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Toda fuga tiene una espectacularidad impactante. Si se realiza a través de las cloacas, ya es digna de película. Y si encima sus protagonistas son todas mujeres, el escape está catapultado a ser un hecho histórico ineludible. Sin embargo, la “Operación Estrella”, la mayor fuga de presas en el mundo, concretada en Uruguay hace exactamente 50 años, durante décadas estuvo oculta a la sombra de su hermano mayor, la “Operación Abuso”, en la que se escaparon 111 presos del Penal de Punta Carretas.
Recién en los últimos años, en parte gracias al libro “38 estrellas”, de la periodista Josefina Licitra, el mítico escape de presas políticas y “delincuentes comunes” tuvo mayor difusión.
La Operación Estrella se produjo el 30 de julio de 1971 en la entonces Cárcel de Cabildo, ubicada en la ciudad de Montevideo y que en ese momento estaba administrada por las monjas de la Congregación del Buen Pastor.
Pese a que en esos instantes las protagonistas no pensaban en hacer historia, todo el escenario estaba dispuesto para que el hecho tuviera cada uno de los requisitos para que un suceso sea ineludible para la Historia (con mayúscula). Gobernaba el derechista Jorge Pacheco Areco, que intentaba contener el crecimiento del Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros con las denominadas medidas prontas de seguridad, así como también apeló a la censura de medios de comunicación y partidos de izquierda.
Como consecuencia de los operativos de las fuerzas de seguridad uruguayas, decenas de militantes (hombres y mujeres) de la guerrilla habían sido detenidos, cuando no asesinados. Ellas eran trasladadas a la Cárcel de Cabildo; ellos, al Penal de Punta Carretas.
Los Tupamaros que habían logrado permanecer en libertad estuvieron a cargo del diseño y la ejecución de un magistral plan para la fuga de los detenidos. Parte de la elaboración de la estrategia de escape contó con un particular “asesoramiento”: el del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro.
“(El dirigente tupamaro) Mauricio Rosencof viajó a Cuba, se entrevistó con Fidel y le comentó lo que habíamos comentado sobre utilizar la red cloacal: Fidel nos envió un libro, “Mila 18”, que cuenta el trabajo que en las cloacas realizó la resistencia de los judíos en el ghetto de Varsovia. Eso fue un poco la inspiración que nos llevó a terminar de interesarnos por el sistema de cloacas de Montevideo”, contó hace algunos años el también ex guerrillero Henry Engler.
Para poder elaborar el plan, al que denominaron Operación Estrella, integrantes del MLN-Tupamaros coparon el lugar donde estaban los planos en la Intendencia de Montevideo y se llevaron todos los originales de la red cloacal capitalina.
Con ese mapa del subsuelo montevideano, los guerrilleros comenzaron a diseñar la estrategia: luego consiguieron una casa en Constitución y Nueva Palmira, a tan sólo 10 cuadras de la penitenciaría manejada por las monjas.
Mientras algunos cavaban dentro de la vivienda un pozo para llegar a la red de desagües, otros se encargaban de informar a las detenidas sobre el plan, lo cual no fue tarea sencilla. Para comunicarse sin que las autoridades descubrieran la iniciativa se intercambiaban mensajes a través de pequeñas pastillas con trozos de papel en los que se escribían códigos numéricos que identificaban letras en determinadas partes de un libro: al juntar las letras, se completaba la frase. ¿Cómo se pasaban las pastillas? Desde saludos de manos hasta mediante besos.
Una vez que las detenidas (tanto las dirigentes del MLN-Tupamaros como las presas por delitos comunes) se organizaron dentro de la Cárcel del Buen Pastor, el plan se ejecutó en la madrugada lluviosa del 30 de julio de 1971: tres golpes en el piso de uno de los dormitorios del penal fueron la señal de aviso de que desde abajo se iba a comenzar a taladrar el boquete que daría paso a las cloacas.
En la Operación Estrella se fugaron 38 mujeres, entre ellas Lucía Topolansky, quien 39 años después se convertiría en primera dama de Uruguay con la asunción de José “Pepe” Mujica como presidente, y su hermana melliza, María Elía.
La altura de los túneles de la red cloacal tiene 1,30 metro, por lo que las mujeres recorrieron casi un kilómetro a gachas y con polleras sobre sus pantalones, que se iban a sacar apenas recuperaran la libertad.
Días antes de la fuga, los Tupamaros habían asegurado las tapas de las alcantarillas con alambres, para evitar que un descuido arruinara todo el plan.
Además, dejaron un falso rastro de que el escape había concluido en la desembocadura de las cloacas al mar, para despistar a las Fuerzas de Seguridad una vez que las monjas notaran que en las camas del penal no había presas sino muñecos con pijamas.
Exactamente 38 días después de la fuga de las mujeres se llevó a cabo la Operación Abuso, con una estrategia similar, pero para un mayor número de presos: en total fueron 111 los presos políticos y detenidos por delitos comunes que se escaparon del Penal de Punta Carretas, actualmente convertido en un centro comercial.
La fuga masculina tapó a la femenina, aunque a partir del libro de Licitra podría destacarse la historia de las 38 estrellas: poco tiempo después de la publicación de la obra, a mediados de 2019, el grupo Viacom International Studios (VIS) compró los derechos para poder llevar a la pantalla (grande o chica) la historia del escape.
Desde el 17 de marzo de 2017 la Cárcel del Buen Pastor está señalizada con una placa y en julio de 2019 un espacio dentro del predio, donde se ubicaba parte del celdario y un patio de visitas fue declarado Sitio de Memoria.