El Juzgado de Instrucción de la 12ª Nominación procesó a un joven de 24 años acusado de asesinar, en octubre del año pasado, a su concubina, de 27. El hecho que se le achaca ocurrió durante la madrugada, en medio de una discusión que ambos mantuvieron dentro de la vivienda que compartían en la zona norte. La víctima recibió un disparo de arma de fuego en el pecho por la cual fue internada en el hospital Eva Perón, donde falleció.
Un accidente. Eso es lo que Carlos Marcelo I. dijo que ocurrió la madrugada del 31 de octubre de 2012, dentro de su casa de Molina 2792, en barrio La Cerámica. Un proyectil calibre 32 impactó en el hemitórax izquierdo de su esposa Vanesa Chávez, de 27 años, cuando estaba parada en medio de la habitación, reza el fallo.
Que tenía el revolver que había comprado hacía unos días escondido entre la cama y la pared; que lo había querido guardar dentro de una bolsa que estaba apoyada en la cama; y que, en ese movimiento, el arma golpeó contra el colchón y se disparó, hiriendo a Vanesa. Todo eso dijo Carlos en el Juzgado.
Pero como varios testigos dijeron que él y su mujer habían discutido, como además salió corriendo después del hecho, y como el ángulo en que ingresó la bala en el cuerpo de la chica no concordaba con la coartada que esgrimió para defenderse, el sospechoso quedó procesado por el delito de “homicidio agravado por el uso de arma de fuego y tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil”.
Según explica la resolución de la jueza de Instrucción 12ª, Mónica Lamperti, el hecho ocurrió cerca de las 2, cuando la pareja –que según se desprende del fallo solía protagonizar discusiones subidas de tono– llegó a su vivienda luego de asistir a un cumpleaños familiar.
Carlos y Vanesa compartían una habitación dentro de una casa en la que además vivían otros parientes de la chica. Un estruendo alarmó a los otros habitantes del inmueble, quienes al ir hasta la pieza se encontraron con Vanesa tendida en el piso con un balazo que le atravesó el corazón y un pulmón.
Los peritajes que luego se realizaron sobre el cuerpo de la chica arrojaron que el plomo le ingresó en el cuerpo a una altura de 1,20 metro del piso con un ángulo de arriba hacia abajo, lo que echó por tierra la coartada del acusado, ya que del piso a la cama hay sólo 0,5 metros y la bala debería haber ingresado con la inclinación opuesta.
“Más allá de lo inverosímil que resulte la posibilidad de que un revólver se dispare solo, estas manifestaciones se contradicen con la prueba objetiva colectada en autos, lo que demuestran la mendacidad de las mismas y lo inviable de la explicación ensayada por Carlos I.”, reza el fallo judicial.