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A 55 años del estreno de «Help!», el colorido último grito de la beatlemanía en la pantalla grande

Con la llegada de las imágenes en colores como gran novedad, la segunda película del emblemático cuarteto británico, dirigida por Richard Lester, fue el último gran testimonio cinematográfico en la carrera de la banda

Hernani Natale – Télam

Con la llegada de las imágenes en colores como gran novedad, el 29 de julio de 1965, hace 55 años, se estrenó en Londres Help!, la segunda película de Los Beatles, dirigida por Richard Lester, que se convertiría en el último gran testimonio en la pantalla grande del fenómeno mundial conocido como «beatlemanía» y en un perfecto símbolo del «Swinging London», término que definió a esa época de los 60 en la que Gran Bretaña dictó la moda y la cultura juvenil al resto del mundo.

Mientras que el debut cinematográfico de un año antes con A Hard Day’s NIght trató de captar la locura generada en los fans con la llegada del famoso cuarteto a Estados Unidos y se registró en tiempo récord ante el temor de que el fenómeno en torno al grupo se extinguiera pronto, Help! giró en torno a una historia ficticia llena de exóticas aventuras y no hubo reparos en trasladar el set de filmación a Los Alpes suizos y las playas de Bahamas.

Aunque el resultado final no alcanzó el nivel de la primera experiencia, al punto que los propios Beatles se quejaron poco después de haber sido una suerte de «extras» en su propia película, al film, que originalmente iba a llamarse Eight Arms to Hold You, lo rodea un aura que simboliza esa particular época y opera como testimonio de un momento crucial en la carrera de los «fabulosos cuatro».

Un año más tarde, Los Beatles abandonarían para siempre la locura de las giras que marcó sus primeros años y pasarían a una instancia artística superior signada por las innovaciones musicales y técnicas a la hora de grabar; en tanto que el foco cultural de la jóvenes se trasladaría de a poco a San Francisco, en donde florecería el sueño hippie.

Esta fue además la última incursión de Los Beatles en la pantalla grande como actores y la última asociación con Lester, debido a que sólo volverían a actuar en el film televisivo Magical Mystery Tour, dirigido por ellos mismos; y el regreso al cine sería en forma de dibujos animados, en Yellow Submarine, y en el documental Let it Be, de Michael Lindsay-Hogg.

Tras la primera experiencia a cargo del director británico en la que se parodiaba la vida en gira del famoso grupo, para esta segunda producción, se construyó una historia fantástica en torno a una secta hindú que ofrece en sacrificio a una persona que porta un anillo especial. Las aventuras comienzan cuando notan que la doncella que iba a ser objeto de ese rito era una fan de Los Beatles y había regalado la joya a Ringo Starr, con lo que se inicia una alocada persecución.

En la huida, el cuarteto de Liverpool se desplaza por distintas locaciones londinenses, Los Alpes y las Bahamas, dos destinos elegidos con la excusa de explotar las posibilidades visuales que brindaba la novedad de las imágenes en colores, pero que en realidad permitió algunas favorables maniobras impositivas.

Obviamente que no faltan las escenas musicales, que tomadas de manera individual pueden ser consideradas antecedentes válidos de los videoclips, y que promocionan el homónimo disco lanzado como banda sonora, quinto en la trayectoria del famoso grupo.

Pero más allá del atractivo de ver a Los Beatles y de disfrutar de su música, lo cierto es que los actores Leo McKern y Eleonora Bron aparecen como los verdaderos protagonistas de la película, en sus roles de sacerdote hindú que busca el anillo y la fiel creyente que debería colaborar en esta tarea, pero termina siendo cómplice de la banda.

En este sentido, la primera experiencia cinematográfica le había dado la pauta a Lester de que apenas Ringo y John Lennon mostraban alguna cualidad histriónica, por lo que optó por dar mayor protagonismo a ellos en detrimento de Paul McCartney y, fundamentalmente, de George Harrison.

Basada en un tipo de comedia caracterizada por la sucesión de gags e intercambio de diálogos absurdos, muy típica de la cultura pop británica de esos años, Help! dejó anécdotas y hechos pintorescos que definieron la época y dieron señales de lo que vendría.

Justamente, la cultura hindú tendría una fuerte incidencia en la historia de Los Beatles en años posteriores. De hecho, el interés de Harrison surgió luego de una escena en la que en un restaurant de comida india una banda con instrumentos tradicionales de ese país toca una versión de la canción «A Hard Day’s Night».

Una de las anécdotas más famosas de la filmación ocurrió cuando Los Beatles, quienes reconocieron haber realizado el film bajo los constantes efectos de la marihuana, desoyeron la voz de «corten» en una escena de persecución y siguieron corriendo hasta perderse de vista, sólo para poder fumar a escondidas.

La cultura rockera argentina también puede encontrar en esta película el origen de la frase «Say No More», pronunciada repetidas veces en una escena por McCartney, que Charly García tomaría como inspiración para su arte conceptual de gran parte de los 90 y 2000.

También cuenta la leyenda que durante el rodaje, Paul solía tocar de manera insistente en un piano una melodía que había soñado, al punto que llegó a exasperar al director, quien amagó con hacer retirar el instrumento si no dejaba de tocar. Esa tonada se convertiría en «Yesterday», que iba a ser incluida en el disco que llevó el nombre del film.

En tanto, una nueva canción de Lennon cuyo título aludía a un pedido de ayuda resultó un nombre más adecuado a la trama que el inconexo Eight Arms to Hold You pensado en un primer momento.

Tras un año más de agotadoras giras, Los Beatles decidieron dejar de actuar de acuerdo a lo que sugerían las compañías discográficas en pos del negocio y tomaron las riendas definitivas de su andar artístico, lo que generó una nueva revolución musical y tecnológica.

Del mismo modo, los jóvenes de todo el mundo iban a dejar de adoptar como modelo de vida el desprejuicio que circulaba por Carnaby Street para concentrarse en el «amor libre» que se pregonaba en San Francisco.

La beatlemanía era historia; no así Los Beatles, que seguían marcando el pulso de la década.

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