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A 40 años del desembarco de Queen en Rosario, una noche única que se mitificó

Algunos de los afortunados que estuvieron allí para aplaudir a la banda inglesa evocan el emblemático concierto en la ciudad del 6 de marzo de 1981, uno de los cinco que ofreció en el país en el contexto de la última dictadura cívico-militar y al que todos recuerdan como “impresionante”

Fue una visita que se mitificó. Muchos tuvieron la suerte de estar allí, muchos soñaron con estar y se quedaron con las ganas, y muchos, con el tiempo y el paso de los años, después de las mismas anécdotas, edulcoradas y contadas una y mil veces por otros, creen haber estado y así lo afirman.

Este sábado se cumplen 40 años del histórico paso de Queen por Rosario con un show que hizo historia en el Gigante de Arroyito. La atroz dictadura cívico-militar que gobernaba el país desde el 76 parecía mirar para el costado por unos días y habilitaba en su magra agenda cultural de entonces la llegada de una de las bandas emblemáticas del momento, referencia ineludible del rock inglés.

Unos días antes de su paso por Rosario, el 28 de febrero, los músicos habían ofrecido el primero de los cinco shows realizados en el país en el estadio de Vélez, donde el 1° de marzo dieron su segunda función. Luego, los Queen iniciaron un recorrido que siguió el 4 de marzo en Mar del Plata, el 6 en Rosario y el 8 nuevamente en Vélez, en una función agregada y de despedida, ante la inusual demanda de entradas que se agotaban en horas.

Pero aquel 6 de marzo y por única vez en la historia, Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon estuvieron en Rosario. Era viernes, hacía calor, y la apacible calma del barrio de Arroyito se vio modificada por las y los miles de fanáticos y seguidores que entrada la tarde se agolparon en los ingresos del estadio para cumplir un sueño: escuchar en vivo “Bohemian Rhapsody”, “Love of My Life”, “Now I’m Here”, “We Will Rock You” o “We Are The Champions”, además de algunas sorpresas, en un lista de temas que arañó los 30 y en casi dos horas de un show “impresionante” e “inolvidable”, según cuentan algunos  de los afortunados que estuvieron allí.

“Estuve muy cerca de la producción porque el show lo hizo directamente la compañía grabadora que en esa época era Odeón”, dijo el empresario local Pepe Grimolizzi. Y recordó: “El gerente era amigo mío y teníamos distintos acuerdos para difundir música con las distintas grabadoras. Esa cercanía, casi de asesoramiento, me permitió estar muy ligado al show, verlos en el hall del hotel. Fue la única vez que en Rosario Central se armó el escenario en la tribuna que está sobre la avenida Génova; se sacaron el arco, el alambrado, todo, y el escenario arrancaba desde arriba de la tribuna y bajaba hasta el césped. Otra de las curiosidades es que ellos estaban alojados en el Hotel Majestic, llegaron al estadio en auto, entraron y se subieron directamente al escenario sin hacer ni una prueba previa, y cuando terminó el show volvieron al auto y al hotel de la calle San Lorenzo”.

Casi no hay registro de aquella noche de la que tanto se habla, no lo cubrió ningún canal de televisión de los dos locales y sólo circulan algunos audios de una transmisión de radio que emitió parte del concierto.

Como el Maracanazo del 50

“La visita de Queen en el 81, cuarenta años después, es como el Maracanazo del 50: fueron todos, más años pasan, más gente fue”, evocó con humor el conductor radial Marcelo Mogetta, quien destacó: “Tengo la entrada, yo sí estuve; remera no tengo porque en esa época no había”.

“Yo no era fanático de Queen, en esa época de clásicos, de Los Beatles y Los Rolling Stones, yo escuchaba a Los Beatles, también a Deep Purple y Led Zeppelin. Y allí estaban también Kiss con Dinastía y Queen con El Juego (The Game)”, recordó Mogetta sobre aquel momento y el novel disco que se convertiría en leyenda y que dio nombre a la gira, The Game Tour, que trajo a la banda al país por primera y única vez.

“Al show me lleva mi primo Néstor, que era más grande que yo, fuimos junto con un amigo de él; ellos sí eran fanáticos. Yo tenía 16 años, había visto a Seru Giran en La Comedia, todos sentaditos y en silencio. Y cuando entré al estadio fue impactante ver esas tribunas llenas, el sistema de sonido descomunal y las parrillas de luces que eran casi igual de altas que las tribunas. Tengo muy vívido el recuerdo de esa cancha llena, de los días previos con los amigos que competían para ver quién sabía el verdadero nombre de Freddie Mercury o dónde había nacido; yo sólo los escuchaba hablar porque a Queen lo descubrí después, repasando todos sus discos y encontrándome con una banda impresionante que hizo todo”, dijo el popular conductor radial.

“Yo fui un no fanático en el show de Queen, estuve bien arriba, en la tribuna de Regatas. Fui un no fanático que tiempo después se dio cuenta que esa banda había estado en Rosario en el pináculo de su carrera, y que había sido una noche histórica e inolvidable en plena dictadura militar; una visita de la que (Roberto Eduardo) Viola quiso sacar su rédito aunque aún no era el presidente (lo sería poco después), y para eso se reunió con ellos. Era una época de mucho silencio, de todos quietitos, y lo de Queen fue como un volcán de gente coreando las canciones”, repasó el conductor y periodista, quien además recordó detalles de una entrevista que le hizo hace algunos años al productor Alfredo Capalbo, responsable de la gira.

“Me contó cosas muy locas, como por ejemplo que todos se llevaban muy mal con Freddie, que tomaban litros y litros de Coca Cola, y que entre los requisitos para los shows, le sorprendió que le pidan toneladas de protectores solares: eran muy blanquitos, venían del invierno y acá hacía 40 grados. Y otra cosa: la famosa foto de la tapa del libro tomada en Central (un libro que la banda editó el año pasado), muy referencial de la época, con la cana en el círculo central del estadio, parece trucada porque aparece la tribuna de Regatas llena y el campo vacío y eso no fue así: el campo estaba lleno de gente de movida”, recordó.

Dos recuerdos en uno                                       

“Estuve en ese recital inolvidable, pero no sé ni cómo llegué ahí. Lo único que sé es que fue la primera vez que dejé a mi hijo muy chiquito con mi mamá, fue la primera salida después de parir a Leonardo”, recordó Ester Stekelberg, destacada periodista rosarina radicada en Francia hace casi dos décadas. “Fuimos con el padre de mi hijo, pero él tampoco lo recuerda; es algo singular lo que pasó. A mí me gustaba mucho el rock inglés y al mismo tiempo Alfredo Zitarrosa, lo mismo que ahora (risas). Y me vuela la cabeza que hayan pasado cuarenta años, porque si bien no era el primer show al que iba, sí fue el primero en Central. Solía ir a los shows de los Carnavales, pero ese concierto fue un monstruo por las dimensiones, algo que me quedó muy grabado. Conocía a la banda por esa cercanía con el rock inglés y en el show me tocó estar lejos y no había como ahora pantallas gigantes. Pero la gran novedad era la de ir a un concierto en la cancha de Central, algo que nunca había pasado antes”.

Un cambio de época  

“Obviamente, yo ya estaba en contacto con la música. Y si bien Queen no fue de las primeras bandas que escuché, más allá de conocer Live Killers, que es un disco en vivo recopilatorio y que tocaron aquella noche casi por completo, ellos en realidad promocionaban The Game, que es el que tenía «Cosita loca llamada amor» (Crazy Little Thing Called Love), entre muchas otras, después muy populares. Pero nunca había visto algo semejante en cuanto al despliegue técnico y la puesta en escena; fue la primera vez que se traían un equipamiento de ese tipo al país”, destacó a su tiempo el músico Bonzo Morelli que también estuvo allí esa noche y que días antes había escuchado por la radio a Juan Alberto Badía presentando la banda en Vélez.

“Fue la previa con los amigos, sabíamos que los íbamos a ver acá; yo fui con mis primos que eran más grandes, porque yo tenía 16 años, y fue el fin de semana anterior a que comenzaran las clases; el lunes 9, todos al colegio. Todos cantamos por fonética «Love Of My Life» acompañando a esa voz increíble de Freddie de una potencia descomunal, y comprobamos que eran tan buenos como en los discos, tanto los que entramos como los que se quedaron afuera del estadio”, evocó el músico, que reconoció: “La visita de Queen en dictadura unificó un poco al público en una época muy dura; ese show abrió la puerta para que mucha gente vaya a ver a otros artistas locales vinculados con el rock; en ese sentido fue muy bueno”.

“Fue un setlist que abrió casi como el disco Live Killers, con «We Will Rock You», y fueron mechando con los temas nuevos. De hecho, hubo un estreno, el tema de (la película) Flash Gordon. Aún no estaba grabado, no había salido el disco, pero estuvo entre los temas elegidos. Eran impresionantes las luces y el audio, pero como había un poco de viento el efecto de humo se disipaba un poco”, contó Morelli, quien aún conserva la entrada de aquella noche, “que está un poco ajada porque me la metí en el bolsillo del pantalón, pero es de las pocas que conservo. La de Rosario era azul, y la de Buenos Aires, roja”.

Un momento maravilloso

“Yo vivía casi en la esquina de Cordiviola y Génova, era muy joven, poco más que una adolescente que arrancaba la facultad, y una prima me pidió de venir a mi casa aquel 6 de marzo del 81 así escuchábamos lo que «sobrara» del show, porque ninguna de las dos tenía la plata para comprar la entrada. Pero el audio que saliera del estadio ya era importante para nosotras, que pensábamos como otra gente quedarnos allí en la esquina durante todo el show”, recordó con detalles la periodista y actual concejala Susana Rueda.

“Estábamos paradas por Génova, debajo de una de las luces de la calle que ya estaban encendidas cuando caía la tarde, con un grupo de gente no muy numeroso, porque la dictadura no permitía que la gente se juntara en la calle. Seríamos poco menos de cien personas. De golpe vemos que venía un auto en contramano por Génova que finalmente se sube a la vereda. Y, cuando abre su puerta levadiza, nos damos cuenta que allí venían los Queen. Obviamente se generó una avalancha hacia el auto y yo quedé en primera fila de esa avalancha, con la fortuna absoluta que cuando se terminan de abrir las puertas del auto sale Brian May y me ataja de los codos para que no me caiga encima de él”, relató con minuciosidad.

“Fue uno de los momentos más gloriosos de mi vida; estuve a centímetros de Brian May, no podía creer que me estaba pasando eso. Él me sonrió, me separó para que no me caiga e ingresó al estadio caminando con el resto de la banda, y junto con ellos entramos todos los que estábamos ahí. En minutos pasamos de la calle a un sector de la platea, vimos todo el show y fue un momento maravilloso, pero creo que lo que más me impactó fue cómo se dieron las cosas: sin tener un peso pude entrar a ver a Queen la única vez que estuvo en la Argentina y la única vez que estuvo en Rosario y en el Gigante de Arroyito”, dijo Rueda emocionada, también por el club de sus amores.

Y cerró: “El año pasado, cuando vi la portada del libro de fotos que editaron (Queen: The Neal Preston Photographs, la edición de gran parte de la producción del destacado fotógrafo del rock), si bien a todo el mundo le llamó la atención que la portada fuera una foto de aquel concierto en el Gigante, me dio mucho dolor, porque ahí pude apreciar cosas que por entonces no notamos. En la foto se ve en el centro del estadio a la policía y a la infantería con una actitud intimidante y las armas apoyadas en el piso. Era un momento muy doloroso de la Argentina, era la dictadura militar, más allá de que aquel recital de Queen parecía ser lo único importante”.

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