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A 20 kilómetros de Rosario, rescataron a trabajadores rurales explotados y contratados con engaños

Alojados en un semiremolque sobrevivían una pareja con hijos pequeños y otros dos peones. "Si quieren un baño, que se lo hagan ellos", dijo el encargado del lugar cuando las autoridades preguntaron por el servicio sanitario. Los reclutaron por internet con promesas de trabajo digno

Autoridades del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación calificaron la escena como “una verdadera película de terror”: a sólo 20 kilómetros de Rosario, rescataron a trabajadores rurales que habían sido contratados bajo promesas de condiciones laborales dignas por medio de internet, pero apenas sobrevivían en un semiremolque térmico sin baño, con instalación de energía eléctrica y conexión de gas peligrosas y teniendo que agenciarse de agua para consumo e higiene en una canilla ubicada en el potrero de los animales. Así transitaban los días una pareja llegada del norte santafesino con tres hijos pequeños y otras dos personas, una del límite con Chaco y la restante de la zona. Todos sufrían una situación de semi escalvitud en un campo de Estación La Carolina, dedicado a la cría de ganado y tambo.

La actuación oficial fue posible por la denuncia de otro peón a la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre). Es un hombre a quien el dueño o el encargado del campo inspeccionado había despedido por, precisamente, reclamar mínimas condiciones de dignidad en el trabajo.

 

La explotación, de ganadería y lechería, está en el paraje Estación la Carolina, inicialmente una parada ferroviaria construída por la Compañía General de Ferrocarriles en 1908 para el tendido de rieles de Buenos Aires hasta Rosario que había completado ese año. Hoy, está bajo la jurisdicción de Piñero.

El reclamo del trabajador despedido al gremio del sector continuó con una denuncia ante la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas, que derivó actuaciones en la Fiscalía Federal 1 de Rosario. La Justicia ordenó el rescate de los trabajadores y sus familias, a cargo de la cartera laboral nacional y otras dependencias. El operativo se desplegó el miércoles pasado, pero trascendió una semana después. Fue rápido: apenas habían pasado 24 horas desde que Uatre avisó sobre la situación a las autoridades.

La fiscalización del establecimiento, junto a la constatación de las denuncias por explotación de personas, fue una tarea conjunta de varias áreas de Nación y de la provincia con el aporte del gremio, rescató Nicolás Del Mastro, integrante del Comité Ejecutivo para la Lucha contra la Trata y Explotación de Personas.

 

¿Quieren baño? Que se lo construyan ellos

 

La situación en la que estaban los trabajadores llamó la atención de las autoridades que se hicieron presentes en el campo. Más, cuando preguntaron por las instalaciones sanitarias: el encargado de la explotación dijo que había llevado materiales para que los propios peones construyan un baño. «¿O pretenden que se los haga yo?”, les dijo a los funcionarios sin dejo de culpas.

«Eran tres ladrillos, nada más», resumió a El Ciudadano Andrés Alasia, responsable de la delegación Santa Fe Sur del Registro Nacional de Trabajadores Rurales y Empleadores (Renatre). La persona que contactaron en el establecimiento se presentó como padre del propietario. Les aclaró que tiene un pasar económico desahogado, que la explotación rural la sostiene porque conoce las actividades y le gusta. Sus empleados, por lo que pudieron comprobar las autoridades y el gremio, trabajaban sin descanso, de sol a sol y de lunes a lunes. Sin un salario explicitado, en negro, sin beneficios sociales o médicos ni aportes previsionales.

“Lo que estamos viendo es una metodología de captación y traslado de personas con el fin de obtener lucro sobre su cuerpo”, explicó Del Mastro. “En el ámbito laboral, lo que implica es esto: hay un circuito de un establecimiento que tenia diversas actividades, como cria de animales, y hacía ofertas engañosas de empleo en redes sociales. Trabajadores con necesidad aceptaban cualquier condición laboral, eran trasladados a ese campo, donde vivían hacinados, sin higiene, sin agua potable, sin remuneración, sin estar registrados, viviendo con sus familias en esas condiciones”, se explayó el funcionario.

Alasia explicó que a uno de los trabajadores rescatados, los encargados del campo lo trasladaron hasta Estación La Carolina en un camión con acoplado, junto con los animales, desde el norte provincial, cerca del límite con Chaco. El otro estaba trabajando en blanco en un establecimiento de Pergamino. A él lo reclutaron mediante promesas de un mejor salario y condiciones laborales.

El semiremolque donde todos permanecían hacinados era, además, de alto riesgo. Alasia relató a este medio que la «bajada» eléctrica ingresaba al acoplado –metálico– por un agujero y con el cable en contacto con la estructura conductora. El mismo riesgo para los peones representaba un boyero eléctrico, sistema de descargas eléctricas intermitentes en los alambrados para que los animales no los atraviesen.

El encargado del lugar, refirió el delegado del Renatre, repitió con los funcionarios y los inspectores que se llegaron hasta el predio la misma violencia verbal que la utilizada con los trabajadores. De las declaraciones de las personas rescatadas surgió que el maltrato iba acompañado incluso por amenazas permanentes. El hombre, por lo pronto, quedó detenido preventivamente a la espera de las imputaciones correspondientes en la causa federal abierta.

 

El engaño ante la necesidad extrema

 

Christian Recchio, director de la región centro del Ministerio de Trabajo, aportó al contexto descrito como «de terror» por el personal que intervino en el operativo. “Nos encontramos con una pareja oriunda del norte provincial que tenía a tres chiquitos de entre cuatro y dos años y a otros dos trabajadores, uno de Corrientes y otro de la zona», refirió.

Reccio coincidió con Del Mastro en que los peones y sus familias “llegaron engañados porque les habían ofrecido trabajo digno a través de redes sociales”. Lo que encontraron las víctimas es lo mismo que otros muchos con el mismo apremio de un sustento. “Los animales que cuidaban eran más importante que ellos”, describió Recchio. “Hay una migración de trabajadores que creen que vienen a mejores condiciones en nuestra zona”, completó el integrante del área de Trata de Personas.

La explotación rural no era fácil de encontrar. Alasia admitió que pudieron acceder a ella por las indicaciones precisas que aportó el gremio Uatre.

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