La combinación de toda una serie de elementos experimentados por primera vez por estas tierras, en un contexto marcado por la censura que ejercía la dictadura genocida que gobernaba al país desde 1976 y el escaso lugar que la cultura oficial reservaba para el rock hasta entonces, hicieron que el paso del combo conformado por Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon quedara grabado en la memoria popular colectiva.
Precisamente, cuestiones a las que años más tarde se acostumbraría el público local, como las visitas de figuras internacionales, los conciertos masivos con puestas de luces y sonidos estridentes y la presencia de música rock en los medios tuvieron un primer atisbo en aquellas excitantes jornadas comprendidas entre el 28 de febrero y el 8 de marzo de 1981.
«Fue el primer concierto espectacular que tuvo lugar en la Argentina porque hasta entonces, grupos en su apogeo o gozando de buena fama, solo había venido Santana en el 73, Joe Cocker en el 77 y The Police, aunque todavía no era el grupo que arrasaría poco tiempo después. Queen estaba en el pináculo de su gloria», contextualizó en diálogo con la agencia de noticias Télam el periodista especializado Alfredo Rosso.
Y acotó: «Otra cosa que no era común era que un grupo hiciera cinco conciertos en Argentina y en canchas de futbol, en un estadio colmado. Yo estaba en una tribuna lateral, miraba a mi alrededor y me sorprendía. Sabía que Queen era popular en la Argentina pero me sorprendió que lo fuera a ese nivel».
La transmisión de los conciertos por Radio Rivadavia y Canal 9, el seguimiento de la prensa de las andanzas del grupo por el país, con visitas al Italpark y cenas en Los Años Locos, entre otras actividades; una bizarra charla telefónica de Mercury con China Zorrilla o la famosa foto con un joven Diego Maradona, quien además subió al escenario para presentar una canción, son pruebas de un fenómeno que trascendía al público estrictamente rockero.
Acaso las crónicas que también daban cuenta de grupos de fans siguiendo a los integrantes de la banda para obtener una foto, un autógrafo, un saludo, o al menos verlos de cerca advirtieron a los neófitos en estas cuestiones que estaban en presencia de un hecho histórico.
Nora Rosano era una de las tantas jóvenes que cada noche realizaba un ritual común: al término de los shows en Vélez, junto a un grupo de amigas, se dirigía al restaurant Los Años Locos en la costanera porteña para luego instalarse en las puertas del Hotel Sheraton con la esperanza de toparse con alguno de los miembros de Queen.
La constancia tuvo sus frutos y, al día de hoy, la admiradora puede exhibir con orgullo autógrafos de los cuatro integrantes y fotos de ellos en la puerta del hotel, además del recuerdo de haber presenciado shows impactantes para la época.
«Brian May era el más amable. Siempre se paraba a saludar, firmar autógrafos y hablar un poco en español con la gente. Roger Taylor solía llegar siempre bastante borracho y a Freddie se lo veía bastante tímido y rodeado de guardaespaldas, pero cuando se lo pedimos, hizo una seña como para que nos acercáramos», evocó Rosano.
Del mismo modo los definió el legendario Billy Bond, responsable de la llegada de Queen a Sudamérica a partir de su gestión para llevar al grupo a Brasil, quien detalló: «Brian y Roger eran los capos del grupo que estaban en todo y John era el administrador».
Y acotó: «Nosotros llamamos «La Biblia» al libro en donde cada grupo pone las exigencias al ser contratados. «La Biblia» de Queen tenía 400 páginas pero eran súper profesionales. No pedían boludeces. ¿Viste que a veces se dice que las estrellas piden drogas o cosas excéntricas? Acá nada que ver. Todo tenía que ver con los litros de agua y la comida que tenía que haber para todos los técnicos y cosas así. Había mucho cuidado para con la gente que trabajaba en su equipo».
La parafernalia de los shows a partir del gran equipamiento de la banda causó una conmoción tanto en los fans como en el periodismo especializado, que supuestamente estaba más familiarizado con estas puestas en escena.
«Yo no era un fan de Queen. Me gustaba pero no era mi grupo favorito. Sin embargo, me aplastaron musicalmente», puntualizó Alfredo Rosso en otro momento de la charla, quien advirtió además que la banda también se vio sorprendida por la actitud del público, especialmente cuando todo el estadio coreó al unísono la canción «Love Of My Life».
«Nunca se había visto aquí tanto fervor para cantar, incluso una canción como esa que no había sido un hit en Gran Bretaña. Cuando la gente la coreó, Freddy se quedó callado para que la gente siguiera cantando. Se notó que estaba sorprendido. Al terminar el tema, él que no regalaba nota, como decían los viejos profesores, dijo «beautiful» (hermoso); estaba conmocionado», puntualizó.
Lo cierto es que esas jornadas quedaron en un principio como un hecho único e inédito, aunque aislado, debido a que pasaron varios años más hasta que el público local se acostumbró a visitas de ese tipo.
Las increíbles puestas en escena y los shows internacionales se volvieron habituales en el ámbito local recién en los años 90, pero ese sabor especial de «la primera vez» y el furor por una banda de rock que trascienda los límites generacionales sélo volvería a repetirse con The Rolling Stones.
Diez días, cinco conciertos, tres ciudades y un set plagado de hits
La visita, que se enmarcó dentro del The Game Tour, se inició el 27 de febrero de 1981, con una conferencia de prensa en la misma sede velezana un día antes del debut en el reducto ubicado en Liniers.
El primer concierto fue transmitido por Radio Rivadavia, en una emisión en la que estuvo al frente al recordado Juan Alberto Badía, quien también tuvo a su cargo la presentación de la banda en el estadio.
El 1° de marzo fue la segunda función. Y el periplo siguió el 4 de marzo por Mar del Plata, el 6 fue el turno de Rosario y el 8 se produjo la despedida en Vélez, en una función agregada ante el enorme suceso de público.
A esa altura, el impacto de esta visita provocó que el show fuera transmitido por Canal 9, también con Badía como presentador, en una función que tuvo como condimento extra al joven astro futbolístico Diego Armando Maradona como anfitrión en el tema «Another One Bites The Dust».
El encuentro entre bambalinas de la banda con el futbolista que cinco años más tarde amargaría a los hinchas ingleses en el Mundial de México 86 fue testimoniado en una famosa foto grupal en la que Maradona posó con una campera de la Union Jack y Mercury, con una camiseta argentina.
La duración de los shows fue de un promedio de dos horas y el set osciló entre las 26 y 28 canciones, en donde se repasó gran parte del material que formaba parte del disco The Game, se mostró el reciente aporte a la banda de sonido del film Flash Gordon y se abordaron clásicos como «Bohemian Rhapsody», «We Will Rock You», «We Are The Champions», «Love of My Life», «Now I’m Here» y «Fat Bottoned Girls», entre otros.
En el medio, hubo imágenes de visitas de algunos miembros con sus familias al Italpark, de las pruebas de sonido, de sus experiencias con el asado argentino y algunas entrevistas televisivas, una de ellas recordada por la bizarra intervención telefónica de la actriz China Zorrilla.