La meta es una: llegar a la cima. Pero la forma de llegar depende de cada cuerpo. “No todo es fuerza”, dice Aleja Ridruejo, quien trepa desde hace dos años, y es una de las organizadoras del encuentro de escaladoras programado para fin de mes en Rosario. El grupo convoca a mujeres que escalen en cualquier parte del país para compartir sus experiencias y capacitarse el 28 de septiembre desde la 9 en El Ruedo (Roca 1436).
Cuerpos
“No hay diferencias con los varones. No hay una única forma de escalar, sino que depende de cada cuerpo. Podés llegar al mismo resultado por distintos caminos y a través de diferentes movimientos. Hay personas que se apoyan en la técnica, otras en movimientos dinámicos y quienes prefieren los estáticos”, agrega Ridruejo, pero advierte del mayor desafío del deporte. No son las piedras ni el vértigo. “No sólo participa el cuerpo, sino que hay que superar la frustración y tomar decisiones en situaciones de riesgo. La falta de confianza en nuestras capacidades, aunque veamos la potencialidad, es algo cultural que arrastramos las mujeres”, insiste y da un dato: la capacitación psicológica fue la más pedida por las más de 60 inscriptas para el encuentro.
El origen y las ideas
“La idea de la jornada surgió de muchas chicas que nos sumamos hace poco al deporte y que notamos las mismas dificultades. Quisimos generar este espacio de encuentro, donde participen escaladoras con distintos niveles para compartir experiencias y que más chicas se sumen. El movimiento de mujeres en Argentina y el mundo logró que estemos más predispuestas a vincularnos entre nosotras, a acompañarnos y a dejar de competir”, asegura Ridruejo.
El encuentro de escaladoras surge en un momento de explosión de distintas formas organizativas de las mujeres y las disidencias sexuales en Argentina. Como en el resto de los ámbitos, el deporte no es ajeno. Los feminismos vienen dando el debate sobre la inclusión y la profesionalización en igualdad con los varones. A la par, surge el planteo de pensar al deporte desde una clave no binaria, es decir, que las aptitudes para desarrollar una práctica no dependen de la biología de cada cuerpo y que la construcción de femeninos y masculinos en el deporte es cultural.
En primera
Antes de trepar la organizadora del encuentro practicaba acrobacia. Siempre le gustaron los deportes con adrenalina, pero escalar le enseñó a manejar la frustración, a enfrentarse con sus miedos y a descubrir nuevas capacidades. Fue un aprendizaje que incorporó a otros ámbitos de su vida cotidiana. “Me encontré conmigo de otra manera. Es un deporte desafiante. Te ayuda a lidiar con la frustración y a construir la confianza en vos misma, a reconocer tu cuerpo, y a aprender a reaccionar y tomar decisiones bajo presión. También tiene un sentido comunitario porque quienes te acompañan te ayudan y entrás en contacto con la naturaleza cuando viajas”, señala Ridruejo.
Para ella, el momento más difícil que vivió fue volver a trepar después de haber caído de cinco metros de altura. “La mayoría de los accidentes se producen al bajar porque te relajás. Este deporte me enseñó a estar siempre alerta”, agrega Ridruejo.
Con altura
El encuentro será el primero en la ciudad después de tres años. Habrá cuatro talleres con deportistas de Córdoba, Mendoza, Buenos Aires y Rosario. Trabajarán cómo entrar en calor y prevenir lesiones, a aprender nuevas técnicas, a hacer maniobras con cuerdas, y charlarán sobre los aspectos psicológicos vinculados a los riesgos que implica el deporte. Al final, harán una plenaria con las conclusiones del encuentro y elegirán una sede para repetirlo el año que viene. También entregarán una publicación sobre cómo llevar una alimentación saludable, relacionarse con la naturaleza, cómo influye el ciclo menstrual en los entrenamientos, entre otros temas. Además habrá una feria de emprendedores con artículos para escalada.