La lucha para erradicar el trabajo infantil, cuyo día mundial se celebra hoy, debe basarse en una mirada integral que contemple no sólo la contención económica de la familia, sino que también desnaturalice esta práctica como una manera de preparación para la vida futura, coincidieron especialistas en el tema. Según una estimación, la cantidad de niños y niñas que realiza trabajo infantil en Argentina asciende a un millón y medio.
“Cuando a una familia se le paga a destajo, por ejemplo en una cosecha, y no tiene otra que ir con sus hijos, es una víctima, y ahí el control y la penalización tienen que caer sobre el explotador”, afirmó Nora Schulman, directora ejecutiva del Comité de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional de los Derechos del Niño (CASACIDN).
Pero Schulman también identifica que más allá de la causa económica existe todavía una “naturalización” del trabajo de los niños, niñas y adolescentes por cuestiones culturales, que ven en esta práctica una forma de “preparación” para el futuro.
“La desmitificación del trabajo infantil como natural, sobre todo en las áreas rurales, es esencial en la lucha por la erradicación de esta práctica”, coincidió Pilar Rey Méndez, titular de la Comisión Nacional de Erradicación contra el Trabajo Infantil (Conaeti), del Ministerio de Trabajo.
“Lógicamente no se trata sólo de un tema cultural, sino que lo económico es central; nuestro enfoque implica la coordinación con otros ministerios ya que para erradicar esta práctica se necesita que los adultos tengan trabajo digno, que las escuelas sean inclusivas y que se controlen las condiciones de trabajo en todo el país”, sostuvo.
Por su parte, Soledad Gómez, responsable del área de inclusión social de la ONG Conciencia, señaló que “es necesario mostrar que los chicos no tienen por qué resolver los problemas de los adultos”.
“Desde Conciencia consideramos que la cantidad de niños que realiza trabajo infantil en nuestro país supera el millón y medio”, aseveró.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) definió al trabajo infantil como “toda actividad económica y/o estrategia de supervivencia, remunerada o no, realizada por niñas y niños, por debajo de la edad mínima de admisión al empleo o trabajo, o que no han finalizado la escolaridad obligatoria o que no han cumplido los 18 años si se trata de trabajo peligroso”.
Gómez explicó que “este trabajo doméstico, que en general se da en las niñas, está muy invisibilizado, y en la mayoría de los casos termina ocasionando deserción escolar”.
En Argentina, los últimos datos oficiales acerca del trabajo infantil corresponden a la Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (Eanna) realizada en zonas urbanas y rurales en una amplia zona del país a la población que va de 5 a 17 años durante 2004.
De acuerdo con las tres categorías definidas en este estudio –trabajo, producción para el autoconsumo y tareas domésticas intensas– el 6,5 por ciento de los niños de 5 a 13 años trabajó en la semana de referencia en actividades equivalentes al trabajo adulto.
En el grupo de adolescentes de 14 a 17 años, trabajó el 20,1 por ciento, el 6,6 por ciento realizó actividades productivas para el autoconsumo y el 11,4 por ciento efectuó tareas domésticas intensas por quince horas semanales o más.