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A 45 años del asesinato de Floreal Avellaneda, la víctima más joven de los «vuelos de la muerte»

Se aguarda que la Corte Suprema deje firme una condena a los secuestradores del estudiante secundario y militante de la Federación Juvenil Comunista, que fue secuestrado el 15 de abril de 1976 junto a su madre por un grupo de tareas y trasladado luego a Campo de Mayo

A 45 años del asesinato de Floreal «El Negrito» Avellaneda, se aguarda que la Corte Suprema deje firme una condena a los secuestradores del estudiante secundario y militante de la Federación Juvenil Comunista que a sus 15 años se convirtió en víctima más joven de los denominados «vuelos de la muerte».

Floreal Avellaneda fue secuestrado el 15 de abril de 1976 junto a su madre por un grupo de tareas y trasladado luego a Campo de Mayo, donde se lo vio por última vez .

«El negrito era un pibe vivo, especial y se notaba que era desde chico un luchador. Haberlo perdido fue un dolor muy grande. Estuvimos junto con mi marido en cautiverio. Nosotros fuimos blanqueados, pero él no volvió», recordó en diálogo con Télam Iris Pereyra de Avellaneda, la madre de Floreal.

A los 81 años, Iris -vicepresidenta de la Liga Argentina por los Derechos Humanos- aseguró que a pesar «de todos estos años, la lucha por justicia aún continúa, por Floreal y los 30 mil desaparecidos».

La madrugada del 15 de abril de 1976, un grupo de tareas llegó a una casa de la localidad de Munro en la que vivían los tres integrantes de la familia Avellaneda, con la intención de capturar al padre de Floreal, que era delegado sindical en la fábrica metalúrgica de Tensa y militante del Partido Comunista.

Pero el gremialista logró escapar por los techos y los integrantes del grupo de tares se llevaron al ‘Negrito’ y a Iris a la comisaría de Villa Martelli.

«Ahí nos torturaron, a mí y al ‘Negrito’. Me pasaron picana mientras escuchaba las cosas que le hacían a mi hijo. Me ataron en una columna, y ahí escuché la voz del ‘Negrito’ por última vez. ‘Mamá, deciles que papá se escapó’, me alcanzó a decir», revivió Iris.

Relató que, junto con su hijo, fueron trasladados a Campo de Mayo, donde funcionaba el centro clandestino conocido como ‘El Campito’. Allí estuvo alojada durante más de 15 días: «Nos hicieron de todo. No vi a Floreal, pero me enteré después que lo vieron con vida y le curaron heridas en una pierna», indicó.

A principios de mayo, Iris quedó blanqueada; dejó Campo de Mayo y pasó a la cárcel de Olmos, en cercanías de La Plata, y luego a la unidad penitenciaria de Devoto, hasta que en 13 de julio de 1978 recuperó la libertad.

El cuerpo de Floreal apareció en la costa uruguaya el 14 de mayo de 1976, cuando faltaba muy poco para que cumpliera los 16 años, junto con un grupo nueve cadáveres.

Los cuerpos fueron fotografiados por la prensa de Uruguay, que informó el hecho como si tratara del hallazgo de unos «asiáticos», en función de la hinchazón que tenían en sus rostros.

En una de esas fotos, pudo verse que unos de los cuerpos tenía un tatuaje con las letras FA (las iniciales de Floreal Avellaneda), y ese dato llegó al abogado Julio Viaggio, de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, la denominación que la entidad tenía en aquellos días.

Con dictadura en ambos márgenes del Plata, el letrado inició el trámite de identificación y logró que le enviaran los datos de las huellas digitales de Floreal para compararlos con los registros de la Policía Federal y corroborar así que ese cuerpo pertenecía al militante de la «Fede».

Ese cadáver tenía signos de empalamiento y quedó depositado en un nicho del cementerio norte de Montevideo, donde su rastro se perdió.

El caso tomó trascendencia y el propio Rodolfo Walsh lo denunció en su Carta Abierta a la Junta Militar, difundida en marzo de 1977, y en la cual se consigna que Floreal fue hallado en las aguas del Río de La Plata, «atado de pies y manos, con lastimaduras en la región anal y fracturas expuestas».

En medio de los trámites que realizaba el abogado, manos anónimas le entregaron el acta de allanamiento de la casa de los Avellaneda, que estaba firmada por los militares, Raúl Horacio Harsich y César Amadeo Fragni, implicados en el secuestro de la familia.

«Lo que pasó con el cuerpo de Floreal es paradigmático. Lo secuestraron, desapareció, lo arrojaron al Río y luego su cuerpo volvió a desaparecer. Los registros que databan su ingreso al cementerio norte de Montevideo fueron borrados», contó a Télam José Schulman, actual titular de la Liga por los Derechos Humanos, que querella en la causa por la muerte de Floreal Avellaneda.

Tras recuperar su libertad, Iris supo de la muerte de su hijo por lo que le relataron sus familiares, quienes no habían querido darle la noticia cuando estaba en la cárcel.

«En 1983, viajamos con Floreal (padre) a Uruguay para tratar de recuperar el cadáver del Negrito, pero no estaba. Nunca más pudimos recuperarlo. No pudimos saber nada sobre lo que hicieron con su cuerpo. Nunca más lo encontramos», apuntó Iris.

Tras un largo peregrinar, los padres de Floreal lograron con la asistencia legal de la Liga por los Derechos Humanos que en agosto de 2009, el Tribunal Oral Federal 1 de San Martín condenara al general Omar Riveros como el principal responsable del asesinato de Floreal.

Además resultaron condenados los generales Fernando Verplaetsen (25 años de prisión) y Osvaldo García (18 años); Harcich y Cesar Fragni, (8 años) y el comisario Alberto Aneto (14 años).

El tribunal estableció que Floreal murió como consecuencia de los vuelos de la muerte en un avión que despegó de la base de Campo de Mayo.

La querella que representaba a los familiares de Floreal apeló este fallo y logró en 2012 que Harcich y Fragni resultaran condenados a 12 años.

Al año siguiente, las defensas de estos dos imputados apelaron esta nueva condena y el caso llegó a la Corte Suprema, donde se aguarda desde entonces que se deje en firme.

Mientras tanto, Harcich y Fragni, cuya participación en el secuestro de Floreal quedó probada, siguen en libertad a la espera que el máximo tribunal confirme sus sentencias.

«Hace ya ocho años que estamos esperando que se haga Justicia. Creemos en la presunción de inocencia, pero no puede ser que un crimen esté impune durante tanto tiempo», puntualizó Shculman.

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