Ricardo Fort, el excéntrico multimillonario heredero de una de las marcas chocolateras más importantes del país, artífice de una carrera mediática tan meteórica como breve que terminó con su muerte el 25 de noviembre de 2013, a los 45 años, sobrevive una década después como un ícono de la ostentación y el consumo irónico, en forma de frases, memes y declaraciones imperecederas.
Empresario, actor, cantante, adicto a las cirugías estéticas y nostálgico del menemismo, Fort fue una de figura del star system local tan controvertida como irresistible para el consumo popular.
Hijo de una familia acomodada propietaria de Felfort, una de las más importantes empresas de golosinas del país, Ricardo Fort había nacido el 5 de noviembre de 1968 en Buenos Aires a la sombra de un padre conservador.
Lejos del perfil empresarial de sus dos hermanos, desde muy joven tuvo clara su vocación artística y su orientación sexual, que eligió desplegar lejos de su familia, en Miami, donde dio sus primeros pasos en la música a principios de los 90 sin demasiado éxito, y quizás teniendo como refrente a su madre que era cantante.
Pese a odiar la fábrica familiar a la que su padre lo obligaba a ir cuando era un niño, Ricardo hizo un único aporte en un contexto donde la cultura light se había convertido en religión. La firma creada en 1912 desplegó en el mercado las barras de cereales que Ricky había conocido en los Estados Unidos y revolucionó para siempre los kioscos.
Sin embargo, su objetivo de ser famoso lo seguía obsesionando y Ricardo, tras la muerte de su padre, Carlos, en 2007, decidió que había llegado el momento de invertir su abultada herencia en crear un reality show de su excéntrica vida que lo volviera visible.
Fue así que a principios de los años 2000, la memoria de la «fiesta» de la década menemista que había terminado en la crisis de 2001 todavía estaba fresca y la ostentación era vista como vulgaridad. Sin embargo, esos videos en YouTube colmados de autos de lujo, amantes, fiestas y viajes por el mundo no tardaron en volverse virales, incluso antes de que la «viralidad» fuera moneda corriente con las redes sociales como pasa en el presente.
Así comenzó a construir su figura a través de su extravagante forma de vida, que triangulaba entre Buenos Aires, Miami e Ibiza. El millonario Ricardo solía viajar en aviones privados con un grupo de jóvenes y alguna bella novia.
Si bien El Comandante, como aún lo llaman sus seguidores, hizo pie en la pantalla chica con el autorreferencial Reality Fort, su aparición en Showmatch en 2009 y en el ciclo dentro de ese programa «Bailando por un sueño» tres años después convirtió su nombre, su vida y sus romances inverosímiles con mujeres en temáticas constantes de portales y programas de espectáculos. Hizo teatro (las obras Fortuna 1 y Fortuna 2) y condujo el programa Fort Night Show (América TV), donde desplegaba su gusto por la ostentación y se reservada para sí algunos momentos de los grandes musicales de Broadway que tanto le gustaban.
En esos años, ventiló todas las aristas de su vida, que fueron desde su gran cariño a Marta, su madre, hasta su gran deseo de pertenecer a la farándula televisiva. También se declaró bisexual, y dio exposición a los mellizos Marta y Felipe, que había tenido vía subrogación de vientre en Estados Unidos, y hasta presentó a su pareja, un joven que lo acompañó en sus últimos años, junto con Gustavo, el gran amor de su vida, quien quedó a cargo de sus hijos que años después se suicidó.
En los últimos tiempos, su popularidad comenzó a decaer, así como también su salud. Atravesó varias intervenciones quirúrgicas en sus maltrechas columna vertebral y rodillas, producto de su adicción a modelar su cuerpo horas y horas en el gimnasio.
Sus últimas apariciones públicas lo mostraban cada día más desmejorado de salud, y confesó que tomaba muchos analgésicos para paliar los dolores que padecía.
Tras un año con distintas complicaciones de salud y luego de que se revelara su adicción a la morfina, falleció a los 45 años por una hemorragia el 25 de noviembre de 2013.
En su paso fugaz por los medios, Fort fue un «producto» que supo utilizar las redes sociales como pocos, hizo de su propia vida un gran show con un triste final, y acabó convirtiéndose en un ícono de «cultura pop».
Desde entonces, su cuenta de Twitter se convirtió en usina de frases imprescindibles («yendo o llendo se igual porque voy arriba de mi Rolls Royce así que a llorar al campito»), memes, stickers, declaraciones imperecederas («mamá cortaste toda la looz», «Meamee») e incluso merchandising como remeras, tazas y medias.
Además, en 2021 se lanzó en Spotify el podcast Basta chicos: la vida de Ricardo Fort, producido por Anfibia y narrado por Damián Kuc; en tanto en 2022 la plataforma Star+ estrenó la serie documental El comandante Fort, dirigida por el cineasta argentino Patricio Álvarez Casado que bucea en los aspectos desconocidos del mediático heredero que hizo de su vida y su temprana muerte un reality show.