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A 50 años de su aparición se reedita “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano

Ahora en una tirada de tamaño más grande que la original e ilustrada, el libro señero por su imaginativa descripción del sojuzgamiento colonial que impera en América Latina desde su descubrimiento, que circuló de mano en mano y fue botín de los grupos de tareas, muestra su intacta vigencia

Hay que admitirlo, fue tal vez uno de los libros más emblemáticos que atravesó por lo menos dos generaciones y que además sigue su derrotero para alcanzar las que vendrán. Sobre todo porque permitía descubrir que había un lenguaje inteligente y creativo para hablar de la opresión ejercida sobre Latinoamérica lo suficientemente permeable para llegar a un amplio espectro de lectores.

Desde estudiantes secundarios hasta militantes, desde artistas de todas las disciplinas hasta gremialistas, desde acomodaticios clasemedieros hasta propulsores de la patria grande se abandonaron a la fascinación que ejercía un libro que abordaba como ninguno la miseria, el sufrimiento, el infame sojuzgamiento que padecían los llamados países subdesarrollados, en verdad, la mayoría de los que conformaban Latinoamérica.

Y con inagotable imaginación describía la ignominia de los hechos que habían tenido lugar en esa escalada de padecimientos y situaba perfectamente a los ideólogos y perpetradores del saqueo –de la historia económica del saqueo– al que alguna vez fue un nuevo mundo.

Se hacía un encadenamiento histórico de esos hechos que remitían a la iniciática dualidad de la cruz y la espada con que la monarquía española vino a quedarse con los tesoros naturales de América. Y siguiendo el derrotero se describía con pelos y señales las argucias de las que se habían valido primero Gran Bretaña y luego Estados Unidos para continuar el robo –la tan mentada dependencia económica– y la aniquilación de vastos sectores que lo resistían.

Ese libro, una Biblia para muchos, se llamó Las venas abiertas de América Latina y su autor es Eduardo Galeano, de quien en estos días se cumplen seis años de su muerte, y, también en estos días, sale una nueva edición a cincuenta años de aquella original, una tirada especial en un tamaño más grande que las ediciones anteriores y con una portada ilustrada por Max Rompo y viñetas del dibujante Tute, preparadas durante todo el año pasado. Las venas abiertas…, en su primera edición, circuló al modo que lo hicieron los primeros cassettes de Silvio Rodríguez o Pablo Milanés que, cuando languidecía la dictadura, los que viajaban a Cuba traían entre sus pertenencias: de mano en mano y, en este caso, en miles de fotocopias.

Un libro revelador y estimulante

El libro de Galeano, a quien pocos conocían cuando salió publicado, fue objetado y prohibido por las dictaduras latinoamericanas y por gobiernos títeres de los establishment de cada país, pero aun así es uno de los textos que más circulación tuvo desde su salida al ruedo.

Es que el tono narrativo inscribió otra manera de contar la Historia, que Galeano patentaría de allí en más y sería su sello distintivo. Se trataba de una narrativa reveladora y estimulante que contaba la gran tragedia latinoamericana con descripciones que iban desde la sutileza hasta la ferocidad abrumadora para hablar las injusticias e interpelar a los lectores acerca de esa realidad, una verdadera cosmovisión que apenas un poco después continuaría con Memoria del fuego y luego en El libro de los abrazos, en Días y noches de amor y de guerra, en Las caras y las máscaras, en La canción de nosotros, y tantos otros magníficos libros que le dieron una trayectoria inigualable a partir de convertirse en una voz autorizada para contar el escarnio sufrido por los pueblos latinoamericanos.

En oportunidad de su aparición, el escritor dijo sobre Las venas abiertas…: “Este libro fue escrito con la intención de divulgar ciertos hechos que la historia oficial, historia contada por los vencedores, esconde o miente. Sé que pudo resultar sacrílego que este manual de divulgación hable de economía política en el estilo de una novela de amor o de piratas. Creo que no hay vanidad en la alegría de comprobar, al cabo del tiempo, que Las venas… no ha sido un libro mudo”, sentenció Galeano.

Y con esta afirmación cifró el sentido real que tenía su texto, el de esclarecer muchos aspectos ocultados, ninguneados o intencionadamente tergiversados por la Historia oficial de buena parte de los países sujetos a las imposiciones del poder de turno –liso y llano cipayismo– con el visado de alguna potencia que apretaba las clavijas para que los hechos históricos –es decir, la explotación de trabajadores y recursos– se escribieran a su favor.

De este modo, fue criticado por algunos medios e intelectuales «serios y cultos» como un libro de aventuras que se «excedía» en sus puntos de vista sobre la historia del continente, y que por lo tanto sus afirmaciones siempre eran «relativas».

Pero nada de eso era cierto ya que las fuentes de Galeano para armar su Historia del saqueo surgieron de Alexander Von Humboldt, Domingo F. Sarmiento, Bartolomé Mitre, José María Rosa, Tulio Halperin Donghi, Celso Furtado, Gregorio Selser, José Carlos Mariátegui, Darcy Ribeiro, Raúl Scalabrini Ortiz, Jorge Abelardo Ramos, José Hernández, Rodolfo Ortega Peña, Rogelio García Lupo y Karl Marx, quienes, se coincida o no, son inobjetables en su abordaje de las problemáticas sociales y políticas, económicas e históricas.

En un texto escrito durante su exilio español, Galeano había señalado en relación al lenguaje utilizado en Las venas…: “El lenguaje hermético no siempre es el precio inevitable de la profundidad. Puede esconder simplemente, en algunos casos, una incapacidad de comunicación elevada a la categoría de virtud intelectual. Sospecho que el aburrimiento sirve así, a menudo, para bendecir el orden establecido: confirma que el conocimiento es un privilegio de las élites.

La primer edición de Siglo XXI que circuló en Argentina

 

El mejor de los botines de los grupos de tareas

El uruguayo Eduardo Galeano había nacido en 1940 y desde muy joven fue forjándose un ideario de izquierda que pudo volverlo práctico a través de su participación en la juventud socialista de su país. Apenas con veinte años inició su trayecto de periodista y en muy poco tiempo fue editor del ilustre semanario Marcha, una de las más importantes revistas culturales de su época  y también cumplió igual labor en el diario Época.

Luego, en 1973, llegaría el golpe de Estado en Uruguay y Galeano fue a parar a la cárcel como gran cantidad de sus compatriotas. Cuando pudo salir merced a sus amigos argentinos e internacionales, no pasó mucho hasta que  se instaló en Argentina.

Aquí en el país fue el director de la memorable revista cultural y política Crisis, que había sido fundada por el insigne Federico Vogelius hasta que sobrevino el golpe cívico-militar-eclesiástico argentino que comandaba el genocida Jorge Videla y rápidamente su nombre figuró en una de las primeras listas negras elaborada por los carniceros.

A sabiendas de que este golpe superaría en saña al uruguayo, Galeano partiría hacia España, donde residiría en calidad de exiliado. Las crónicas de los sangrientos desmanes de los grupos de tarea cuentan que cuando los esbirros encontraban un ejemplar de Las venas abiertas… en algún allanamiento se exaltaban como si hubieran encontrado el mayor de los botines.

Luego, entre gritos, procedían a quemarlo. Galeano había dicho que no creía que ninguno de ellos hubiera leído tan solo una línea de su libro.

En 1985 regresaría a Montevideo cuando su país entró nuevamente en democracia. Al poco tiempo, junto a Mario Benedetti y Hugo Alfaro, comienza a publicar el semanario Brecha, otra revista que recreaba el diseño de Marcha y, aunque con las urgencias de otra época, abordaba un contenido cultural y político similar al de aquélla.

Galeano fue parte de la Comisión Nacional Pro Referéndum –que funcionó entre 1987-1989–, conformada para revocar la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, promulgada en diciembre de 1986 para impedir el juzgamiento de los crímenes cometidos durante la dictadura militar en su país.

“El mundo como una piedra muerta girando en el espacio”

Adelantado a lo que hoy pasa en el mundo a partir de la pandemia por coronavirus, el escritor y periodista fue un activo propagador de consignas ecologistas para denunciar el deterioro del planeta e integró grupos y organizaciones de denuncia de diversos ecocidios alrededor del mundo.

Había dicho en 1998: “Nos estamos quedando sin mundo. Los violentos lo patean, como si fuera una pelota. Juegan con él los señores de la guerra, como si fuera una granada de mano; y los voraces lo exprimen, como si fuera un limón. A este paso, me temo, más temprano que tarde el mundo podría no ser más que una piedra muerta girando en el espacio, sin tierra, sin agua, sin aire y sin alma”, advirtió.

Las venas abiertas… quedará entonces como el texto que contribuyó a la comprensión del mal que acecha a América Latina desde su descubrimiento.

Un mal que puede nombrarse como la subordinación a los dictados de la ley del mercado internacional, hoy en su violentamente excluyente versión neoliberal, y los sucesivos embates del neocolonialismo que se expresaba y se expresa en las masacres a los pueblos originarios, las innumerables formas de la esclavitud y el no menos dañino patriarcado que somete con creces a las mujeres de estos pueblos sojuzgados.

De todo esto hace mención el libro de Galeano y de ese modo esclarece una identidad común, no solo geográfica, sino profundamente social, donde los despojados y humillados, todavía bajo el yugo incesante del poder financiero mercenario resguardado en las potencias del primer mundo, buscan su liberación.

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