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A 6 años de Ni Una Menos, mujeres analizan avances y desafíos pendientes para frenar los femicidios

El grito extendido como marea en distintas regiones del mundo en reclamo por políticas públicas y compromiso social para frenar la violencia femicida, es analizado por mujeres que atravesaron situaciones de violencia y familiares de víctimas de femicidios

Por Silvina Molina, editora de Género y Diversidades (Télam)

El grito Ni Una Menos. lanzado desde la Argentina y extendido como marea en distintas regiones del mundo reclamando políticas públicas y compromiso social para frenar la violencia femicida, llegará este jueves a su sexto aniversario con avances y pendientes que son analizados por mujeres que atravesaron situaciones de violencia y familiares de víctimas de femicidios.

Las últimas cifras oficiales sobre femicidio difundidas el fin de semana por la Oficina de la Mujer de la Corte, revelan que el año pasado hubo 251 víctimas, es decir, hubo al menos 251 hombres que mataron mujeres y trans travestis.

El Registro Nacional de Femicidios fue uno de los reclamos escuchados en la Plaza del Congreso el 3 de junio del 2015, inicio del Ni Una Menos, y uno de los primeros en concretarse en política pública.

Sin embargo, los femicidios no bajan en país.

«La respuesta estatal ante la violencia de género fue insuficiente. A las mujeres nos siguen matando solo por el hecho de ser mujeres», es la primera conclusión de la comunicadora Ana Correa cuando hace un balance a Télam de los seis años transcurridos desde el primer Ni Una Menos, movimiento del cual fue una de las impulsoras.

Para frenar a los femicidas es necesario dar respuestas concretas a las mujeres en situación de violencia de género, y en ese contexto el programa Acompañar, del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, implementado en septiembre del año pasado, es un avance.

Acompañar brinda ayuda económica equivalente a un salario mínimo, durante un plazo de seis meses, y acompañamiento a mujeres y población LGBTIQ+ en situación grave de violencia de género.

No requiere de denuncia judicial, una de las novedades que potencian esta política que necesita de la articulación entre la Nación y los gobiernos provinciales y municipales para que sea efectiva.

Desde Río Negro, Ana María, de 44 años y quien vive con su hija de 11, cuenta a Télam que acceder a este programa la ayudó «a sostener» su decisión de alejarse del violento «porque sin apoyo económico es imposible, además, yo no tengo familia acá, entonces el Acompañar significó un montón para mí».

Su testimonio y el de otras mujeres y travestis permiten hacer un recorrido en primera persona en este balance Ni Una Menos, donde la elección periodística fue buscar historias de reconstrucción y compromiso.

A las mujeres nos matan, realidad que reportamos cada día.

También hay mujeres que sobreviven a la violencia machista, cuyas voces y acciones potentes no siempre son noticia.

Como la de María Carolina Rodríguez, de la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) de La Plata, una vida atravesada por todas las violencias en sus jóvenes 40 años. Con su relato muestra cómo, acompañada por otras, hoy es una referente en el área de género de la organización y una de las constructoras del primer refugio para campesinas en situación de violencia de género.

Lean «Carolina transformó una vida de violencias en proyectos que acompañan a otras mujeres campesinas» y «La noche que Carolina debió dormir con su hijo bajo un árbol tras escapar de un violento».

Robaron esta semana en el refugio, allí hay datos para hacer donaciones.

Del dolor devastador que provocan los femicidas nacen luchas colectivas protagonizadas por familiares de las mujeres asesinadas.

En «La historia de tres familiares de víctimas de femicidio que transformaron su dolor en lucha» están los testimonios de María, Lorena y Patricia, unidas por haber perdido a más de un familiar tras ataques de femicidas. Todas comenzaron a asistir a otras mujeres violentadas por sus parejas.

Otra historia elegida para este especial es la de Florencia y Cielo. Un femicidio seguido de travesticidio que develó una historia de solidaridad entre una travesti y una mujer cisgénero, dos amigas que fueron asesinadas, una por defender a la otra, en el mismo rapto de violencia machista de un policía que luego se suicidó con su arma reglamentaria.

En «El femicidio y travesticidio que develó una historia de solidaridad entre dos víctimas de violencia» hablan una amiga de Cielo y la hermana de Florencia que es policía.

Así, las vidas de mujeres sobrevivientes de violencia, y de amistades y familiares de víctimas de femicidas siguen adelante con sus proyectos reparadores que interpelan a los poderes estatales.

El más cuestionado es el Judicial, algo que quedó en evidencia en febrero cuando Matías Martínez, policía bonaerense, asesinó a su novia Úrsula Bahillo quien ya había realizado varias denuncias.

Y antes de ella y luego de ella, esa situación es reiterada.

A partir del femicidio de Úrsula «empezó a haber un diálogo muy productivo con ciertos sectores de los poderes judiciales que, al menos durante el año pasado, no se habían podido llevar adelante», dijo este fin de semana a Télam, la ministra de Mujeres, Géneros y Diversidad, Elizaberth Gómez Acorta.

El femicidio de Úrsula también derivó en la creación del Consejo Federal para el Abordaje de Femicidios, Travesticidios y Transfemicidios.

Las mujeres asesinadas generan políticas públicas, como la Ley Micaela, que lleva el nombre de la joven entrerriana que mató Sebastián Wagner en 2017.

Esta norma que fija la obligatoriedad de capacitación en perspectiva de género a los tres poderes del Estado es destacada por Correa como «un enorme avance pero es importante que no perdamos de vista que es el punto de partida, no de llegada. Sobran ejemplos de capacitaciones tomadas o dadas por quienes luego se comportan en sus ámbitos con actitudes de violencia patriarcal».

Otro progreso que señala la profesional es la Ley 27.210 que creó el cuerpo de abogadas y abogados para patrocinar a las víctimas de violencia de género en todo el país «pero aun no está implementada cabalmente».

«Una deuda pendiente es la falta de seguimiento de las denuncias al 144, o el monitoreo insuficiente de todas las denuncias que no son tenidas en cuenta y terminan en femicidios», añade.

El impacto de Ni Una Menos se extendió a las pantallas. Surgieron series y películas nacionales como «Cada 30 Horas», «Monzón» y «Crímenes de familia», producciones que evidencian una mirada más cercana a la perspectiva de género sobre la temática, histórica y generalmente representada con naturalidad y sin intenciones de problematizarla.

En «#NiUnaMenos: cuando el cine y la TV nacionales posan la mirada sobre la violencia de género» hay un análisis sobre ficción y violencia de género con títulos para ver y anticipos de lo que viene.

A seis años del grito colectivo, una frase de la dirigente de la UTT, Carolina Rodríguez es el mejor epílogo para seguir trabajando por lo pendiente: «Me valoro yo misma, siento que valgo, sufrí todas las violencias, me arruinaron la infancia y mi juventud no la disfruté, pero quiero decir que se puede salir. Yo salí y hoy día soy libre».

Línea 144: atención, contención y asesoramiento en situaciones de violencia de género. Por WhatsApp: +5491127716463

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