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María José Cantilo: rockera con sello propio, apellido ilustre y casi oculta en la escena nacional

La cantautora hermana de Miguel Cantilo, fundador de Pedro y Pablo, y prima de Fabiana, falleció a los 68 años. Supo ser pionera en la escena del rock a principios de los 70 junto a connotadas figuras, aunque tendría una carrera irregular y algunos episodios traumáticos en su vida

Alguna vez supo ser una chica hippie, de esas que junto a pulseritas y aritos de alpaca que ofrecía los fines de semana en Plaza Francia, agarraba una guitarra apoyada en el tronco de uno de esos grandes árboles centenarios que pueblan ese espacio, traída por ella misma junto al tablero donde exhibía sus piezas, y la acomodaba en su cuerpo.

Allí nomás tocaba unos temas surgidos del incipiente rock nacional, podía ser “El oso”, de Moris; “Una casa con diez pinos”, de Manal o “Verdes prados”, de Billy Bond y La Pesada, todos temas versionados con un registro preciso y melodioso que hacía que en un rato se juntaran buena parte de los que andaban por allí, incluidos turistas, que escuchaban y aplaudían y luego dejaban unos billetes en un sombrero que la misma cantante se quitaba y dejaba en la manta extendida sobre el césped. Esa chica no era otra que María José Cantilo, quien más adelante se convertiría en cantautora y su nombre ocuparía un lugar en la escena del rock nacional hecho por mujeres aunque no figure en ninguna “gran liga”.

“Ventana abierta” al rock

“La Cantilo”, como también se la conocía antes de la aparición de su prima Fabiana, era hermana de Miguel, uno de los integrantes del dúo Pedro y Pablo, junto a Jorge Durietz, y siendo pequeña todavía, rasgaba con interés una guitarra logrando sacar algunos acordes. Para la época en que hacía artesanías en Plaza Francia, arañando apenas los 18 ya había compuesto su primera canción, a la que llamó “Ventana abierta”.

Después, fascinada con el mundo que veía moverse tras su hermano mayor Miguel, sobre todo en una casona de Vicente López donde Pedro y Pablo habían armado su sala de ensayo y a la que asistían connotadas “figuras” del rock vernáculo de la época como Pappo, Moris, el violinista Jorge Pinchevsky, el guitarrista Kubero Díaz, Miguel Abuelo, Alejandro Medina y Claudio Gabis, entre otros. María José mostraba algunos de los temas que componía o les tocaba una versión de un tema de ellos, todo entre humo amigo, ginebra Llave y zapadas hasta el amanecer.

Apenas algunos meses después del golpe cívico-militar de 1976, alertada y angustiada por la desaparición de una amiga del secundario a la que a veces veía, María José siguió el rumbo que muchos músicos habían decidido tomar luego de la trágica asonada y el irrespirable clima que comenzaba a vivirse en las calles porteñas y el conourbano bonaerense, con las razzias indiscriminadas y las violentas redadas a la salida de los recitales. Ya no se podía cantar en Plaza Francia y las presentaciones en vivo necesitaban de permisos especiales.

Ese rumbo la llevó a El Bolsón, donde los hippies argentinos encontraron su lugar en el mundo en una época en que caer en cana por portación de pelo largo implicaba un antecedente que impedía otras actividades. Cantilo se radicó allá y, según contaría después, tuvo un contacto más fecundo con la composición, creando una serie de temas que más tarde grabaría en un primer disco en su  vuelta a Buenos Aires.

Justamente el llamado “El Bolsón” es uno de ellos, y allí puede verse el profundo apego que tuvo en ese territorio y el afecto que cosechó con los lugareños y con aquellos que como ella veían en la vida en comunidad una forma de escapar al sistema “careta” y violento que reinaba en las grandes ciudades.

Aliento para las mujeres

Ya sobre el fin de la dictadura, María José volvió a Buenos Aires y de la mano de su hermano comenzó a tocar en bares y en salas de teatro, ocupando un lugar nuevo en el circuito del rock porteño. En 1984 grabaría su primer álbum, donde participaron León Gieco –en la producción artística-, David Lebón, el ya experimentado baterista Daniel Colombres y el bajista Fernando Lupano, ambos integrantes de la banda de Raúl Porchetto. En ese momento registró una de las canciones que le granjearon un reconocimiento masivo: “Flor celeste”, que integraba el disco que llevaba su nombre como título, junto a “Aventurera del rock”, “Hacer palanca”, “Blues del rulero”, “Pero con vos” y una distinguida y atendible versión del tema “Hurricane”, de Bob Dylan.

Pasaría casi una década hasta la grabación de En banda, su segundo disco, donde contó con la polenta de Oscar Moro en la batería. En una entrevista luego de la salida del disco, expresó: “En lo que hago hay temas suaves y también rock. Hay cosas melódicas, algo de country. En cuanto a las letras, no te diría que tienen una onda feminista porque es una palabra que no me gusta, pero sí te puedo asegurar que trato de darle aliento a la mujer para que vaya al frente y haga lo que quiera, no lo que pueda”.

De esa época también es el desnudo que hizo para la versión local de la revista Playboy y que le valió que otras publicaciones dijeran que tenía “el lomo más lindo entre las rockeras argentinas”. En 1992, un episodio con drogas de por medio la llevó a un estrado judicial por posesión y venta de estupefacientes -bajo la temible ley 20771-, que le costó una condena.

Estuvo dos años con cárcel efectiva hasta salir en libertad cuando cumplió los dos tercios de la pena. Esa trágica experiencia pudo después convertirla en un libro, donde contó los pormenores de su encierro y se explayó sobre lo que consideraba un sistema penal que encerraba a los consumidores como si fueran los peores narcotraficantes. El libro se llamó Desde la cárcel.

 

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Dilemas de un apellido famoso

Una vez en la calle nuevamente, María José fue armando una lista de temas –varios compuestos durante el encierro-, que buscó tocar en vivo y que grabaría en un disco llamado Gota a gota (1995). Con cierto aire místico y resonancias zen registraría después Sai Ram (1999); ya convencida de que su voz le permitía abordar distintas rítmicas grabó covers de bosanova y jazz en 2000; también el disco Feeling Saudades (2004), donde coqueteaba con la bosa junto a aires jazzeros y bluseros, y en ese mismo año participó de una nueva versión de “La marcha de la bronca”, la canción estandarte de Pedro y Pablo, junto a su hermano Miguel y otros músicos.

Su audacia y frenesí musical la llevaron a hacer Momentos de boleros (2005), con versiones de clásicos del género y otros de cosecha propia, y en 2006 dio forma a un registro de contundentes baladas aggiornadas al que denominó Aquí y ahora.

En otra entrevista de ese mismo año le habían preguntado si consideraba beneficioso o perjudicial tener un apellido famoso. María José respondió que “es bueno cuando ese apellido lo lleva también un personaje muy querido por la gente. Eso lo noto por la buena predisposición del público a escucharme. Reconozco que a veces me siento obligada por el público a cantar temas de Miguel, pero lo hago con gusto porque los siento como míos. Igualmente, espero que algún día la gente me conozca por mí misma y por mi música”.

Una rockera en esencia

Su último disco fue Esencia ­producido por su hijo, el guitarrista Gaspar Benegas, actual violero de Los fundamentalistas del Aire Acondicionado, la banda del Indio Solari-, donde despuntan su modulada voz, capaz de planear por las escalas más disímiles, y los encendidos acordes de su guitarra. Cuando presentó ese disco dijo que en las letras de sus canciones había un intento de que se tomara conciencia del desastre ambiental inducido por la “ambición capitalista y por el consumo indiscriminado al que alentaba todo el sistema”.

Y que la música también podía ser una forma de resistencia. A diferencia de su hermano y de su prima segunda Fabiana Cantilo, la cantautora tuvo escasa repercusión mediática, tal vez porque casi todos sus discos luego del primero fueron grabados en forma independiente y, se sabe, se lidia con enorme desventaja ante el aparato promocional de las grandes compañías multinacionales, que hasta en las bateas tapan las producciones que no son propias. Así, fue casi una rockera oculta en la escena nacional. De ese último disco, dijo que lo había hecho de la forma más sincera posible y que expresaba lo que realmente era ella, “en esencia soy una rockera y el rock debe contestar al sistema”, apuntó.

Radicada nuevamente en El Bolsón desde hacía varios años, María José Cantilo falleció, a sus 68 años, luego de padecer un endeble estado de salud durante un tiempo largo. La noticia fue posteada por sus familiares en las redes sociales, la prensa lo hizo público y el universo del rock nacional mostró también su pesar por la pérdida de la cantante y compositora.

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