Por Facundo Suárez Lastra (*)
Ya no hay dudas del lugar que ocupa Raúl Alfonsín en la historia. Indispensable, fundador, gestor, docente frente a una sociedad que tenía que reconvertirse a sí misma en democrática. Su principal triunfo fue ese: sentar las bases de una democracia para siempre. Su inspiración para nuestros días es más y mejor democracia.
Emprendió con responsabilidad y firmeza la transición poniendo fin a la época más oscura del país. Instaló con bases sólidas un nuevo concepto del Estado de Derecho. Asumió el día Internacional de los Derechos Humanos para dar una señal hacia adentro y fuera del país de la profundidad del cambio que se iniciaba. Reinsertó a la Argentina en el mundo, liderando la recuperación de la democracia en toda América latina y dando los primeros pasos en el camino hacia el Mercosur. Su mérito no fue solo haber sido el primero, sino la profunda convicción democrática, republicana y el sentido social con que llevó adelante la gesta.
Entendió que los cimientos de la democracia solo serían sólidos si se basaban en la verdad y la justicia. Por eso la Conadep para que la verdad saliera a la luz; por eso el juicio a las Juntas Militares y también a los jefes de las organizaciones armadas por sus delitos durante un gobierno constitucional elegido por la mayoría del pueblo.
El presidente Alfonsín nos enseñó que en momentos difíciles, cuando el pueblo es convocado a un esfuerzo, la corrección, la ejemplaridad de los gobernantes y de la política en general son esenciales para lograr la comprensión y el acompañamiento popular.
Hoy nos encontramos frente a otra transición necesaria. De la democracia populista con sesgo cleptocrático a una democracia republicana que nos lleve al desarrollo pleno: el mejor camino para el bienestar de nuestro pueblo.
Alfonsín es el ejemplo que estas grandes transiciones se hacen de la mano de la buena política. Más y mejor política es la forma que tenemos hoy de honrar a Raúl Alfonsín y de darle sentido, fuerza, actualidad y utilidad a su legado.
Muchos de los que tuvimos el honor de acompañarlo en su lucha y su gobierno quedamos marcados a fuego y hay un rumbo del que jamás nos debemos apartar: la búsqueda de la igualdad sosteniendo la libertad.
Las transformaciones en el mundo y en la Argentina solo se hicieron sobre la base de liderazgos democráticos fuertes y ejemplares que supieron transmitir con claridad el rumbo para lograr el consenso popular que es en definitiva lo único que da la fuerza necesaria en la democracia para lograr estas transformaciones.
El 10 de diciembre de 1983, al asumir, el presidente Alfonsín nos decía:»Tenemos una meta: la vida, la justicia; y tenemos un método: la democracia para la Argentina. Tenemos un combate: vencer a quienes desde adentro o desde afuera quieren impedir esa democracia. Tenemos una tarea: gobernar para todos los argentinos sacando al país de la crisis que nos agobia».
Evocamos hoy a Raúl Alfonsín para que su impronta sirva de inspiración a un pueblo que tiene que superarse, progresar, alcanzar el bienestar que la generosa naturaleza de nuestro territorio y las posibilidades de si mismo harán realidad con esfuerzo y equidad.
(*) Diputado nacional de la UCR en Cambiemos. Intendente de la Ciudad de Buenos Aires durante el gobierno de Raúl Alfonsín.