Hace una década atrás, el 30 de abril de 2011 moría a menos de dos meses de cumplir 100 años Ernesto Sabato, un escritor que pretendía “soñar por la comunidad” y que con sus novelas El túnel y Sobre héroes y tumbas se consagró internacionalmente, pero que con su participación política durante y después de la dictadura dejó algunas dudas, como subrayan algunos críticos que ven en esta acción una posible causa de que su obra haya sido obliterada por la academia.
Su obra, salvo raras excepciones, no se estudia en las universidades del país y sus libros no corren la misma suerte que la producción de Julio Cortázar o Jorge Luis Borges, a pesar de que fue una figura tan importante en el país como ellos.
Paradójicamente, el escritor nacido en Rojas, el 24 de junio de 1911 y ganador en 1984 del Premio Miguel de Cervantes sí es estudiado en otras ciudades del mundo. Cuatro escritores y estudiosos de su obra alumbran esta zona oscura del autor de Abaddón el exterminador.
Lo más radical de las pasiones humanas
La escritora e investigadora argentina María Rosa Lojo es una de las críticas que con más dedicación ha trabajado la obra de Sabato. La autora de La pasión de los nómades explica que si bien El túnel (1948), su primera novela, tiene una excelente recepción de crítica, público, la repercusión nacional e internacional llega con Sobre héroes y tumbas (1961).
Y sostiene que “aunque no es un autor del boom latinoamericano, se solapa en parte con este a partir de esta novela que se vuelve también representativa de lo latinoamericano fuera del país. Sabato tocó lo más radical y visceral de las pasiones humanas, logró una capacidad de identificación que perdura hasta hoy. Durante décadas fue un autor muy leído y consultado por las generaciones más jóvenes, que buscaban y esperaban respuestas existenciales en su literatura intensa y filosófica”, analiza Lojo.
Un libro que ayuda en el paso a la adultez
La profesora Elisa Calabrese, autora del libro Sabato. Historia y apocalipsis inscribe a Sobre héroes y tumbas como un fenómeno editorial: “Desde su aparición, en 1961, generó un nuevo «lectorado» de jóvenes, ocasionó el ingreso de nuestro país en el boom y hasta produjo una invasión de Alejandras entre las nacidas en la década”.
El poeta, sacerdote y ensayista Hugo Mujica, a quien Sabato define en su libro Cuentos que me apasionaron como «un gran poeta escritor», asegura que Sobre héroes y tumbas fue en su adolescencia un cimbronazo grandísimo y que mirándola en perspectiva “es una «Bildungsroman”, como llaman los alemanes a una novela de formación.
“Sabato era el que ayudaba el paso en ese libro de la adolescencia a la aceptación de la adultez (con lo que tiene de adulterar la verdad)”, asegura el autor del poemario <Para albergar una ausencia<, que justamente lleva prólogo de Sabato. “Algo así había hecho Cortázar con Rayuela, pero de manera más intelectual”, dice Mujica y agrega que los adolescentes siguen leyendo la novela porque “pasa de generación a generación, siendo un equivalente a Herman Hesse o en poesía a Alejandra Pizarnik”.
Y define: “Son libros que te ayudan a ese paso doloroso y de confusión y que termina en ese camino hacia la Patagonia en una madrugada con esperanza, quizás”, dice el autor de Barro desnudo en alusión al final de Sobre héroes y tumbas.
Un prólogo que justifica la teoría de los dos demonios
La escritora y crítica Elsa Drucaroff sostiene que Sabato es un escritor significativo para la literatura argentina, porque tiene un mundo narrativo poderoso que sigue teniendo vigencia, “pese a que ha habido intenciones de despreciarlo y minimizarlo por parte de cierta academia”, advierte.
“El túnel es una novela con presencia y Sobre héroes y tumbas tiene imágenes que han quedado en el imaginario de la ciudad de Buenos Aires y de ciertas lecturas de la historia de Argentina”.
Drucaroff indica que, sin embargo, Sabato tiene “el paradójico y curioso mérito artístico de haber sido el escritor que plasmó en palabras una estructura de sentimiento y una conceptualización reaccionaria y conservadora para la sociedad argentina, porque lo cristalizó en el prólogo al <Nunca más< que escribió como presidente de la Conadep”.
La ensayista indica que el documento escrito por Sabato “es un texto político y como tal terrible, porque lo que hace Sabato básicamente es dar vuelta la frase «por algo será», que se había extendido durante la época de la dictadura, que tenía consenso mayoritario y era una forma de aprobar las desapariciones diciendo que las víctimas «algo habrían hecho», significando que eran jóvenes idealistas”.
Ese prólogo es una “pieza políticamente execrable, porque mantiene intacta la presuposición de que hay víctimas en este mundo que se merecen que se les haga eso, y de esa forma justifica el terrorismo de Estado, pero como pieza literaria, Sabato puso en palabras la teoría de los dos demonios por primera vez, puso algo que estaba registrando socialmente, por eso tuvo tanto éxito entonces. Yo creo que se puede leer ese prólogo como una pieza clásica de la literatura política argentina, incluso para discutirlo y analizarlo”, sostiene.
El comentado almuerzo que compartió con Videla
Lojo advierte que: “Sabato se valora en general, dentro del marco de los sesenta y el post-peronismo, la mirada sobre el interior, el planteo abarcador sobre la cuestión nacional y las dicotomías argentinas, a la vez que se destaca el valor estético, la potencia, la originalidad del Informe sobre Ciegos, tan celebrado por Abelardo Castillo”.
Calabrese se pregunta: “¿Por qué el tabú sancionado sobre el nombre de Sabato en el campo intelectual argentino posterior a la última dictadura?” La directora del Centro de Letras Hispanoamericanas busca la respuesta revisando la bibliografía concerniente al autor con posterioridad a la recuperación de la democracia en 1984 y encuentra poquísimos títulos dedicados a su obra firmados por escritores o críticos argentinos, aunque no ocurra lo mismo en el exterior.
“El motivo más obvio y contundente fue el tan comentado almuerzo que el escritor compartió con otros de sus colegas –entre ellos Borges– al aceptar la invitación de Jorge Rafael Videla.,¿Por qué no perdonar a Sabato lo que se le perdona a Borges? –plantea Calabrese. Creo que esa imposibilidad de perdonarlo se da por la recuperación de su literatura por ciertos sectores de la izquierda: nadie esperaba de Borges una actitud políticamente comprometida, mientras que a Sabato, se le demandaba una postura progresista, fomentada por él mismo en sus intervenciones públicas”.
“Contribuyó a este repudio la personalidad del escritor, siempre obsesionado con explicarse y justificar su obra”, asegura Calabrese.
Y amplía: “su figura pública asumió la insistente construcción de un intelectual comprometido, ajeno a la frivolidad, que piensa el oficio de escribir como una práctica emergente de lo íntimo de su subjetividad aunque siempre conectada de modo profundo, a veces oblicuo, con la realidad de la sociedad a la que pertenece”.
Clásicos, tal vez
En 2021, a diez años de su muerte, sin duda Sabato es considerado fuera de la Argentina como un clásico de la literatura en lengua castellana.
En el país su figura y su obra aparecen y desaparecen de forma intermitente, aunque sin dudas sus novelas El túnel y Sobre héroes y tumbas permanecerán dentro de la narrativa argentina como piezas valiosas de una época, e incluso podrán –los años lo dirán– constituirse en clásicos.