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A la última moda del velo

De la mano de las redes sociales se convirtió en una de las pioneras en la materia, y es hoy, quizás, una de las más influyentes de Occidente.

“El Hijablog: Diario de estilo de una mujer musulmana estudiante de posgrado” (thehijablog.com), así se titula la página personal de Imaan Alí, una joven de 26 años que ha sabido combinar las tendencias de moda internacionales sin pasar por alto el código de vestimenta que impone su religión. De la mano de las redes sociales se convirtió en una de las pioneras en la materia, y es hoy, quizás, una de las más influyentes de Occidente. Aunque su exitoso proyecto no podría convivir con los países declarados islámicos, ha plantado semilla en otras como ella alrededor del globo.

“Empecé con el blog en 2012 debido a mi frustración para encontrar inspiración sobre cómo las mujeres musulmanas pueden mezclar su ropa. Además, no tenía ejemplos para imitar o aprender, por lo que complicaba las cosas”, declaró Imaan desde Michigan, Estados Unidos, donde estudia un posgrado en Politica Comparada.

Cuál es el límite para que aquellas féminas puedan manifestar su individualidad y hasta qué punto el velo, o cualquiera de las otras prendas –como las más restrictivas niqabo– burka- minan su libertad, se ha transformado en un debate constante, sobre todo de esta parte del planeta. Sin embargo, muchas de quienes lo adoptan, más allá de la obligación religiosa, lo sienten en cambio como una manifestación de auténtica personalidad.

De acuerdo con su código, cualquier tipo de estilismo puede ser utilizado, pero siempre que no deje a la vista partes del cuerpo como el torso, las piernas y los brazos. Así como en nuestra sociedad los hombres y las mujeres deben cubrirse los genitales para convivir en sociedad –so pena de ser declarado indecente–, el Islam cuenta con ciertos requisitos: ambos sexos deben vestirse con modestia y dignidad con el objetivo de minimizar la provocación sexual y la degradación en la sociedad tanto para hombres como para mujeres.

“Hoy en día publico fotos estrictas de mi propia ropa, y de vez en cuando las acompaño con un comentario serio relacionado con el comportamiento de las mujeres musulmanas”, agregó Imaan, que suele viajar con frecuencia a Europa y Medio Oriente.

“Creo que si somos realistas, tenemos que aceptar el derecho de las personas a actuar y vestirse de manera diferente en la medida en que no perjudique a los demás en la sociedad. Vive y deja vivir. Me parece sorprendente cómo algunos argumentan: «Ah, pero en Arabia Saudita, que no pueden usar minifaldas, ¿por qué deberíamos permitir a los musulmanes vestir como lo hacen aquí? ¿Son estas las sociedades que debemos aspirar a emular? ». No. Entonces, la lógica no es válida”, subrayó Imaan con entusiasmo. “No importa en qué tan controversial se ha convertido el velo, es todavía un pedazo de tela y no puede ser opresivo en sí mismo”, agregó en conversación.

La crítica estándar va, a menudo, a que el velo es una forma de opresión patriarcal, en este caso a través de la determinación de lo que es correcto o incorrecto de llevar puesto.

“Aunque sin duda hay casos de personas que están obligadas a llevar el velo, yo y muchas otras mujeres luchan contra la familia y la sociedad desafiando las directrices que nos dictan a nosotras sobre lo que no podemos usar”, enfatizó.

Además de Imann se destacan otros nombres como Amenakin, que cuenta con un canal de YouTube con decenas de miles de suscriptores en el que desarrolla tutoriales sobre cómo colocarse correctamente el hijab, o cómo combinarlo. En internet también circula el blog Fashionwithfaith, de la sueca Imane Asry, o Hijabstyle.

El número de blogs, locales de venta de ropa islámica online y revistas también se incrementaron notoriamente. Y en medio de este torbellino, la flamante revista turca Âlâ –que algunos califican como la “Vogue islámica”– generó un nuevo debate sobre la supuesta incompatibilidad de la moda propiamente dicha con el Islam. En ese sentido, los críticos afirman que aunque las muchachas lleven puesto un velo, entran en un circuito de marketing que poco se asemeja a su religión.

Quien se hizo eco de este fenómeno creciente y la volcó en las pasarelas mundiales fue la diseñadora de moda británica Vivienne Westwood. “Las mujeres jóvenes musulmanas que se visten a la moda luchan por encontrar qué ponerse en las tiendas occidentales, debido a las inadecuadas faldas y escotes, y recurren a las capas de ropa, que son muy calientes e incómodas en el verano”, afirmó al respecto a medios internacionales. Este vacío la impulsó en 2012 a crear “Barjis”, una colección de “prendas prácticas, de alta calidad, modestas y de moda, ideales para la mujer moderna y ocupada”, subrayó.

Este mercado está en pleno desarrollo y transformación –no es para menos, se estima que en el mundo hay 1.600 millones de musulmanes–, y en parte se lo debe a chicas como Imaan. Así, las grandes firmas internacionales dejaron de mirar hacia al costado y se volcaron de lleno a esta cuestión. Por ejemplo, Calvin Klein, Armani y Prada, tienen colecciones de pañuelos específicos para la mujer musulmana. Chanel, por su parte, le dedicó varios de sus vestidos de la última temporada a prendas asimétricas, largas y con velo.

Durante la semana de la moda de New York, realizado el último febrero, UnderWraps diseñó ropa que coincida con la ley islámica de decencia. Esta empresa fue la primera en permitir que un grupo de modelos musulmanas utilizaran los diseños de Nailah Lymus.

“Queríamos presentar atuendos modestos, que es la meta de la agencia, y no tener que mostrar de más para hacer modelos a las chicas”, sostuvo Lymus sobre la marca, que domina el sector.

Aún así, la Semana de la Moda islámica en Estambul es el mayor acontecimiento anual para esta industria. A fin de del año pasado se llevó a cabo su quinta edición, de la que hubo más de un centenar de marcas participando. Taner Balkan, el organizador de la siempre esperada reunión, no duda al asegurar que la bella ciudad turca “es el nuevo Milán de la moda islámica”.

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