Sandra Cabrera tenía 33 años, era trabajadora sexual y secretaria general de la Asociación de Mujeres Meretrices (Ammar) en Rosario. La asesinaron el 27 de enero de 2004, cuando le dispararon en la nuca frente a una casa de Iriondo al 600, a dos cuadras de la Terminal de Ómnibus, la zona en la que trabajaba. Este miércoles se cumplieron 17 años del femicidio, por el que aún no hay condenados. A Sandra la mataron por denunciar la corrupción policial hacia las mujeres que ejercían la prostitución.
Compañeras, militantes del movimiento de mujeres y disidencias, su hija Macarena y tres nietos la recordaron a Sandra con una serie de homenajes. Por la mañana en el cementerio de La Piedad, en donde descansan sus restos. A la tarde concentraron en San Lorenzo y Cafferata y recorrieron los lugares por donde solía transitar Cabrera. De la manifestación participó Georgina Orellano, secretaria general nacional de Ammar.
El momento más emotivo llegó cuando honraron la memoria y el legado de Sandra en el mural pintado con su imagen, en la plazoleta detrás de la Casa LGBTI, en Córdoba al 3600. «A 17 años seguimos pidiendo justicia por ella y por otras compañeras asesinadas. Sandra era nuestra bandera. Fue la luchadora que inició este colectivo de trabajadoras», exclamó Myriam Auyeros, actual secretaria general de Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) en Rosario.
Auyeros lamentó que haya quedado impune el femicidio de Sandra Cabrera. «Era una revolucionaria. Una tarde pasó en una motito por la esquina en donde estábamos trabajando y nos dijo «chicas mañana nos juntamos a tomar mates; vamos a formar un sindicato». Al principio pensé que que esta mujer estaba loca. Fuimos a esa primera reunión de empoderamiento, derechos humanos y cuidados de enfermedades de transmisión sexual. Comenzamos a participar en la militancia y también acompañamos la lucha de otras organizaciones», rememoró.
Según la referente de Ammar en Rosario, «Sandra le cambió la cabeza a las pibas. Ahora las pibas se sientan en las reuniones, no se avergüenzan en decir que son putas feministas, que viven del trabajo sexual y que deciden sobre sus propios cuerpos», manifestó Auyeros.
Para las trabajadoras sexuales sigue pendiente el reconocimiento de la actividad. «Hay que diferenciar la trata del trabajo sexual», aclaró la dirigente. «Tenemos que salir de la clandestinidad. Porque nos persigue la Policía y porque nos matan. No estamos registradas como trabajadoras. No tenemos acceso a una obra social ni a viviendas».
Sandra Cabrera fue asesinada el 27 de enero de 2004. Su cuerpo apareció con un tiro en la nuca frente a una vivienda de Iriondo al 600. Días antes había denunciado a la Policía por la complicidad en el crimen organizado y la explotación sexual de jóvenes en barrio Agote.
Había sido amenazada, al igual que su hija Macarena, entonces de 8 años. Desde el primer momento, sus compañeras aseguraron que por eso la mataron. El único imputado en el homicidio fue Diego Víctor Parvluczyk, ex subjefe de Drogas de la Policía Federal en Rosario, pero lo absolvieron por falta de pruebas y en 2007 quedó sobreseído.