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A casi medio siglo del día que Central “le sacó 100 años de ventaja a Newell’s”

Nito Vanrel, Chiquito Blanco y Paulino Niembro idearon una riesgosa y astuta maniobra que permitió la designación del estadio de Arroyito para ser sede del Mundial 78 cuando la elegida por las autoridades de la FIFA y AFA en realidad había sido la cancha del Parque

El 14 de diciembre de 1974 explotó la bomba en Rosario, más precisamente en el despacho de Antonio Andrade, titular del Concejo Municipal de Rosario. Un telegrama  decía textualmente: “Comunícole sus efectos elegir al estadio del Club Rosario Central para los partidos Copa Mundial 1978”. Así lo dictaminaba el Comité Organizador de la primera y hasta ahora única Copa del Mundo celebrada en nuestro país. Allí se acabó la guerra, aunque la historia no se detuvo y los rencores siguieron creciendo. Canallas y leprosos enfrentados a muerte por ser los preferidos de la Fifa. Fueron años de lucha y movidas de piezas astutas. Las horas se consumieron en reuniones agitadas y acercamientos a los más poderosos.

Era de Newell’s. Inclusive correspondía por la estratégica ubicación que ocupa el Parque Independencia, de fácil acceso y escasas 40 cuadras del ingreso a la ciudad por la entonces nueva autopista Buenos Aires-Rosario. Teniendo en cuenta que los dos estadios debían ser remodelados a nuevo, lo que jugaba a favor de los Rojinegros era precisamente eso: el punto de enclave en un sitio turístico por excelencia, con el marco del imponente parque.

Sin embargo, a último momento, cuando los dirigentes de Newell’s ya saboreaban la victoria y hasta destapaban champagne para celebrar el triunfo, esa noche fatídica para ellos, todo cambió cuando se levantaron al día siguiente y conocieron la peor de las pesadillas: el eterno rival había sido elegido. El Mundial 78 sería en Arroyito.

A partir de allí, el que se llevó todos los honores fue Antonio Rodenas, el secretario del presidente Víctor Vesco. “El Padrino” tenía mucho peso político: figura estelar del peronismo, era legislador y pisaba fuerte. Su figura se agigantó, como el estadio, y desplazó de los primeros planos al escribano. Todo el mundo pensó que el verdadero poder en Central lo ejercía Rodenas y que Vesco era un mero títere. Con el tiempo, el escribano demostraría sus habilidades y terminaría convirtiéndose en el presidente más valioso e importante de la historia auriazul. El más ganador, quien no necesitó del amparo de Rodenas para llegar hasta la cima.

Entre gallos y medianoche

Sin embargo, la verdad de lo ocurrido esa noche anterior a la confirmación de Central fue totalmente diferente a lo que el mundo cree y consumió durante casi medio siglo. Aprovechando la oscuridad y que los principales actores descansaban en sus casas luego de intensas horas de debates y votación, cuando las puertas ya estaban cerradas en la sede de AFA de calle Viamonte, irrumpieron como hábiles ladrones tres personajes: Paulino Niembro, Antonio “Nito” Vanrel y Chiquito Blanco.

Nito Vanrell, histórico dirigente canalla y gran protagonista de la «Operación cambiazo»

Paulino no es otro que el padre de Fernando, el reconocido periodista, con amplio poder dentro del peronismo y mano derecha del titular de AFA, el gremialista David Bracutto. Chiquito, en tanto, era un hombre fuerte de la Unión Obrera Metalúrgica, la corriente sindical dominante en el país bajo la tutela de Lorenzo Miguel. Con la vuelta de la democracia, en Santa Fe la UOM permitiría la llegada a la Casa Gris de su contador, José María Vernet.

Y Nito Vanrel, líder de la Juventud Peronista santafesina, con estrecha amistad con Chiquito y por supuesto, con Paulino. Con el tiempo, el Trucha se convertiría en vicegobernador de la provincia y sólo el “affaire” de los juguetes lo privó de alcanzar el lugar más alto. Su jugada a favor de Carlos Menem en la interna peronista, venciendo la predilección del gobernador Reviglio (apoyaba a Antonio Cafiero), le jugó en contra y según cuentan, juraron vengarse. La promesa se cumplió y el hombre de Villa Cañás quedó manchado para siempre. El único que siempre lo protegió y lo salvó de la cárcel fue el riojano. Murió siendo un cadáver político.

Precisamente estos tres actores de reparto y Pablo Scarabino (conocía muy bien los movimientos) se encargaron de relatar una y mil veces en mesas de café, asados, sobremesas y otros lugares, la verdad oculta, la que ahora El Ciudadano hace pública.

La noche previa a la designación fueron apartadas las seis carpetas elegidas para convertirse en las sedes del Mundial 78: Córdoba, Mendoza y Mar del Plata, donde se construirían tres nuevos estadios, más las remodelaciones de las escenarios de River, Vélez y…Newell’s.

Esas carpetas, celosamente guardadas en uno de los cajones del escritorio principal de Bracuto, contenían todo el material necesario. Planos, diseños, costos. Se las habían mostrado a los enviados de la FIFA y estuvieron plenamente de acuerdo. Los presidentes de los clubes también estaban al tanto de todo.

Como Newell’s era la carpeta escogida, un infidente levantó el teléfono y llamó al contador Botti para informarle. Por eso los festejos antes del anuncio oficial. Sin embargo, Niembro, Blanco y Vanrel, quienes esperaban agazapados muy cerca, esperando que se apagaran las luces del edificio de calle Viamonte, hicieron lo suyo.

Paulino Niembro, padre el periodista Fernando y famoso dirigente sindicalista en la década del 70.

Paulino tenía las llaves del escritorio. Vanrel y Blanco llevaban la carpeta de Rosario Central e iluminados por linternas para no levantar sospechas, ingresaron al despacho presidencial, abrieron el cajón y rápidamente retiraron la carpeta de Newell’s y en su lugar pusieron la de Central. Prolijamente diseñada. Igual que las de Córdoba, Mendoza, Mar del Plata, River y Vélez. No había manera de rechazarla ni pensar que faltaban cosas o se trataba de una improvisación.

Esa carpeta ya circulaba. Incluso en una reunión preparada por Niembro en un hotel céntrico, donde concurrieron figuras influyentes del mundo del fútbol, la política y el sindicalismo, en la cual estaban los bosquejos de los lugares que se imponían para la elección definitiva, Vanrel y Blanco cambiaron la de Newell’s por la de Central. Así de simple y sencillo.

A la mañana siguiente, cuando los directivos de AFA se preparaban para el anuncio oficial delante de los representantes Fifa, fue cuando se llevaron la gran sorpresa, pero a esta altura no podían echarse atrás: se acostaron pensando que estaban los papeles de Newell’s  y se desayunaron con los de Central. Bracuto no sabía dónde meterse: le había prometido a Botti que sería su club el elegido. Ya no tenían tiempo para retrasar la información: la FIFA esperaba el anuncio. Ya se había fijado esa fecha y la hora. La cena estaba servida.

Los protagonistas principales de la historia fallecieron. Sin embargo se encargaron de contar su fechoría a muchos mortales que todavía están en este mundo. Y llegó la hora que todos la conozcan.

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