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A 50 años del Mensaje ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo de Juan Domingo Perón

Una tercera posición superadora de un desarrollismo que sólo atiende producción y acumulación de ganancias y su contracara: un activismo ecologista extremo que no tiene en cuenta la justicia social y el bienestar de los pueblos de las naciones periféricas

Por Claudio Vizia*, especial para El Ciudadano

En estas fechas recordamos el “Mensaje ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo”, difundido en Madrid el 21 de febrero de 1972. Tal vez resulte impropio hablar de recordar algo que en gran medida se desconoce. Entonces, hablemos de correr el velo de la censura que la cultura académica oficial, los medios de difusión masivos y una parte de nuestros representantes han impuesto sobre la obra del General Perón. Sus Obras Completas comprenden 28 tomos de más de 300 páginas cada uno. Sin embargo, como pensador político está ausente en la academia oficial, salvo por un par de cátedras paralelas o seminarios. Además, tanto en discursos como en referencias y símbolos, puede observarse un pasaje a segundo plano de su figura, con menor presencia que Evita.

A 50 años del Mensaje que anticipaba con lucidez la realidad actual, el modelo de desarrollo denunciado entonces como principal factor de la crisis ecológica que recién comenzaba a advertirse es cada vez más inviable y con consecuencias más destructivas.

El crecimiento hipertrófico de las metrópolis conduce a la despersonalización de las relaciones y la degradación de la convivencia, al aumento de la violencia y el delito organizado, debilitando a la familia, célula social que el peronismo siempre defendió.

Al hacinamiento de las grandes ciudades corresponde el despoblamiento del ámbito rural y la creciente concentración de la propiedad de la tierra, procesos ya advertidos por nuestro fundador.

Los ambientalistas y ecologistas en su gran mayoría también ignoran el Mensaje y su trascendencia y vigencia actuales, y la agenda pública está dominada ya sea por propuestas desarrollistas inspiradas únicamente en la expansión de la producción y la acumulación de ganancias sin contemplar los efectos perjudiciales de sus prácticas, o lo que es su espejo inverso: el ecologismo de izquierda radical, a menudo orientado por agencias del Norte que tratan de imponer una agenda que en todo caso podría ser válida para esos países, pero que resulta a menudo ajena a nuestros intereses.

Y en discusiones desde posiciones inamovibles perdemos todos.

Tercera posición ambiental

Mensaje Ambiental de Peron a los pueblos y gobiernos del mundo by https://www.elciudadanoweb.com/wp-content/uploads/2024/06/cuneo-libarona-1.jpg on Scribd


Aquí tal vez sea válido afirmar la necesidad para la conciencia ciudadana una tercera posición ambiental que, similar a la que proclamara Perón en 1947, nos diferencie del desarrollismo porque, inspirados en una ética humanista, concebimos a la economía y la producción al servicio de las personas y la naturaleza. A diferencia del ecologismo de izquierda, nuestra lucha por la defensa de los ecosistemas y la vida humana debe incluir, para tener basamento, la justicia social, que sabemos que no es posible si no va acompañada por soberanía política y la independencia económica.

Para ello, es imperioso en nuestros países un desarrollo económico que genere trabajo, utilice nuestros recursos naturales de un modo racional y genere divisas para nuestra industria y empleo para las cadenas asociadas.

Sin embargo, y también análogamente al análisis que realizara Perón tanto del capitalismo como del comunismo, reconocemos con el desarrollismo la necesidad de alcanzar el crecimiento mediante el desarrollo económico, así como valoramos en el ecologismo de izquierda su compromiso de lucha por los ecosistemas y su sensibilidad por los daños ambientales.

En cuanto a nuestros representantes, hay quienes habiendo resultado electos y gobernando en nombre del Justicialismo, desconocen los marcos legales de protección en nuestros territorios. Lo hacen por una racionalidad económica y la lógica burocrática que impone el imperativo del presupuesto, sin duda necesario, pero en tanto genere recursos para garantizar el bienestar de las personas. No obstante, en muchos casos se ignoran las prácticas lesivas de grandes agentes económicos, debiendo enfrentar los reclamos justificados de la población afectada cuando el lugar del justicialismo es justamente acompañar y conducir al pueblo en procura de la satisfacción de sus necesidades.

Evita nos marcó con letras de fuego: “Donde hay una necesidad, nace un derecho”. Por fortuna, también hay ejemplos de funcionarios que con su obra han inspirado a quienes hoy, desde el Estado, trabajan en un camino de desarrollo con sustentabilidad.

Entonces, cobra hoy mayor vigencia la obra ambiental de Perón, el primer ecologista del Tercer Mundo al condensar en un breve texto de pocas páginas la denuncia de la grave situación que los modos de producción dominantes y el estilo de vida estaban imponiendo a la humanidad, al contaminar mares y ríos, suelos y aire no sólo en una amenaza a los países periféricos poseedores de recursos naturales que las naciones dominantes agotaban en sus territorios por imperio de la lógica del lucro, sino además a la supervivencia misma de la humanidad. El Mensaje se anticipó a la Primera Cumbre de la Tierra, realizada en Estocolmo en junio de 1972.

 

El Mensaje en la acción política

El ambientalismo de Perón no se quedó sólo en lo escrito, sino que al asumir su tercera presidencia aprobó el Plan Trienal que incluía a lo ambiental como uno de los problemas centrales, estableciendo metas específicas y creando a tal efecto la Secretaría de Ambiente Humano y Recursos Naturales, primera agencia ambiental estatal de Latinoamérica y una de los pocas existentes entonces en el mundo, que realizó una innovadora política ambiental aún en el corto período transcurrido entre septiembre de 1973 y las postrimerías de su muerte en julio de 1974, cuando pasó a depender de Bienestar Social.

En el “Modelo Argentino para el Proyecto Nacional” de 1974, considerado el testamento político de Perón, lo ambiental constituye un eje de desarrollo a la par de lo económico, lo político, lo social, lo institucional y lo cultural.

Las emisiones de CO2 medidas desde 1850 a la actualidad muestran una duplicación desde 1970 al presente. Constituyen el principal factor del calentamiento global, un fenómeno que según informe reciente del IPCC amenaza con sumergir bajo las aguas del océano al final de esta década a ciudades costeras como Amsterdam, Basora, Nueva Orleans, Ho Chi Minh, Calcuta y varias más. Informes de investigaciones estatales y privadas dan cuenta de la mayor incidencia de distintos tipos de cáncer en las poblaciones expuestas al uso de herbicidas, siendo Argentina, según varios estudios, el país que vierte mayor cantidad de litros por habitante en el mundo. El glifosato, prohibido en la Unión Europea y utilizado en Estados Unidos en una proporción 10 veces menor a la de nuestro país, es el de mayor uso en jardinería, horticultura y eje del paquete tecnológico de la soja transgénica. Por lo anterior, se hace imperioso discutir nuestro estilo de desarrollo.

Ante esto, en la Legislatura santafesina el proyecto de reforma al uso y aplicación de herbicidas perdió por sexta vez estado parlamentario. Por eso para empezar a ocuparnos en serio de este problema, como de otras cuestiones cruciales para la Nación y la humanidad, hay que volver a Perón, quien ya nos advertía hace 50 años sobre las amenazas del modelo imperante para la supervivencia humana. Si es que en realidad, y no sólo en discursos, queremos construir un ambiente sano con justicia social.

*Antropólogo, especialista en Medio Ambiente, Universidad Nacional de Rosario

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