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El fuego en el agua, ¿prende?

La Multisectorial por los Humedales denuncia, una vez más, un panorama muy similar al de de febrero 2020 de quemas e impunidad en las islas

Multisectorial por los Humedales

 

Múltiples focos de incendio frente a Rosario, Granadero Baigorria, Pueblo Esther y otras localidades a la vera del Paraná dejan de manifiesto que la quema sigue. No hay tregua para la flora y fauna amenazada. El río levantó su nivel y las islas están verdes. Varios de los focos están situados en lugares de difícil acceso y hay sitios que se queman de modo reiterado, por lo tanto pensar en el descuido de un campista no es opción. Son quemas intencionales.

Así empezó el 2020 y se llevó puesto más de medio millón de hectáreas de humedal. El 2020 dejó a algunas especies en situación de extrema vulnerabilidad. Miles de mamíferos, aves y reptiles agonizaron bajo la llamas y los que sobrevivieron, desprovistos de refugio y alimento, fueron blanco fácil de la caza ilegal que nadie controla islas adentro. También hubo muertes humanas, aunque nunca nadie habló de ello. Porque la contaminación del aire en Rosario en 2020, en una escala dónde a partir de 100 el aire se torna dañino, subió a valores cercanos a 400. Y las consecuencias a corto plazo las empiezan a padecer los grupos sensibles, entre ellos personas asmáticas. Es justamente dentro de este grupo dónde se reportaron los fallecimientos.

Fallecimientos que son solo el comienzo en un camino de enfermedad y muerte.

La contaminación del aire no solo agrava problemas existentes sino que los desarrolla aún en personas sanas. Es decir que si bien hay personas más sensibles a la contaminación, como ser personas con patologías pre-existentes, niños, mujeres embarazadas y personas en situación de vulnerabilidad, tarde o temprano nos afecta a todos. Según especialistas ligados al campo de la salud llevamos en nuestra ciudad más de una década respirando humo y las patologías consideradas de largo plazo se van a empezar a hacer visibles. Hablamos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y problemas respiratorios entre otros posibles males.

En la actualidad los cursos de agua del humedal se ven transitados por barcazas que transportan cientos de cabezas de ganado islas adentro. Claro, los pastos han crecido y al fin de cuentas más parece una pampa. Los terraplenes levantan los terrenos, alteran los cursos de agua, secan las lagunas. Y al fin tierra seca y pastos verdes para producir la tan preciada carne de exportación.

Esa exportación que a algunos les deja dólares y a otros solo nos destruye la calidad de vida.

En estos últimos años además el boom inmobiliario a lo largo y ancho del humedal ha levantado construcciones que una vez más y a riesgo de sonar repetitivos denunciamos: son completamente irregulares. Frente a Rosario las islas forman parte de una reserva natural y hay modos de edificar y lotear. Aunque evidentemente ni siquiera a quienes redactaron las normas parece importarles.

Ganadería con alta carga de animales, boom inmobiliario, entre otras producciones que dañan desde adentro a los ecosistemas que conforman nuestros humedales. Después nos preguntamos por qué queman. ¿No será porque es increíblemente redituable y alentado de modo indirecto por el mismo estado?

Más de un año continúo de quemas. Total impunidad. Ningún plan de restauración.

Proyección de nuevas obras carentes de participación ciudadana. En el medio la salud de  millones de personas y la vulnerabilidad de todo un ecosistema. Y la sensación, intensa como el fuego, de que esto es solo el comienzo. Dicen que nadie lucha más fuerte que

quién pelea por su propia tierra. Porque jamás se rinde. Estamos y somos para hacerlo piel.

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