a tener un 2021 muchísimo mejor que el 2020.

Parece haber dos líneas dentro de gobierno: una que habla de controlar el déficit fiscal y otra que sostiene que hay que emitir para ponerle plata en los bolsillos a los argentinos…

—Para nosotros no es menor la recuperación del déficit fiscal, porque eso es una incomodidad para la economía. Pero eso no significa ajuste, sino gastar adecuadamente, invertir donde hay que invertir. Nosotros tenemos claro que los salarios le tienen que ganar a la inflación.

 

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