En 1996 moría en Las Vegas, Estados Unidos, uno de las estrellas resonantes del rap de los noventa, que para ese entonces era top ten en las listas más prestigiadas de su país y del Reino Unido, de alguna manera las que catalizan el credo de la ola musical del momento, sobre todo por la cantidad de discos vendidos.
Se llamaba Tupac Shakur y murió luego de la balacera recibida mientras viajaba en su Cadillac en las inmediaciones del Grand Garden Arena, donde había presenciado la pelea de Mike Tyson con Bruce Seldon. Shakur tenía entonces 25 años y su carrera había sido meteórica pero durante los últimos cinco años su nombre comenzó a ser asociado con las pandillas surgidas de la misma estructura rapera una vez que comenzaron a cosechar millones y a manejar enormes cantidades de sustancias.
Los motivos del ataque mortal nunca pudieron determinarse fehacientemente pero las pistas colectadas llevaban a que se trataba de una demostración de poder de fuego y de control de zonas que mostraba una de estas bandas, embarcada en una mortífera puja que se cargó una buena cantidad de gente vinculada al ambiente.
El beat box para amenizar penurias
Lesane Parish Crooks era el verdadero nombre del músico nacido en New York, pero al cumplir su primer año, sus padres, que habían sido parte del grupo radicalizado Panteras Negras y cumplieron un rol destacado en defensa de los derechos civiles y en contra de la guerra de Vietnam, decidieron cambiarle el nombre para comenzar a llamarlo Tupac Amaru, en homenaje al cacique inca que resistió a los invasores españoles hasta su descuartizamiento.
Más tarde, avanzados los años 80, ya adolescente y embelesado por la música callejera que comenzaba a hacerse un lugar entre el abuso de sustancias y el crecimiento popular del tráfico, Tupac optó por Shakur como “apellido” y descartó el Amaru. Antes había frecuentado una escuela de arte en Baltimore y había participado del montaje de algunas obras de Shakespeare y hasta protagonizó un Macbeth negro.
Sin embargo, sería la música la que captaría su atención y su energía y, sobre todo, el entorno barrial donde ya el beat box comenzaba a tallar fuertemente y al que la mayoritaria población negra de los barrios bajos le imprimió su tono, tal vez deudor de sus antepasados africanos que se valían del uso de la cavidad bucal para producir sonidos, aspirando hacia adentro y hacia afuera.
Era de lo que podían valerse puesto que el acceso a los equipos de audio se tornaba infranqueable, ni para un sencillo radiocassette había. Dueños del recurso, el beat box se convirtió en una posibilidad concreta para aquellos que quisieran crear sus músicas y así surgieron las bases y pistas en cualquier esquina y en cualquier momento entusiasmando a cada vez más jóvenes.
Fue junto a algunos cultores de esta rítmica, que Shakur se inició como rapero, improvisando letras sustentadas en todo lo aprendido en el seno familiar; así surgieron líricas sobre la lucha por la igualdad racial, la denuncia de los abusos sufridos por la comunidad negra, el gatillo fácil policial, sobre todo contra los negros jóvenes, la falta de oportunidades para insertarse en el mercado laboral y las penurias económicas que sumían a los afroamericanos en la miseria.
Yo contra el mundo
A inicios de los 90, Shakur tuvo su debut oficial al aparecer como invitado en el single “Same Song”, del grupo Digital Underground. Apenas un poco después, participó en la banda sonora del film Nada más que problemas, una comedia negra protagonizada por Chevy Chase y dirigida por el también actor Dan Aykroyd en su debut detrás de cámara.
Las condiciones musicales y su actitud desafiante le posibilitaron una carrera meteórica y ya en 1994 sus temas picaban alto en cualquier ranking a los dos lados del Atlántico. Pero ahí las cosas comenzaron a ponérseles complejas al rapero. La fotógrafa Ayanna Jackson lo acuso de violación y fue sometido a juicio y aunque se desestimó la portación de armas que le fueran encontradas al momento de ser detenido, y él negó los hechos, fue encontrado culpable de abuso sexual y condenado.
Este hecho es desestimado en una biografía sobre Shakur escrita por Bárbara Pistoia titulada Por qué escuchamos a Tupac Shakur. El músico fue enviado a prisión a principios de 1995 pero antes pudo grabar una serie de canciones para su tercer álbum de estudio, al que llamó, evidentemente con el ánimo que portaba en ese momento, Me Against the World.
El disco salió a la venta cuando Shakur ya estaba en prisión y casi a modo de consuelo se vendió como pan caliente, posicionando a su autor como uno de los mejores letristas del género para más tarde ser reconocido, por el mismo registro, como uno de los emblemas de la música popular de su época en una lista elaborada por el Salón de la Fama del Rock and Roll.
La moral gangsta
El subgénero en el que Shakur descolló se llamó gangsta rap, donde cabían todas las letras que daban cuenta de la extrema precariedad de los jóvenes negros en las salvajes calles de la periferia de las grandes urbes y, sobre todo, de los enfrentamientos entre pandillas (las gangs), el tráfico de drogas y armas, el proxenetismo más violento que sometía mujeres adictas, el dolor de las madres afroamericanas cuando les avisaban que sus hijos adolescentes habían sido acribillados por la policía.
“California Road” fue un clásico instantáneo y uno de los himnos del llamado G-funk, donde aparecía en todo su esplendor la moral gansta. Snoop Doggy Dogg, Ice. T, Notorius Big fueron otros raperos exitosos, compañeros de ruta de Shakur, y con el último, quien fue su íntimo amigo, tuvo luego una rivalidad que según se supo tuvo un episodio zanjado a tiros en un basural sin que ninguno resultar víctima del otro.
Las veladas llamadas a no tolerar la violencia policial puso a Shakur en la mira del vicepresidente de Bush, Dan Quayle, que intentó culparlo cuando en Texas un joven negro disparó sobre un policía y dijo haberse inspirado en una letra del rapero.
A la confrontación a puro fuego con Notorius Big, le siguieron algunas otras en las que estuvo involucrado; integraba una de las bandas enroladas en distintas compañías discográficas especializadas en rap y hip hop, las que no dudaban en pelar sus automáticas cuando se enteraban de alguna habladuría que los salpicaba o simplemente de la partida de alguna chica propia hacia el sector opuesto. El consumo, claro, volvía irascibles a sus miembros e incluso la comercialización de cocaína tuvo entre estos grupos su región central.
¿Quién te disparó?
La noche en que fue a ver la pelea de Tyson, Shakur se había cruzado con varios personajes ligados a la mafia de su discográfica rival y había mantenido algún altercado verbal.
Evidentemente alguien no lo perdonó, fue emboscado en su automóvil y baleado desde dos ángulos distintos. Lo demás fue una agonía que se extendió durante casi una semana, luego de la cual murió.
No sólo sus compinches sino muchos otros apuntaron a Notorius Big como el culpable, sobre todo, porque el obeso rapero había hecho una canción llamada «Who shot ya?» (¿Quién te disparó?), que Shakur había tomado como un insulto luego de ser víctima de disparos en otro atentado del que salió indemne un par de años antes.
Meses después del asesinato de Shakur, el mismo Notorius Big sería acribillado en un atentado similar, tal vez en tono de venganza aunque ambos crímenes nunca serían develados. El álbum All Eyez on Me (Todos me miran), que grabó cuando salió de la cárcel, vendió 20 millones de copias y contribuyó al suceso masivo que alcanzó en las décadas siguientes el rap y el hip hop. Sus letras denunciaban la violencia cada vez más insostenible padecida por los afroamericanos.