A 47 años de uno de los episodios más tristes que vivieron los jujeños durante el golpe de Estado de 1976, el recuerdo, los testimonios y la memoria de la denominada «Noche del apagón» se mantiene vigente en la provincia, sobre todo entre los sobrevivientes a las detenciones, secuestros y torturas a partir de los operativos que sucedieron entre el 20 y el 27 de julio de aquel año.
Con unas 400 personas detenidas, de los cuales 33 continúan desaparecidas, quedó en la provincia de Jujuy una huella imborrable por el accionar terrorífico y planificado del gobierno de facto con el uso de las fuerzas de seguridad y militar, en complicidad con la empresa Ledesma.
La denominada «Noche de los Apagones» recuerda una de las historias más dolorosas para los jujeños, que fueron protagonizadas por los trabajadores del ingenio Ledesma, quienes sufrieron amenazas, secuestros y desapariciones causadas por el terrorismo de Estado, que se inició con la dictadura militar en 1976.
La causa -por la que fue imputado el empresario Carlos Blaquier, quien falleció el 13 de marzo de este año y el administrador de Ledesma, Alberto Lemos- es emblemática porque expresa la responsabilidad civil y empresarial en el terrorismo de Estado, una de las mayores deudas del proceso de justicia en Argentina.
La «Noche del Apagón» se inició con los cortes de luz ordenados por la empresa Ledesma, en la localidad de Libertador General San Martín, lo que facilitó las operaciones de los represores entre el 20 y 27 de julio de 1976.
El 20 de julio se montó un gran operativo en las ciudades de El Talar, Calilegua y Libertador, que incluyó cortes de energía eléctrica en todo el departamento de Ledesma y, en medio de la clandestinidad, esa noche, fueron secuestradas cerca de 400 personas, en su mayoría sindicalistas, maestros rurales, obreros y estudiantes.
Todas ellas fueron llevadas al centro clandestino de detención de Guerrero, donde sufrieron torturas y vejaciones, en tanto que unos 33 secuestrados todavía continúan desaparecidos, cinco de los cuales eran oriundos del departamento Ledesma.
“El 20 de julio había terminado de cenar con mis padres, estábamos viendo televisión y nos detienen a mí y a mi hermano. Entraron pateando la puerta”, relató a Télam Oscar Alfaro, ex-preso político y detenido sobreviviente, quien fue maniatado y subido a una camioneta con el logo de la empresa Ledesma.
Oscar había vuelto al pueblo de Ledesma porque “estaba muy comprometida su situación” en Tucumán donde estudiaba la carrera de Psicología y militaba en el centro de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras y como delegado del comedor universitario.
Alfaro -que ahora reside en San Salvador de Jujuy- recordó que en ese momento ese lugar era el centro de la actividad turística, no solo universitaria sino provincial, y también había gente que militaba en diferentes partidos y estaba en contacto con gremios; y por esa militancia ya había sido detenido dos veces ahí en Tucumán.
En Ledesma, buscando sobrellevar su situación, comenzó a trabajar como maestro en 1976 y aquel 20 de julio fue detenido por efectivos del Ejercito y de Gendarmería.
“Lo último que veo es el logo de la empresa en la camioneta porque siento un golpe en la cabeza que me tira al piso, estaba casi desmayado, me vendan, me maniataron y me suben al vehículo junto con mi hermano Luis, que estaba trabajando para una subcontratista de la empresa Techint en la construcción del complejo papelero de la empresa Ledesma”, recordó.
A poco de comenzar el traslado «con rumbo desconocido» junto a su hermano, de pronto sintieron «golpes y gritos» que les hizo pensar que ahí fue cuando secuestraron a Johnny Vargas quien está desaparecido y vivía cerca de su casa.
“No es que detenían al voleo sino que tenían listas con destino preestablecido”, relató Alfaro y recordó que «a las 3 de la mañana del 21» fueron trasladados hacia el Centro Clandestino de Detención y Exterminio de la localidad de Guerrero donde torturaron, asesinaron y desaparecieron a la mayoría de sus compañeros, muchos de los cuales no volvieron a aparecer.
“Escuchábamos que estaban presentes cuando los torturaban porque nos llevaban de un lado a otro”, comentó y añadió que cuando llegaron les pusieron una venda en los ojos y mientras seguían maniatados los tiraron al piso.
“Los golpes generalmente eran cuando nos subían al interrogatorio en otro sector del inmueble. También en la cocina. A algunos los torturaron hasta matarlos y decían: ‘este hijo de p…. no aguantó, que maricón’”, reveló.
El ex preso político también relató que las torturas continuaron en el penal de La Plata a donde arribaron por “los famosos vuelos de la muerte, junto con muchos otros detenidos” y luego fue derivado a otros centros clandestinos de detención, en uno de los cuales le hicieron un simulacro de fusilamiento.
En la última semana, fue subido a un avión cuando estaba en la central de policía de la Capital Federal, donde compartió celda con un cura francés.
Oriundo de Tarija, Bolivia, Alfaro se radicó en Ledesma junto a su familia a los 6 años y tenía 22 cuando sufrió en carne propia «La noche del apagón».
“Cuando las madres que buscaban a los compañeros desaparecidos el lema ‘Con vida los queremos’ todavía la cuestión de la desaparición no estaba y esto fue un icono de la represión en el Norte más que nada por la complicidad empresarial de Ledesma en todos estos allanamientos y secuestros”, concluyó.