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A 110 años de la tragedia, el Titanic se resiste a dejar de naufragar por las pantallas

El hundimiento del transatlántico, en la medianoche del 14 de abril de 1912, sigue atrayendo la atención de los medios y de su representación en el cine. Con ficciones o con documentales, algunos de ellos hiper taquilleros como la película que dirigió James Cameron en 1997 
Claudio Minghetti, Télam
Sobre la medianoche del 14 de abril de 1912, en su viaje inaugural, el Titanic, por entonces el transatlántico más lujoso del mundo, chocó con un iceberg, se hundió y dejó unos 1.500 muertos pero también nació una historia que el cine abordó muchas veces con distintos resultados.

El hundimiento del Titanic sigue atrayendo la atención de los medios y de su representación en el cine. Con ficciones o con documentales, algunos de ellos hiper taquilleros como la película que dirigió James Cameron en 1997, y que sigue ocupando un lugar clave en materia de recaudación: más de 2.202 millones de dólares, a pesar de ser un film de tres horas y cuarto de duración.

El éxito no se circunscribió sólo a la película porque de inmediato la banda de sonido se mantuvo durante nueve semanas al frente de los rankings, superando a un lanzamiento de Madonna, con su álbum Material Girl, un libro del detrás de cámaras del rodaje y otros cinco ad hoc con distintos temas.

Un año más tarde, Titanic, con una inversión de poco más de 200 millones de dólares, se alzó nada menos que con once premios Oscar, algo que en Hollywood sólo lograron Ben Hur y El Señor de los Anillos.

Pero la saga cinematográfica en torno al transatlántico comenzó muy cerca de aquella noche de 1912 con Saved From The Titanic, de Étienne Arnaud, una película muda de aquel año en la que Dorothy Gibson, sobreviviente real, se interpreta a sí misma.

El cine alemán propuso su propia versión: La tragedia del Titanic, estrenada en 1943 y dirigida por Herbert Selpin, y una década más tarde Hollywood sacó partido de la catástrofe a lo grande con El hundimiento del Titanic, de Jean Negulesco, que toma a la nave como escenografía de un culebrón encabezado por Barbara Stanwyck.

Cinco años más tarde, nuevamente el cine estadounidense timoneó la nave en La última noche del Titanic (1958), del ignoto Rod Ward Baker, con Kenneth Moore, Honor Blackman, un muy joven David McCallum (el Illya Kuryakin de El agente de C.I.P.O.L.), Ronald Allen y Michael Goodliffe.

Desde una ficción, Hollywood retomó el asunto, esta vez con algo más de sofisticación técnica, pese a que todavía no existía ni la animación CGI, con La aventura del Poseidón (1972), película de Ronald Neame, que fue un éxito de taquilla en todo el mundo (125 millones de dólares de recaudación), ganó dos premios Oscar y tuvo una secuela con Más allá del Poseidón (1979), de Irwin Allen.

En 1980 se conoció Rescaten al Titanic, de Jay Jameson, un verdadero mamarracho que devino en un fracaso económico, lo que potencia la paciencia de James Cameron quien se tomó su tiempo y esperó pacientemente que la tecnología le permitiera los mejores efectos especiales para dar forma al suceso de la mencionada Titanic de 1997.

Más recientemente, el tema siguió a flote gracias al telefilme Britannic (2000), de Bryan Trenchard-Smith, el documental Misterios del Titanic (2003), también de James Cameron, y una nueva versión de La aventura del Poseidón (2005), realizada para la televisión.

Finalmente en 2006 Wolfgang Petersen lanzó Poseidón, con Kurt Russell, Richard Dreyfuss y la argentina Mia Maestro, y dos fallidas animaciones de origen italiano pero en coproducción con España y Estados Unidos: The Legend of Titanic (1999), de Orlando Corradi y Kim j. Ok, y Titanic: The Legend Goes On (2000), de Camilo Teti.

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