Con más de 8 millones de votos, Carlos Saúl Menem se transformaba hace 15 años en el primer presidente reelecto después de Juan Domingo Perón.
En los comicios del 14 de mayo de 1995, la fórmula del PJ, Menem-Carlos Ruckauf, obtuvo el 49,6 por ciento de los sufragios contra el 29,3 por ciento del binomio del Frepaso conformado por José Octavio Bordón y Carlos “Chacho” Álvarez, producto de la alianza de los partidos País y Frente Grande.
En esas elecciones, y por primera vez en su historia, la Unión Cívica Radical quedó en el tercer lugar y quebró el bipartidismo tradicional argentino, ya que su candidato, Horacio Massaccesi, cosechó sólo el 17 por ciento de los votos.
Menem pudo presentarse como candidato a la reelección presidencial gracias al Pacto de Olivos que selló con el ex primer mandatario y líder radical Raúl Alfonsín, y a la consiguiente reforma de la Constitución Nacional de 1994.
En esos comicios se habilitó por primera vez en Argentina el sistema de balotaje, previsto en la reforma constitucional, pero por la abrumadora mayoría obtenida por Menem no fue necesario utilizarlo.
Exactamente seis años antes, el 14 de mayo de 1989, el entonces gobernador riojano le había ganado la presidencia al mandatario radical de Córdoba, Eduardo Angeloz, y se había transformado en el segundo presidente electo desde la vuelta de la democracia.
En la campaña proselitista de 1994, el candidato peronista ya no prometía, como lo había hecho en su primera elección, la “revolución productiva” o el “salariazo”, ni aseguraba fomentar la “cultura del trabajo”, ni pedía su clásico: “Síganme, no los voy a defraudar”, sino que el eje pasaba por mostrarse como quien había tenido la capacidad para solucionar los problemas dejados por su antecesor, Raúl Alfonsín.
“Menem eliminó la hiperinflación, restableció el crédito y modernizó el país”, decían rimbombantes los spots de campaña bajo el lema “Menem-Ruckauf. Garantía de futuro”.
Cierre de campaña en VideoMatch
El 10 de mayo de 1995 el entonces presidente visitó el programa de Marcelo Tinelli, en una aparición televisiva que ofició de acto de cierre de campaña.
Los encuestadores coincidían en afirmar que esa entrevista en VideoMatch fue una de las claves que apuntalaron la intención de voto y que le permitieron consolidar su posterior triunfo en primera vuelta.
Entre otros hechos paradigmáticos de su ideario político, su primer gobierno estuvo signado por los indultos a las juntas militares –máximos responsables del terrorismo de Estado que gobernó el país a partir del golpe del 24 de marzo de 1976– y por la instalación de la “convertibilidad” como modelo económico.
Su gobierno también sufrió dos de los peores atentados de la historia argentina: en 1992 a la Embajada de Israel, con un saldo de 29 muertos y 242 heridos; y en 1994 a la sede de la Amia, donde se registraron 89 decesos y más de 300 heridos. Todavía ninguno fue esclarecido y ambas investigaciones estuvieron viciadas de corrupción.
El 15 de marzo de 1995, dos meses antes de los comicios, su hijo, Carlos Saúl Menem Junior, había muerto trágicamente cuando el helicóptero en el que viajaba se estrelló contra el suelo.
Seis meses después de su segundo triunfo electoral, el 3 de noviembre de ese mismo año, explotaron los depósitos de la fábrica militar de Río Tercero, Córdoba; en el marco de las sospechas acerca de la venta ilegal de armas a Ecuador.
En su segundo mandato, el gobierno menemista profundizó su política económica neoliberal basada en el Consenso de Washington, siguió a ultranza las doctrinas del Fondo Monetario Internacional, estrechó su vinculación con los sectores del empresariado más concentrado y repitió las recetas de ajuste fiscal aplicadas en la mayoría de los países de América latina.
Al final de su gobierno, Menem defendió la estabilización enarbolada en la campaña electoral de 1995, pero ese modelo también llevó al país a una cifra récord en el nivel de desocupación con el 25 por ciento de trabajadores sin acceso al mercado de trabajo y con una profunda modificación en el sistema productivo nacional.