La cineasta italiana Lina Wertmüller, referente de ese arte en su tierra y pionera como directora siendo, además, la primera mujer en estar nominada a un Oscar por su film Pasqualino Settebellezze, falleció este jueves a los 93 años, según informaron medios italianos.
Nacida en Roma el 14 de agosto de 1928, Lina Wertmüller pertenecía a una familia acomodada de orígenes suizos que estudió en la academia de teatro y debutó como directora de espectáculos de marionetas.
En esos años, Lina conoció al escenógrafo Enrico Job, con quien se casó en 1988 y adoptó a su única hija, Maria Zullima.
Su debut en el cine se produjo en 1963, como asistente de Federico Fellini en una de sus obras maestras, 8 y medio, y aquel mismo año firmó su primera dirección, Los Zánganos, retrato de una jauría de muchachos del abandonado sur italiano.
Desde entonces, su filmografía estuvo marcada por un cine social tan sensible como surrealista y sarcástico. Su segunda producción fue la comedia en episodios Hablemos de hombres (1965), con Nino Manfredi, y No molesten al mosquito (1967), protagonizada por la cantante Rita Pavone, con quien había trabajado antes en la televisión, en los populares shows musicales de la RAI.
En 1968, escondida bajo el significativo seudónimo de Nathan Witch, la “bruja” Wertmüller dirigió un spaghetti western titulado Il mio corpo per un póker, con Elsa Martinelli. Fue la única directora mujer que encaró ese género. Su primer gran éxito internacional llegó de la mano de su amistad con Giancarlo Giannini, quien a partir de Mimí metalúrgico herido en el honor (1972) sería un compañero inseparable de sus comedias grotescas dirigidas a un público amplio y esencialmente popular.
Después de Mimí metalúrgico, que por entonces también hizo de Mariangela Melato una nueva estrella del cine italiano, Wertmüller y Giannini reincidieron en Amor y anarquía (1973) e Insólito destino (1974), ambas también con la Melato; Pasqualino Settebellezze (1975) y Noche de lluvia (1978). De Pasqualino, que además de la candidatura al Oscar a la mejor dirección, fue nominada al mejor film extranjero, al mejor guion original y al mejor actor, Wertmüller afirmó: “En esta película están todas las cosas que amo, la realidad que, para mí, es esencialmente símbolo. Y como de costumbre, el subproletariado. Pasqualino es un subproletario, con siete hermanas rollizas llamadas siete bellezas. El único varón en una casa poblada de mujeres, ansioso, sediento, hambriento de un espacio vital. ¿Y dónde busca este espacio? Allí donde su lógica totalmente trastornada le dicta que puede llegar a conquistar un poco de respeto, en la camorra. Una elección errónea, fruto de una lógica errónea, que lo lleva a cumplir una serie de acciones erróneas, de consecuencias casi aterradoras que lo hunden en los sucesivos círculos de los infiernos de este mundo. En suma, un monstruo en un mundo de monstruos, que actúa guiado por una lógica que por fatal, inadvertidamente, vuelve monstruosos todos sus actos”.
Gracias a su extensa trayectoria, en 2019 mereció el Oscar honorífico, que recibió acompañada por su hija y de las manos de otra de las grandes del cine italiano, Sophia Loren. Allí, dando muestra de su ironía, propuso poner un nombre femenino al tradicional galardón.