Kudelka está enojado. No le gustó cómo jugó el equipo con Argentinos, e incluso calificó de displicente la actitud de los jugadores. Se enfada con los periodistas, que le reclaman por la presencia de Moreno, le cuestionan la inclusión de Rivero e incluso se animan a cuestionar el estado físico del plantel. También está molesto con Superliga, por los desordenes de los calendarios. Y si bien no lo dice públicamente, seguramente está enojado consigo mismo, por esta inestabilidad que muestra el equipo, en especial cuando sale fuera del Coloso.
La lesión de Cacciabue terminó siendo de un impacto tan fuerte en el rendimiento del equipo que asombra. Pero esta irregularidad posterior al partido con Boca, no sólo es causa de la ausencia de un jugador. Inexplicablemente, Kudelka comenzó a mover las piezas de manera constante y eso provocó desorden e inestabilidad. Hoy hay pocos jugadores que se sienten titulares, o lo que es peor, hay una rotación tan significativa en cuatro sectores de la cancha que genera desconfianza. Lo que desde el cuerpo técnico puede parecer una competencia sana, lejos está de motivar a los jugadores. De ser titular a no estar en el banco; de borrado a jugar desde el inicio; de preferido a desterrado. Kudelka mareó a algunos futbolistas y el equipo lo siente.
Quedan tres partidos. El DT no está cuestionado ni corre ningún riesgo. Y si bien la tabla de promedios siempre apremia, el pobre presente de Gimnasia, Aldosivi y Patronato le dio al resto un buen margen de tranquilidad. Entonces, Kudelka debería volver a buscar estabilidad, devolverle confianza al equipo, generar desde el banco esa energía que Newell’s mostraba en las primeras ocho o nueve fechas. Ya demostró que puede hacerlo, con estos mismos jugadores. Sólo se trata de bajar un cambio, hacer algo de autocrítica y recuperar forma.
