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A 60 años de la muerte de Papanicolaou, el médico que redujo 80% las muertes por cáncer de útero

La incidencia de cáncer de cuello de útero en la Argentina es de 5.000 casos por año y 2.400 muertes

A 60 años del fallecimiento de Georgios Papanicolaou, médico griego que desarrolló la prueba para la detección temprana de cáncer de cuello de útero, el Pap, especialistas destacaron hoy la importancia de este estudio que permite reducir 80% la incidencia y mortalidad por esta enfermedad.

El cáncer de cuello de útero es causado por el Virus de Papiloma Humano (VPH) que se transmite, generalmente, a través de relaciones sexuales y pueden contraerlo tanto mujeres como varones.

Fue en la década de 1950, cuando Papanicolau, un médico griego que había emigrado a Estados Unidos, desarrolló la técnica para detectarlo.

Según el Ministerio de Salud, esta prueba, conocida como Pap, representó «un gran aporte a la ciencia mundial y a la salud de las mujeres, ya que la técnica se incorporó como estrategia de testeo a nivel poblacional, mostrando ser efectiva para reducir la incidencia y mortalidad por cáncer cervicouterino».

«El Papanicolaou o Pap es un estudio que se realiza desde la década del 60 para la detección de las lesiones precancerosas y cancerosas del cuello del útero en mujeres. En nuestro país puede realizarse en cualquier centro de salud de manera gratuita, y su implementación ha sido ampliamente exitosa», explicó a Télam Silvio Tatti, presidente de la Sociedad Argentina para el Estudio del VPH y profesor titular de Ginecología de la Universidad de Buenos Aires, Hospital de Clínicas.

De acuerdo a los datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la infección por el VPH causa cada año 72.000 casos de cáncer cervicouterino y 34.000 muertes en la Región de las Américas.

Existen alrededor de 100 tipos de VPH, de los cuales 40 afectan la zona genital y anal y se clasifican en dos grupos: los denominados «de bajo riesgo oncogénico», asociados con lesiones benignas, como verrugas y lesiones de bajo grado, y «de alto riesgo oncogénico».

El virus puede desaparecer sin afectar la salud de las personas, pero en las mujeres, si la infección persiste, puede producir lesiones en su cuello uterino que, con los años, pueden convertirse en cáncer.

«Es importante destacar que el VPH que genera cáncer de cuello de útero, también genera cáncer de vulva, vagina, de ano y, lo que llamamos «cabeza y cuello, amígdalas, lengua, mejillas y laringe», detalló Tatti.

La incidencia de cáncer de cuello de útero en la Argentina es de 5.000 casos por año y 2.400 muertes, precisó.

«Estos números son absolutamente evitables», agregó Tatti y resaltó la importancia que tiene que la población femenina tenga acceso a las distintas herramientas preventivas para el cáncer de cuello uterino: «Pueden hacerse un Papanicolaou, el test de VPH o pueden también vacunarse contra el VPH».

En la Argentina, la vacuna contra el VPH fue incorporada en el Calendario Nacional de Vacunación de manera gratuita y obligatoria para todas las niñas de 11 años nacidas a partir del año 2000 y todos los niños de 11 nacidos a partir del 2006.

El primer Papanicolaou puede realizarse luego de dos o tres años iniciadas las relaciones sexuales o a partir de los 25 años, según dice la normativa actual del Instituto Nacional del Cáncer de la Argentina.

Por su parte, Mariano Toziano, presidente de la Sociedad Argentina de Patología del Tracto Genital Inferior y Colposcopía y jefe de Ginecología del Hospital Naval, explicó que el Papanicolaou tiene una sensibilidad para detectar células precancerosas de un 60%.

«Los casos pueden dar falsos negativos, pero no siempre es así. A veces la mujer tiene pérdidas, o no se preparó adecuadamente para realizar el procedimiento de forma correcta. A pesar de esto, este estudio sigue absolutamente vigente dado a su amplia difusión a nivel poblacional y sanitario y es recomendable que «todas las mujeres concurran una vez al año, mínimamente hasta los 70 años, a su ginecólogo para hacerse los controles», aseveró.

A pesar de la vigencia del Pap, Toziano señaló que «está siendo reemplazado por otras técnicas de detección de VPH, que tienen una sensibilidad del 90% promedio».

«Si el test de VPH da positivo se hace el Pap, pero si es negativo no es necesario», detalló.

Sobre esto, Tatti precisó que «a través del Instituto Nacional del Cáncer estamos cambiando el paradigma de la detección del cáncer del cuello de útero del Papanicolaou al test de VPH».

Los especialistas resaltan que las técnicas para realizar el Pap, colocación de espéculo y toma de muestra, y la técnica para realizar el test de VPH son iguales y no generan molestias de ningún tipo.

Desde el Ministerio de Salud señalaron que la pandemia de coronavirus provocó un marcada baja en la detección del cáncer de útero, ya que, de acuerdo a datos oficiales, en el 2020 el porcentaje de mujeres de entre 30 y 64 años que se realizó la prueba disminuyó en un 63%. Sin embargo, en 2021 se logró bajar esta cifra el 29%.

Tanto Tatti como Toziano indicaron que estos números se reflejaron en sus consultorios.

Tatti remarcó que están observando casos más severos porque «dejarse de hacer los estudios para la prevención de cáncer de cuello de útero hace que los casos sean mucho más avanzados y, por lo tanto, tengan un pronóstico mucho más severo».

Toziano, por su parte, contó que en enero de este año en el Hospital Naval recibieron 15 pacientes con cáncer de cuello uterino.

«Las formas para tratar estos casos son cada vez más conservadoras de la anatomía del cuello del útero dado a que la edad promedio de diagnóstico de la lesión precancerosa es de 28 años y la edad promedio de cáncer de cuello uterino es de 45», destacó el especialista.

«Hoy en día, todo el mundo tiene derecho a hacerse este estudio para una enfermedad completamente tratable, el lema sería: ‘Cuanto antes, mejor'», concluyó Tatti.

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