El Newell’s de Marcelo Bielsa DT vivió, tal vez, el momento cumbre de felicidad en un ciclo corto pero efectivo, cuando se consagró campeón de la temporada 1991 en la Bombonera, venciendo en los penales (3-1) a un Boca que acudió a la cita sin sus dos principales figuras.
Aquel lluvioso martes 9 de julio de 1991, la institución del Parque de la Independencia vivió un festejo alocado del Día de la Independencia, a pesar de haber caído en los 120 minutos por 1-0. Además, Newell’s produjo esa tarde un acontecimiento hasta ahí nunca vivido: se convirtió en el primer club en ganarle un título a Boca en condición de visitante.
Luego, Lanús (2007) y Banfield (2009) darían la vuelta olímpica en ese reconocido templo del fútbol argentino, aunque en un torneo largo y no en un mano a mano. En la ida, jugada el sábado 6, el elenco rojinegro, que se había proclamado campeón del Apertura ’90, se había impuesto por 1-0, con gol de Eduardo Berizzo.
En el desquite, el equipo xeneize que conducía el uruguayo Oscar Tabárez y que había ganado invicto el Clausura 91, llevó la definición a los tiros desde el punto penal, luego de extraer una mínima diferencia, con un gol de Gerardo Reinoso.
Precisamente, la Vieja Reinoso y el brasileño Gaúcho (ex Flamengo y Palmeiras) fueron los refuerzos incorporados únicamente para esta final por Boca, a partir de que Gabriel Batistuta y Diego Latorre estaban con el seleccionado argentino que disputaría la Copa América en Chile.
En tiempos de Ley de Convertibilidad, con Domingo Cavallo como ministro de Economía del Gobierno de Carlos Menem, el equipo rosarino, por sugerencia del DT, prefirió no sumar ninguna incorporación. Es que tanto el zaguero Fernando Gamboa como el mediocampista Darío Franco también habían sido llamados por Alfio Basile para el evento continental.
«Todo lo ideó Marcelo (Bielsa). Imaginó esa final mucho tiempo antes de que se jugara», contó Carlos Picerni, ex jugador campeón (Metropolitano 1974) de la entidad ‘rojinegra’ y ayudante de campo del prestigioso entrenador en ese ciclo que llevó a Newell’s a jugar la final de la Copa Libertadores (1992).
«Ese equipo combinaba chicos que ya habían estado con Bielsa en la Reserva caso Gamboa, (Mauricio) Pochettino, (Miguel) Fullana. Y entonces todo fue más fácil», sostuvo Picerni, de 69 años, en charla con Télam.
El también director técnico que supo estar a cargo del departamento de Divisiones Inferiores del club rosarino reveló un detalle «clave» para que ese equipo respondiera de la manera que lo hizo en semejante escenario, con un clima adverso y casi 50 mil personas alentando al rival.
«Teníamos la ventaja de que nuestro preparador físico era Jorge Castelli. Y hubo un trabajo extraordinario para que el rendimiento de los muchachos sea óptimo. También estaba la ventaja de que Newell’s contaba con un plantel de muchos jugadores jóvenes», lanzó.
El encuentro no comenzó de la mejor manera para el equipo de Bielsa. Más allá de que el desarrollo fue bastante trabado y friccionado, en una cancha embarrada, una patada descalificadora de Carlos Moya dejó fuera de combate al máximo estratega y referente de ese plantel: Gerardo Martino.
«Tuvimos muchos condicionantes adversos: la lesión del Tata, un penal que no le cobran a (Mauricio) Pochettino que le arrancan la camiseta. Sabíamos que no iba a ser fácil», relató Picerni, sin querer machacar sobre la discreta tarea que le cupo al árbitro de esa jornada; Francisco Lamolina.
«Recuerdo que en un momento lo echan a Marcelo (Bielsa). Después me expulsan a mí y quedó (Raúl) Donsanti (segundo ayudante de campo). Pero aproveché y bajé desde un palco a la cancha de nuevo, en el momento de los penales. Hoy, con tanta seguridad, sería imposible que eso ocurriese», narró.
Después de tiempo regular y período suplementario, la victoria de Boca por 1-0 llevaba la definición del título a los tiros penales. Y allí emergió la figura de un protagonista inesperado.
«‘Nunca atajé un penal en mi vida» le dijo el arquero Norberto Scoponi al profe Castelli, en la previa a los lanzamientos, cuando el histórico colaborador de Juan Carlos Lorenzo en la entidad xeneize, precisamente, quiso motivarlo al «Gringo (Scoponi) con que esa iba a ser su gran tarde», recordó Picerni.
El arquero visitante controló los disparos de Alfredo Graciani y Claudio Rodríguez, mientras que Walter Pico elevó su remate por encima del travesaño. Para Newell’s marcaron Berizzo, Juan Manuel Llop (quien esa tarde actuó como líbero) y Julio Zamora.
«El objetivo de todos nosotros era ser campeones con la camiseta de Newell’s. El sentido de pertenencia era muy fuerte porque buena parte de esos chicos habían crecido en las divisiones inferiores y llegaron a Primera con la ilusión de consagrarse», reflexionó Picerni.
«Hoy, tal vez, los pibes que llegan están pensando en triunfar en el Barcelona o Real Madrid. Pero esa camada de jugadores quería ser considerada como parte de la historia grande del club. Y por suerte se dio», manifestó el ayudante de campo del Loco en el aquella consagración en La Boca.
(Por Adolfo Morales – Télam)