Un correntino de 27 años apodado Chami fue procesado por la muerte de un niño de 11 años que murió en abril de 2008 luego de recibir un disparo en el barrio Las Flores. El pequeño viajaba sentado en el tanque delantero de la moto que conducía su padrastro, Antonio A., quien al parecer era el destinatario del disparo fatal que efectuó un vecino con el que mantenía una vieja disputa. No obstante, el hombre también resultó herido en una pierna con la misma bala de calibre nueve milímetros que atravesó el cuerpo de Pablo Gabriel García. Tras su muerte, el padrastro de la víctima dijo a los pesquisas conocer al autor del ataque, a quien identificó con un apodo.
Luego de casi dos años de intensa investigación, se estableció que el sospechoso del crimen era Ramón Anselmo R., un joven en ese entonces de 25 años que vivía en barrio Las Flores y cuyo domicilio familiar, una humilde casilla, fue devorado por las llamas luego que parte de la barriada intentara hacer justicia por mano propia para vengar la muerte de Pablo.
Si bien el magistrado ordenó de forma inmediata su captura, pasaron varios meses hasta que la Policía descubrió que Chami se encontraba detenido con una identidad falsa acusado de otro hecho.
Esta semana, el juez de Instrucción Jorge Baclini procesó al muchacho por el presunto delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego y ordenó su prisión preventiva por existir riesgo de fuga, por lo que ahora deberá afrontar un juicio oral y público según lo establece el nuevo Código Procesal Penal. Además, le trabó un embargo sobre sus bienes suficiente para cubrir la suma de 30 mil pesos.
El hecho en el que perdió la vida Pablo García, de 11 años, y resultó herido su padrastro, Antonio A., entonces de 32, ocurrió cerca del mediodía del domingo 13 de abril de 2008 en la zona más empobrecida del barrio Las Flores, ubicado en el extremo sur de la ciudad, a pocos metros de la autopista Aramburu.
Según indicaron fuentes policiales, el niño viajaba sentado en el tanque delantero de una moto Yamaha 125 conducida por su padrastro cuando a la altura de calle Estrella Federal al 1700 se toparon con el agresor. Un disparo de una pistola nueve milímetros atravesó el cuerpo del pequeño e ingresó en la pierna de su padrastro.
Según indicó a los pesquisas una testigo, cuando el conductor de la moto se enfrentó con el atacante le gritó: “No me tirés que vengo con el pibe”. Pero el plomo salió e hizo su tarea igual.
El padrastro del chiquito refirió en su momento a vecinos que sintió un fuerte ardor en la rodilla al tiempo que observó que de la pierna le emanaba sangre. Pero enseguida escuchó el llanto de Pablo a quien el proyectil le impactó en el abdomen y quien cayó desvanecido tras decirle a su familiar “me dieron”.
Los dos fueron trasladados al hospital Roque Sáenz Peña y desde allí el menor fue derivado al hospital de niños Víctor J. Vilela, donde falleció pasadas las 18.30, mientras era intervenido quirúrgicamente, confiaron en su momento fuentes del caso.
Durante la pesquisa algunas versiones indicaban que el hombre llevaba al niño “como escudo” porque temía ser atacado por “un vuelto” en su propio barrio. Pero apenas ocurrido el hecho, el padrastro del menor dijo a los pesquisas que habían quedado en el medio de un enfrentamiento armado entre dos conocidas bandas de la zona, mientras que otras hipótesis se volcaban por un intento de robo.
Pero con el correr de las horas y a medida que la salud del pequeño empeoraba, según dijeron algunos investigadores, la declaración del padrastro cambió.
Al ver el inminente desenlace de su hijastro, dijo que un tal Chami, a quien conocía del barrio, había sido el tirador aunque aclaró que no tenía ningún problema personal con el muchacho. Los rumores del barrio completaron la versión al sostener que el ataque fue intencional contra el padrastro del menor en venganza por una repartija mal barajada.