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A 26 años de la llegada de Diego Maradona a Newell’s

Vestido con un buzo del club rojo y negro, pantaloncito y medias negras, Diego apareció por la boca del túnel del vestuario local, que entonces estaba al costado del arco del hipódromo -la que ahora lleva su nombre-, y caminó al encuentro de sus nuevos compañeros

Diego Armando Maradona pisaba hace 26 años la vieja cancha del Parque Independencia como flamante jugador de Newell’s, en una tarde en la que los hinchas «rojinegros» colmaron el estadio para verlo y ovacionarlo.

Vestido con un buzo del club rojo y negro, pantaloncito y medias negras, Diego apareció por la boca del túnel del vestuario local, que entonces estaba al costado del arco del hipódromo -la que ahora lleva su nombre-, y caminó al encuentro de sus nuevos compañeros, que lo esperaban en el círculo central, con el capitán Gerardo Martino y Norberto Scoponi a la cabeza.

Después el entrenador «rojinegro», el «Indio» Solari, ordenó una práctica de ejercicios con pelota en varios grupos, en la que Diego continuó en el centro de todas las miradas hasta el final, cuando el plantel, con el cuerpo técnico incluido, alzaron en andas a Maradona y lo tiraron varias veces al aire, en la mejor foto de su sorpresiva llegada a Newell`s.

«Pocas veces en mi vida viví una emoción como la de esta tarde, cuando me recibieron en el estadio. No esperaba un reconocimiento como este y me hubiera gustado abrazar a cada uno de los hinchas que estuvieron ahí gritando», declaró Diego en la multitudinaria conferencia de prensa en el estadio cubierto, posterior a su primera práctica en el club del Parque Independencia.

La historia de la sorpresiva llegada de Diego a Newell`s comenzó casi por casualidad, cuando en una charla del «Indio» Solari con el ex jugador de Newell`s, Independiente y la selección Ricardo Giusti surgió la posibilidad, por entonces impensada, de que Diego jugara en el conjunto «rojinegro».

Diego debutó el 4 de octubre en un amistoso que Newell`s le ganó a Emelec de Ecuador con un gol suyo en el arco del hipódromo y luego disputó un puñado de partidos hasta que en la pretemporada de enero de 1994 faltó a un amistoso contra Vasco da Gama de Brasil, en Mar del Plata, que se suspendió y determinó el abrupto final de su fugaz paso por el club del Parque Independencia.

En la vereda de enfrente, el extinto dibujante, humorista y escritor Roberto Fontanarrosa, «un canalla desde su más tierna edad», como canta «Fito» Páez, confió en una entrevista con la revista El Gráfico: «Yo no soy de madrugar, mi mujer me llamó dos veces temprano en mi vida: cuando tomamos las Malvinas y cuando Ñuls trajo a Maradona».

Y, rápido en su oficio de humorista, remató sobre el efímero paso del astro: «Es como si tu vecino más odiado se compra un Roll Royce, pero no lo puede sacar del garage».

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