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El día que Argentina tuvo su propia banalidad del mal

Opositores unidos, el oficialismo en silencio y un escenario en el que se normalizó una puesta con bolsas de residuos simulando cadáveres de funcionarios vivos. Del vacunatorio Vip del gobierno al pedido de defender la República, horas antes del comienzo de la Asamblea Legislativa

Por Florencia Guerrero/puenteaereodigital

Si el odio se midiera en fotos, este sábado pasaría a la historia después de la movida de fin de semana lisérgico que se vivió en Argentina. Una manifestación opositora al gobierno de Alberto Fernández cristalizó en una instalación a cielo abierto, el deseo de una porción de la sociedad: En las imágenes que se volvieron virales se veían bolsas de basura, simulando envolver cuerpos con los nombres de personalidades públicas como Estela de Carlotto y Ginés González García.

Ya en 1961, Hannah Arendt acuñó una frase La banalidad del mal, a partir de sus reportajes sobre el juicio en Israel, al genocida Adolf Eichmann. En ese contexto, y munida de aquella idea que daría vuelta al mundo, la filósofa expresaba que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos, sin preocuparse por las consecuencias de lo que hacen, solo limitándose a cumplir con lo que se les ordena. En su extenso manifiesto, Arendt alerta sobre la necesidad de estar atentos para no caer en eso y aunque el genocidio del pueblo judío no sea comparable con mofarse por los muertos, en la plaza donde todavía se pide por 30.000 cuyo paradero se desconoce, en un país que ya perdió varios miles por la pandemia, agrandaron el gesto y el impacto.

La escena de Bullrich

Desde primera hora de la tarde, los manifestantes convocados por dirigentes como Patricia Bullrich marcharon a la Plaza de Mayo, la residencia presidencial de Olivos y en plazas de otras ciudades del país en rechazo a las vacunaciones contra el coronavirus en Vacunatorios Vip, que derivaron en la renuncia del Ministerio de Salud y su reemplazo por Carla Vizzotti.

En la previa, los dirigentes de Juntos por el Cambio respaldaron en los medios de comunicación y redes sociales la protesta, y tanto la presidenta del PRO, la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, el presidente de la UCR, Alfredo Cornejo, avalaron la manifestación y llamaron a acompañarla. Durante la marcha en las redes sociales el ya conocido tanque troll activó el hashtag #27F y #27FYoVoy, mientras que otros sectores, como Republicanos Unidos, integrado por Ricardo López Murphy, Yamil Santoro y Darío Lopérfido, se sumaron a una convocatoria de la que dijeron sentirse orgullosos.

“Emocionado y contento de ver como una vez más los argentinos se movilizan, demostrando que no van a permitir los abusos y atropellos del gobierno”, tuiteó emocionado el expresidente Mauricio Macri. Por la televisión se veían varios grupos, cargando banderas argentinas y carteles con consignas como “no al comunismo” y “basta de mantener vagos”, los manifestantes se concentraron a las 17 en la plaza de Mayo, donde un hombre eufórico habló ante las cámaras: “el que haya cometido alguna avivada con la vacuna, tiene que irse, lo que han hecho con la vacuna muestra que ellos son así, es la esencia de ellos”.

Unidos y organizados

Las protestas recorrieron con diverso éxito el país. En Buenos Aires, además de Bullrich, el presidente del bloque de Diputados de su partido, Cristian Ritondo, el legislador nacional Fernando Iglesias, y a la referente de Malvinas Argentinas, Patricia Vasquez aprovecharon para mostrar unidad con los mediáticos como el actor Luis Brandoni y el ex bailarín Maximiliano Guerra.

En las orillas de la playa de La Feliz, Mario Negri dirigía otra columna. Imágenes similares llegaban desde la residencia presidencial de Olivos y ciudades como Rosario, Mendoza y Córdoba. Desde uno de esos puntos, vestido de riguroso sport negro, Martín Lousteau comentó: “Vinimos a apoyar este reclamo genuino que nació de la sociedad porque seguimos esperando que pidan perdón los que se vacunaron y no les correspondía. Deben abrirse y ser públicos los registros de todos los vacunados en todas las provincias”.

Es que la manifestación llegó puntualmente tras la implementación de un sistema para el monitoreo y trazabilidad del proceso de vacunación contra el coronavirus al personal estratégico de los tres ámbitos del Estado, dispuesto esta difícil semana por la ministra de Salud, quien permanece aislada desde el viernes pasado afectada de coronavirus.

Todo en la antesala de lo que el lunes promete ser una Asamblea Legislativa picante para el presidente Alberto Fernández, que pidió que su mensaje sea seguido “en forma remota”, para evitar que aumenten los contagios por Covid-19, como si las fotos abrazado con funcionarios y dirigentes sindicales no hubieran generado bastantes críticas ya.

Alberto a años luz

Cerca de las 18:30 la plaza de Mayo -epicentro principal del enojo de la derecha vernácula-, estaba llena de personas que comenzaron a instalar en las rejas que separan a la gente de La Rosada, bolsas mortuorias simulando cadáveres de dirigentes cercanos al Gobierno.

“Los pibes de la Campora”, “Estela de Carlotto”, “El hijo de Moyano”, “El sobrino de Ginés”, decían las bolsas, en una fila larga que llenó el mismo espacio en el que los miércoles, familiares de desaparecidos marchan desde hace décadas por sus victimas. Tal vez por eso, el presidente Alberto Fernández advirtió horas después a través de twitter que “la forma de manifestarse en democracia no puede ser exhibir frente a la Casa Rosada bolsas mortuorias con nombres de dirigentes políticos”. Así, el mandatario que hace algunos meses optó por mantener una comunicación a distancia con su electorado escribió que “esta acción lamentable solo demuestra cómo muchos opositores conciben la República”.

¿Cuántos meses pasaron desde las conferencias en las que en una posición evidentemente más cómoda, el presidente nos contaba aparentemente sin red cómo evolucionaba el Covid? Aquellas “filminas” y los chistes en tiempos difíciles pasarán a la historia. Ahora prefiere las redes sociales, y sus asesores cada vez concentran más el silencio oficial, al punto que desde la salida de Ginés, esta semana, el ministerio de Salud de la Nación no contará con prensa propia, “todo lo manejará presidencia”.

Pero desde la red social, Alberto fustigó a la oposición: “No callemos ante semejante acto de barbarie”, pidió el jefe de Estado y cuestionó a la oposición porque, “esta acción lamentable solo demuestra cómo muchos opositores conciben la República”.

Mientras, en las puertas de la quinta que lo aloja, unos cien manifestantes se topaban con militantes enfundados con remeras de la CGT, que llegaron para apoyar al presidente. Hubo amenazas y hasta algunas piñas al aire, lo que se dice, el encuentro de dos fuerzas, que terminaron dispersándose por la presión policial, que parece acostumbrada a este tipo de movidas frente a la casa en la que habita el mandatario nacional.

Tiempos difíciles, para Fernández, que en pocas horas volverá a inaugurar el devenir del Congreso, un año después de asumir, ya desgastado con la pandemia y los errores de su gente.

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